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Hoy en día, muchos jóvenes se sienten perdidos cuando se trata de encontrar buenos ejemplos de masculinidad. Históricamente, nunca hemos tenido modelos necesariamente positivos, pero lo preocupante es que hemos dejado pasar oportunidades para construirlos. Por un lado, los sectores más radicales dentro de grupos progresistas han impulsado discursos que, en algunos casos, demonizan toda expresión de masculinidad, lo que ha dificultado el diálogo con los hombres. Como resultado, figuras conservadoras que generosamente podrían ser catalogadas como cuestionables, han surgido como modelos a seguir, y aunque no sean deseables, han tenido éxito porque son el único referente claro que muchos jóvenes tienen para construir su identidad masculina.

Hay que ser claros en que no se busca detener la crítica a los aspectos problemáticos de la masculinidad o de dejar de dar voz a quienes han sido marginalizados. Se trata, más bien, de superar posturas radicales y avanzar hacia un entendimiento de la masculinidad que reconozca lo positivo en lo que ya existe, al tiempo que internaliza las críticas que han surgido.

Para crear nuevos modelos de masculinidad, resulta preferible rescatar aspectos valiosos de los modelos preexistentes, ya que empezar desde cero podría alienar a aquellos a quienes se busca atraer. Por ejemplo, el rol del hombre como proveedor, que ha sido central en la masculinidad tradicional y que ha sido rescatado por algunas figuras conservadoras puede tener aspectos positivos en medida que se busca el cuidado de sus seres queridos y el desarrollo de una estructura familiar. Pero no resulta viable para todos en el futuro. Con los costos de vida en aumento y las ambiciones personales de cada individuo, muchas familias necesitan que todos sus miembros contribuyan económicamente. Aunque este rol no sea sostenible o deseable para todos, no lo hace intrínsecamente malo; simplemente es insostenible bajo las condiciones actuales.

La dificultad de crear un único modelo de masculinidad moderna radica en que cada persona tiene deseos, contextos, ambiciones y necesidades diferentes, lo que hace imposible englobar todo en un solo esquema. Por eso, necesitamos un enfoque más flexible que permita a cada hombre encontrar su propio camino dentro de un espectro amplio y menos restrictivo de lo que significa ser masculino en el mundo de hoy.

En otras palabras, deja de escuchar a aquellos que prometen un camino seguro hacia lo que significa ser un «hombre de verdad». Estos modelos rígidos y absolutistas suelen venir de personas que no necesariamente son los mejores ejemplos de lo que es ser una buena persona, y aferrarte a un solo modelo no te hará feliz, ya que limitará tu perspectiva sobre lo que puedes ser como hombre.

Por eso, no intentaré proponerte un modelo único. Te invito a que lo crees tú mismo, porque ya eres un hombre y no necesitas probarlo. Hacer algo que otra persona no considere masculino no te hace menos hombre. Te animo a explorar qué es lo que más disfrutas de ser hombre o qué te hace sentir más seguro en tu identidad, y a cambiar o redirigir aquellas tendencias dañinas que has heredado de la masculinidad tradicional.

Una vez que tengas claro qué es lo que te ayuda a expresar tu masculinidad, busca más de ello y desarrolla esas habilidades. No hay nada menos masculino que sentir la necesidad de probar tu masculinidad, ya que eso solo demuestra lo frágil que es. En lugar de preocuparte por cumplir con un estándar, simplemente vive tu vida y mantente abierto a diferentes perspectivas y actividades.

Tal vez el hombre moderno no pueda o no quiera asumir el rol tradicional de cuidar de una unidad familiar o si quiera pertenecer a una, pero nuestro deber es cuidar de nuestras comunidades y fomentar el desarrollo pleno de todes en ellas, sin importar las diferencias. La verdadera fuerza masculina se muestra en la capacidad de construir y sostener un entorno donde todos puedan prosperar, en lugar de tratar de encajar en un molde limitado y obsoleto.