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Hoy, 30 de abril, muchos niños son agasajados por sus padres, tíos o abuelos, incluso hay comercios y restaurantes que establecen ofertas especiales con la intención -sí, es cierto, de hacer negocio- al mismo tiempo de que facilitan a los padres las celebraciones.

Afortunadamente, en un país y en un estado como Morelos, aún son mayoría los niños privilegiados a los que el 30 de abril representa un desayuno o una comida especial, quizá algún regalo, que tienen acceso a la escuela, a los servicios de salud y que viven en un ambiente seguro y amoroso. Ojalá así vivieran todos, pero no es así.

El Día del Niño -como muchas otras fechas del “santoral” cívico- debería servir para que los adultos tomásemos conciencia de la realidad que viven los sujetos de tales conmemoraciones. Justo como el Día de la Mujer o el Día de la Madre.

Debemos recordar, por ejemplo, que la mayor parte de los niños que son violentados sexualmente, sufren esas agresiones a manos de alguien de su círculo cercano, como nos informa Rafael Cuevas Rodríguez, procurador de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del Sistema DIF Morelos, en donde cada semana se reciben alrededor de 20 denuncias por violencia física o verbal y omisión de cuidados en donde las víctimas son infantes.

En ese sentido, hace unos días comentábamos algunos de los resultados de la Consulta Nacional a Niñas, Niños y Adolescentes “¿Me Escuchas?” -con datos recabados durante el año pasado y en la que participaron más de un millón 250 mil jóvenes y niños de entre 3 y 17 años- entre ellos, muy revelador, fueron los dibujos que se les pidió a los menores que hicieran para expresar lo que les causaba alegría y temor, la mitad dibujó figuras humanas para simbolizar lo que los hace felices, mientras que el cuarenta por ciento dibujó lo mismo, pero para expresar lo que los hace infelices.

En el especial que publicamos hoy se presentan los testimonios de tres niños que se han visto obligados a abandonar la escuela para buscar recursos simplemente para comer. Son pequeños con los que nos topamos todos los días sin percatarnos que a algunos de ellos, lo que los ilusiona, es ir a la escuela y vestir uniforme.

Hay que recordar, como comunidad, que hay niños que son vitales para la economía familiar, familias campesinas y jornaleras para quienes es impensable tener un niño ocioso en la escuela en donde representarían gastos que para ellos son un lujo.

Pensemos también en los niños que son parte de la violencia vicaria y que nuestras autoridades aún no saben cómo enfrentar. Pensemos en los niños desaparecidos que son buscados por familias angustiadas y para los que la Alerta Amber parece no servir de nada.

Hoy domingo, Día del Niño, celebremos que tenemos niños cerca y festejemos con ellos su niñez, pero no olvidemos a todos los demás que necesitan que la comunidad haga algo por ellos, como sociedad no deberíamos desperdiciar sus sueños.

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