

Los Aztecas miraban el cuerpo, pero también el alma del paciente
(Segunda y última parte)

Al margen del magnífico Simposio Internacional de Medicina Preventiva y Regenerativa que se llevó a cabo hace un par de semanas aquí en Cuernavaca y al que asistieron representantes de varios países de Europa y de América del Sur además de excelentes médicos que tenemos en Morelos, me pregunté: ¿Qué recibió de herencia la buena medicina moderna de la prehispánica? 1º. Los aztecas recibieron influencias olmecas, mayas y teotihuacanas que incluían prácticas de curación que integraban anatomía, farmacología y espiritualidad basada en distintos rituales dentro de su Cosmovisión.
Aún hoy, con todos los adelantos de la medicina moderna y que salvan tantas vidas, el impacto de la medicina ancestral de México, es un fascinante campo de estudio que revela la complejidad y riqueza profundamente conectadas con su entorno y su comprensión de la salud. Sé que me estoy metiendo en un campo minado, con tan excelentes médic@s que me rodean, pero lo hago apegada a nuestra historia porque me encanta saber que la actual medicina tradicional, salvo la de los charlatanes que siempre han existido, es maravillosa.
Acabo de estar en el poblado nahuahablante de Hueyapan que está literalmente en las faldas del volcán Popocatépetl, en casa de una familia única con los descendientes de doña Modesta Lavana Pérez, (1929-2010), notable curandera nahua, enfermera, tejedora, traductora y activista de Morelos que en vida defendió su lengua, la medicina tradicional y los derechos indígenas que heredó y practicó en todos los ámbitos. Doña Modesta, ejemplo de lucha, resistencia y preservación cultural, sigue presente a través de su familia.
Recuerdo, una vez que visité a Martha Ketchum, estaba en pleno cargo de Directora del Instituto de Cultura aquí en Morelos. Me había citado para una entrevista y al anunciarme me pidieron pasar a su privado. Martha yacía acostada en el suelo sobre una colchoneta y junto a ella, doña Modesta calmándole sus dolores con olores, compresas y suaves sobamientos. Doña Mode me miró con unos ojos que nunca olvidaré, sabedora que nada ni nadie podría ya librarla del cáncer que desde entonces padecía. Modesta sabía bien que no iba a curarla sino a ayudarla a sentirse mejor.
Esa escena nunca la olvidaré y me propuse conocer su entorno a los pies del volcán que se erige desafiante sobre una población que confía en él. Hay indicaciones por todas partes para emergentes evacuaciones por lo que sé que intentan calmarlo, a su manera, varios graniceros. Al platicar unos momentos con el médico tradicional Fernando Domínguez Lavana de 67 años de edad, hijo de doña Modesta. En los breves minutos que pude conversar con él, me dice: “En realidad mi madre nunca nos enseñó propiamente a sanar, solo la veíamos desde niños y así todos aprendimos lo que ella hacía y curiosamente hasta acá vienen estudiantes de la Facultad de Medicina de la UAEM a observar nuestros métodos de curación”, finaliza.
Y es que, desde tiempos inmemoriales, los aztecas-mexicas desarrollaron un sistema médico que combinaba conocimientos empíricos y espirituales integrados a prácticas que no solo se limitaban a la curación física, sino que abarcaban también rituales que fortalecían el bienestar integral del individuo. Así vemos, que el legado de estas prácticas sigue resonando en la actualidad, invitándonos a explorar un mundo donde la naturaleza y la medicina se entrelazan de maneras sorprendentes. Y lo mejor es que cada vez conozco a más médicos que me han confesado que a través del conocimiento histórico de la medicina azteca-mexica han podido descubrir el poder de las plantas medicinales que han incluso dado origen a diversos medicamentos, así como técnicas quirúrgicas avanzadas que sentaron las bases de una farmacología que aún hoy inflan la medicina moderna.
Las hierbas que una vez florecieron en campos mesoamericanos no solo curaban, también ofrecían una visión del cuerpo humano que era notablemente avanzada para su época, así lo aseguraban cultos y entendidos españoles durante el siglo XVI que afirmaban que en Europa no contaban con un tratado tan completo de medicina como el azteca-mexica que desde entonces usaba, entre otros métodos, compresas calientes o frías y la utilización de baños de vapor o temazcal que abre un camino hacia un enfoque más holístico que valora tanto el saber ancestral como los avances científicos pero sobre todo, lo notable es que consideraban tanto el cuerpo físico como la salud del alma y el espíritu. Qué tal lo que nuestros excelentes médicos modernos heredan del pasado.
En conclusión, queridos lectores, el sistema médico del pasado, aunque primitivo en comparación con la maravillosa medicina moderna, poseía una riqueza de conocimientos sobre las propiedades curativas de las plantas. Y la combinación de la ciencia empírica con la religión y la espiritualidad, que estos dos términos no son lo mismo, ilustra la complejidad de la medicina azteca-mexica que sigue siendo objeto de estudio e interés en la actualidad. Y hasta el próximo miércoles.

Imagen de un ritual para sanar la tierra en la que el chaman muestra sus poderes para atraer distintos espíritus a través de la utilización de plantas sagradas que muestran el respeto por la naturaleza. La autora bajó esta foto del sitio: raícesindígenas.net, para ser usada en esta columna.
