En Jonacatepec de Leandro Valle, inicia la traición que acabaría con Zapata
–Encuentro con la Historia—
Última parte
Y fíjense queridos lectores, aunque no nació en ese lugar sino en la Ciudad de México, resalta en esta entrevista hecha a don Francisco Gutiérrez Aragón que “el general Leandro Valle, uno de los héroes de la Reforma, estudió sus primeras letras y vivió en ese municipio muchos años hasta que jovencito aún ingresó al ámbito militar, por eso se llama Jonacatepec de Leandro Valle, en náhuatl: Xonacatepec, cebolla y Tepe-tl, Cerro: En el cerro de las cebollas. Aunque las originales, -aclara-, eran las llamadas cebollín o cebollitas. Ya luego sembraron las de tamaño normal del famoso bulbo que nos llegó a la Nueva España a través del Galeón de Manila, desde entonces y hasta hoy, su cultivo sigue siendo prioritario en mi municipio”.
-Don Francisco, ¿es cierto que un ancestro suyo, tuvo injerencia en la creación del Estado de Morelos?
Don Pancho responde: “Sí, efectivamente, un familiar mío, José Rosario Aragón, entonces diputado local por el tercer distrito militar del Estado de México al que pertenecía Jonacatepec, se adelantó y fue precursor de la separación de su entonces estado. Proclama su Plan de Jonacatepec para separarse del Estado de México, en su calidad de diputado, pidiendo a las autoridades federales de entonces, crear un nuevo estado porque además les resultaba muy complicado trasladarse a Toluca para resolver todos los asuntos oficiales.
“Sin embargo por su pronunciamiento, las autoridades del Estado de México lo desaforaron y encarcelaron, así es que su Plan de Jonacatepec quedó en puntos suspensivos. Cuando él salió de la cárcel, ya el clima político era otro”.
Y así en esta rica conversación llegamos al fin de Zapata, pero no narrado por un libro, sino contado por un hombre que siempre ha estado al tanto de su municipio y de su estado. Ya nos reveló cómo se vivía al interior de una gran hacienda como la de Santa Ana Tenango, luego, cómo se vivió el levantamiento zapatista en su municipio con la quema de las poderosas haciendas de Santa Ana Tenango y la de Santa Clara de Montefalco, nos contó acerca de la salida de su abuela con sus tres hijos rumbo a la Cd. de México, su regreso y el resurgimiento de la vida al término de la revolución, pero antes de esto, nos faltaba cerrar el ciclo de Emiliano Zapata.
Así, lo escuchamos decir, siempre acompañado de su hija Silvia Elena Gutiérrez Rojas a lo largo de esta entrevista: “Carranza no podía acabar con Zapata, su gran enemigo, ni aunque hubiera vaciado de habitantes todo el estado de Morelos. Por lo que cambiaron de estrategia y eligieron Jonacatepec para iniciar la traición, ya que Zapata visitaba mucho mi municipio, aquí tenía amigos que lo cuidaban y lo recibían bien. Así es que el militar federal Jesús M. Guajardo simula sublevarse contra el gobierno carrancista y finge un combate aquí precisamente en mi pueblo contra Pablo González, entonces encargado de la campaña militar federal en el estado de Morelos. Esto sucede a principios de abril en 1919.
“Y es cuando Guajardo busca a Zapata para fingir que se uniría a él con su tropa en momentos en que el Caudillo suriano ya estaba con muy poco ánimo por todas las pérdidas que había tenido, sobre todo la de Otilio Montaño y su hermano mayor Eufemio que era el que lo cuidaba, fallecimientos de los que nunca se repuso. Cada vez estaba más solo, más cansado él y más cansada su tropa de tanto pelear y el final llegó pocos días después en la Hacienda de Chinameca, en Ayala, entre Cuautla y Jonacatepec, el 10 de abril de 1919, como ya es del conocimiento de todos. Y fíjese que lo que le dije, días atrás, de que a Antonio Barona le decían “el granito de oro”, ya no recuerdo si era a él o a otro zapatista”, nos dice con una sonrisa.
Ya casi para separarnos, lo escucho: “y mire pues, hablando de gente culta, aquí vive un jonacatepequense, el filólogo Gerardo Ramírez Vidal, uno de los mejores traductores del griego antiguo que hay en México. Y aunque trabaja en el Instituto de Filología de la UNAM, aquí lo ve Ud. caminar como si nada y es la mente más lúcida tal vez respecto a esa lengua. Ahora, capta –menciona a quien esto escribe-, ¿por qué mi padre le dijo hace 40 años que Jonacatepec es la Atenas de Morelos?”. Sí pues, le respondo.
Sirva esta entrevista don Francisco Gutiérrez Aragón, como un homenaje a su singular familia y mi agradecimiento por esa carta que envió su padre a mi periódico y que me ayudó tanto en mis comienzos como reportera ya con la pátina del tiempo impresa tanto en el papel, como en su rostro don Pancho y en el mío propio también. Y ahora sí, nos leemos el próximo miércoles.