
De Morelos al mar profundo: la mujer que no le teme a la obscuridad
Desde niña, el mar me hablaba. No con palabras, claro, pero sí con un lenguaje que aprendí a reconocer desde las primeras veces que me asomé a un acuario o leí la enciclopedia de Jacques Cousteau o vi uno de sus documentales en la tele de mi abuela. Las burbujas, los corales, los peces que parecen salidos de otro planeta… Por eso estudié Biología, aunque en mi caso, no me especialicé en el mar. Pero fue en esa aventura, justo en los pasillos de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UAEM, donde conocí a Frida Yolotzin Jonguitud.

Frida es una bióloga mexicana, con alma oceánica y espíritu nómada. Después de su paso por la universidad, no tardó en dejar tierra firme para irse a Cozumel, siguiendo esa brújula interna que siempre le apuntó hacia el mar. La isla, rodeada de azules imposibles y arrecifes vibrantes, se convirtió en su hogar y su laboratorio viviente. Ahí encontró su vocación como exploradora marina, y como una de las pocas mexicanas que se atreven a practicar una técnica de buceo tan extrema como hermosa: el blackwater diving.
Esto significa bucear en mar abierto, de noche, en total oscuridad. Si te lo imaginas parece una escena de película de ciencia ficción, pero para Frida es una forma de vida. Esta técnica, aún poco conocida y practicada en México, consiste en descender en altamar con luces artificiales que atraen a criaturas que sólo emergen durante la noche desde las profundidades abisales. Criaturas diminutas, transparentes, luminiscentes, que parecen hechas de vidrio y electricidad. Verlas es como mirar la evolución en cámara lenta.
Pero Frida no se limita a observar, ella captura. Y no, no para colecciones, sino con su cámara. Es de las poquísimas buzas mexicanas que combinan ciencia, aventura y arte en cada inmersión. Su trabajo fotográfico documenta y nos revela mundos increíbles de lo que menos se conoce.
Una de sus imágenes más impresionantes fue tomada en un canal entre Cozumel y Playa del Carmen, durante una noche de buceo blackwater en diciembre de 2023. En esa foto, Frida y su equipo lograron capturar el estado larvario del pez trípode arcoíris: una especie rara, que muy pocas personas han tenido la oportunidad de ver, mucho menos fotografiar. Esa imagen se compartió el 4 de diciembre y nos dejó pensando que a veces, lo más bello es justo lo que está naciendo.

Esa foto se volvió viral y también se volvió símbolo. Porque el trabajo de Frida no es solo bucear y tomar imágenes bonitas. Es una forma de recordarnos que la ciencia también se hace con emoción, con arte, con el cuerpo. Que las mujeres también bajamos al fondo del océano, también encendemos linternas en la noche negra del mar, también descubrimos lo invisible.
Hoy, cuando pienso en la pequeña Karime que soñaba con el mar, sonrío al saber que existen mujeres inspiradoras como Frida. Porque los referentes importan e importan mucho. Ver a otras abrir camino en territorios no explorados nos empuja a atrevernos también. A veces el mar nos habla, pero a veces es una amiga la que te grita desde las profundidades: ¡ven, hay cosas hermosas aquí abajo!
Conoce más del trabajo de Frida en su perfil de instagram @frida.yolotzin
*Comunicadora independiente de ciencia

Foto Instagram Frida Jonguitud
