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La igualdad salarial en las mujeres en la ciencia: un desafío pendiente

 

El próximo 18 de septiembre, se conmemora el Día Internacional de la Igualdad Salarial, que ha sido todo un tema en diversas industrias durante décadas, y el campo de la ciencia no es la excepción. A pesar de los avances en la inclusión de las mujeres en roles científicos, la brecha salarial entre géneros persiste, afectando a mujeres en todo el mundo. Este problema no solo es una cuestión de justicia social, sino que también impacta negativamente en el progreso científico global.

Numerosos estudios han demostrado que, en promedio, las mujeres en la ciencia ganan menos que sus colegas hombres. Según datos de la UNESCO, a nivel mundial, las mujeres constituyen aproximadamente el 30% la población total de investigadores, pero esa representación no se traduce en una igualdad en términos salariales. En muchos casos, las mujeres reciben menos por el mismo trabajo o enfrentan barreras para acceder a posiciones de liderazgo, lo que incrementa aún más esta disparidad.

En particular, el campo de las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) muestra una gran desigualdad. Un estudio del Instituto de la Mujer en Ciencia y Tecnología del MIT reveló que las mujeres ganan un 18% menos que los hombres en las mismas posiciones académicas, un número que se hace más notable a medida que avanzan en su carrera.

Esta brecha salarial en las ciencias tiene múltiples causas, algunas de ellas profundamente arraigadas en los sesgos de género. Algunos factores clave incluyen que las mujeres tienden a concentrarse en áreas científicas menos remuneradas, como las ciencias biológicas y sociales, mientras que los hombres dominan en campos mejor pagados como la ingeniería y las ciencias de la computación. Esto claro que tiene que ver con los estereotipos y roles de género que hemos mal aprendido.

 

Además, a pesar de sus logros, las mujeres tienen menos oportunidades para alcanzar posiciones de alto rango, como cátedras o jefaturas de investigación, que suelen estar mejor remuneradas. La persistencia de estereotipos sobre las capacidades de las mujeres en la ciencia aún afecta la manera en que son evaluadas en cuanto a promociones y aumentos salariales.

Sumado a lo anterior, muchas mujeres enfrentan dificultades para equilibrar sus responsabilidades familiares y laborales, lo que puede limitar su capacidad para avanzar profesionalmente o acceder a mejores salarios. Aunque cada vez se habla más de la corresponsabilidad de las actividades de cuidado, culturalmente esto sigue recayendo en las mujeres, lo que representa entonces doblar o triplicar el trabajo.

La desigualdad salarial no solo es injusta desde una perspectiva ética, sino que también tiene repercusiones más amplias. En términos económicos, las mujeres científicas que ganan menos pueden tener menos acceso a oportunidades de desarrollo profesional, como congresos o investigaciones independientes, lo que limita su capacidad para innovar y contribuir al progreso científico. Esta brecha perpetúa la falta de diversidad en la ciencia, ya que la desigualdad puede desalentar a mujeres jóvenes de seguir carreras en estos campos, alimentando un ciclo de exclusión que afecta tanto al ámbito académico como al industrial.

La igualdad salarial en la ciencia es un tema complejo, pero no imposible de resolver. Impulsar políticas institucionales que garanticen la equidad, proporcionar mentoría y apoyo a las mujeres en sus carreras científicas, y promover el cambio cultural hacia un reconocimiento más equitativo del trabajo femenino son claves para cerrar esta brecha.

Alcanzar esta meta no solo implica una mayor justicia social, sino que también potenciará la ciencia, mejorando su capacidad para innovar y resolver los desafíos globales. A medida que avanzamos hacia un futuro más equitativo, es esencial continuar luchando por la igualdad salarial como una prioridad en la agenda científica mundial.