Universitarias en Pie de Lucha: Erradicando la Violencia desde Dentro
Hace dos años, un 24 de noviembre por la noche, enfrenté violencia virtual que, aunque intangible, dejó una huella profunda. Lo más impactante para mí, fue que provenía de otra mujer, una muestra de cómo el sistema patriarcal a menudo divide a las mujeres entre sí.
Sin embargo, ese momento difícil fue el impulso para algo poderoso: junto con la Dra. Berenice Pérez Amezcua y otras aliadas, organizamos la primera Jornada Naranja en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, con el apoyo de mujeres inspiradoras como la Dra. Viridiana León, hoy Rectora. Ese día, unimos fuerzas para pintar la universidad de naranja y sembrar la semilla de lo que hoy es la Unidad de Igualdad de Género y No Discriminación, liderada por la Dra. Gabriela Mendizábal Bermúdez.
El próximo lunes 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres o el Día Naranja, nos recuerda la urgente necesidad de transformar las estructuras sociales que perpetúan la desigualdad y la violencia de género. En México, las universidades, como espacios de conocimiento y formación, juegan un rol crucial en esta transformación. Sin embargo, no podemos ignorar que dentro de sus paredes también se dan formas de violencia que afectan a las mujeres, desde el acoso hasta la discriminación y la violencia estructural.
Al interior de estas instituciones, hay mujeres que, desde su posición como estudiantes, profesoras, investigadoras o trabajadoras, luchan contra las injusticias del sistema tanto interno como externo. Sus esfuerzos han sido clave para lograr grandes avances, que van desde visibilizar las problemáticas de género hasta la creación de instrumentos normativos y políticas institucionales que buscan erradicar la violencia. Estas acciones no solo son guiadas por el eco de las colectivas feministas al exterior, sino también por la fuerza de mujeres comprometidas desde dentro de las universidades, quienes, con valentía, abren camino hacia espacios más seguros e igualitarios.
Las universidades deben ser lugares seguros donde las mujeres puedan desarrollarse plenamente, sin temor a ser violentadas o silenciadas. La violencia de género en estos entornos no solo afecta el bienestar de las estudiantes, profesoras e investigadoras, sino que también socava el propósito de la educación, que debe ser inclusiva, justa y libre de violencia.
Es vital que las universidades se comprometan a crear políticas efectivas, espacios de acompañamiento y redes de apoyo que permitan prevenir, atender y erradicar todas las formas de violencia de género. Es imperativo también que se fomente una cultura de respeto e igualdad desde las aulas, promoviendo la sensibilización, la denuncia y el acceso a la justicia.
El 25 de noviembre es un recordatorio de que la lucha contra la violencia hacia las mujeres es una tarea de todos los días, y que las universidades tienen una responsabilidad fundamental en este esfuerzo. Es también una ocasión para reconocer a las universitarias que, a pesar de las críticas de quienes señalan de fuera o no viven en carne propia las violencias al interior de estas instituciones, trabajan incansablemente por erradicarlas. Su compromiso y valentía son esenciales para construir una sociedad más equitativa, donde todas las personas, independientemente de su género, tengan la oportunidad de vivir en paz, sin violencia y con respeto.