El Temporal Viraje de Estados Unidos y sus Repercusiones Mundiales
Después del reciente viraje de los Estados Unidos existe la posibilidad de una guerra nuclear. Ya es posible el uso de armas nucleares tácticas de bajo rendimiento, y aunque suene alarmista, esto podría ser el inicio de un conflicto nuclear a gran escala que hace una semana habría sonado a locura. El derrotado presidente Biden permite al casi derrotado Presidente Zelenski usar misiles de fabricación americana contra Rusia, nadie, o muy pocos lo vieron venir. Tanto Francia como Reino Unido ya lo habían permitido, pero habían encontrado rechazo de los norteamericanos que estaban en medio de su proceso electoral. No sabíamos que en las elecciones de Estados Unidos estaba en juego la paz mundial, hoy nos queda claro.
Ucrania disparó el miércoles pasado misiles de crucero británicos de largo alcance y misiles ATACMS contra infraestructuras energéticas rusas. A su vez, Rusia respondió lanzando un misil balístico intercontinental contra la ciudad de Dnipro en el centro de Ucrania, donde existen fábricas e infraestructuras básicas para la sobrevivencia de los pobladores de ese país. El mundo está en peligro por la naturaleza impredecible de los conflictos armados y porque las decisiones se están concentrando en pocas manos que tienen muchos intereses.
Todo el mundo tenía claro que Donald Trump intentaría acabar con esa guerra, abiertamente lo prometió y la generación joven estadounidense le compró la promesa. Por eso, no se entiende la decisión anunciada por Joe Biden porque los norteamericanos decidieron no respaldar la guerra y esa fue una de las razones por las que el partido Demócrata perdió las elecciones. ¿Quién estará tomando las decisiones en la Presidencia de los Estados Unidos? El débil Biden debe tener poderes fácticos muy poderosos a su lado, con alguna posibilidad ellos son quienes están tomando las últimas decisiones de esta administración. Es posible que la pretensión sea dejar a Trump sin margen. Si esta hipótesis es cierta, el objetivo sería que Trump -contra su voluntad-, tuviera que seguir la misma línea de apoyo a Kiev, respaldada por la OTAN. Para esa línea política, la paz mundial no estaría en riesgo pues Moscú se debilitaría.
Vladimir Putin estaba muy contento con la victoria de Donald Trump. El fin de la guerra se aproximaba porque Trump ya no apoyaría a Volodimir Zelenski. El Kremlin, fuera de todos sus pronósticos, no pudo derrotar a Kiev en esta guerra de carácter geopolítico, pero tomó aire ante la nueva victoria del empresario devenido en político. Putin y Trump se entienden bien, al parecer hablan el mismo idioma, pero se les adelantaron y ante la provocación, Moscú respondió. De Trump no hemos sabido todavía.
Todos sabemos que Rusia posee una de las mayores reservas nucleares del mundo y tiene leyes muy estrictas al respecto. La doctrina rusa en materia nuclear fue durante muchas décadas: “recurrir al uso de armas nucleares solo si se enfrenta a una amenaza existencial para su Estado o si su territorio es atacado con armas de destrucción masiva”. Putin pidió al Parlamento Ruso, la Duma, la eliminación de la famosa doctrina y se la concedieron de manera inmediata.
Si en el transcurso de esta guerra no había pedido la eliminación de la doctrina es porque sabía que una respuesta internacional masiva de los países de la OTAN sería automática. Lo grave es que el cambio que propuso Vladimir Putin incluye ahora la posibilidad de usar armas nucleares frente a un ataque convencional, no un ataque nuclear sino uno con armas convencionales.
Por cierto, la nueva doctrina rusa es violatoria de la legislación internacional respecto a armas nucleares. La otrora famosa “doctrina rusa” estaba basada en el principio disuasorio, promovido siempre por las organizaciones internacionales. Igual que en Estados Unidos, los poderes fácticos del ejército rojo quieren aniquilar por medios tácticos o estratégicos, nucleares o convencionales, los que sean al régimen de Kiev, a quienes consideran traidores. Su objetivo es claro, que deje de recibir apoyo de occidente porque para Moscú la posibilidad de una guerra de magnitudes catastróficas sigue vigente.
Por su parte, la OTAN sigue jugando las últimas cartas que le quedan, sabiendo que podría convertirse en una situación irreconciliable. De ahí, que necesitaban el apoyo de Estados Unidos, que ante la llegada de Trump a partir de enero del año que entra, ya no sería posible. Francia, Reino Unido y Alemania se niegan al control ruso y su intento de intimidación ya tuvo respuesta rusa. China mira como siempre y Corea del Norte espera instrucciones. Todos dicen perseguir el mismo objetivo: la paz mundial, pero todos siguen moviendo las fichas en el tablero.
Los escenarios se están agotando y la amenaza a la estabilidad mundial crece. Un presidente que ya no toma decisiones, alguien las está tomando por él; una OTAN que no puede ceder ante la hegemonía rusa; y una Rusia que ya no dará paso atrás. Se está prendiendo la pólvora nuclear, antes eran tambores de guerra, ahora ya se calibran todas las armas tecnológicas.
Estados Unidos está intentando que la guerra se extienda a 2025; Putin ha acusado a Washington de dar más armamento a Kiev antes de la toma de posesión de Trump; y, París y Londres endurecen sus declaraciones contra Moscú. El precio del petróleo sube a pesar del aumento de los inventarios de crudo de Estados Unidos y toda Europa cuida sus reservas de gas ante los siempre crudos inviernos. Parece una película, pero desafortunadamente es más real de lo que los mexicanos alcanzamos a leer en la prensa o a ver en los noticiarios internacionales.
Los costos serían incalculablemente altos para todo el mundo, incluyendo nuestro país, inimaginables para nuestra generación. Ya lo advirtió la Presidenta Claudia Sheinbaum quien sabe del impacto económico y político que tendría en nuestro país. La doctrina mexicana de no intervención y diálogo como forma de resolver los conflictos internacionales sería muy útil, pero también nos agarra mal parados. En estos momentos México no está jugando en la escena internacional, seis años de no hacerlo nos llevan en estos momentos a ser solo observadores. Al parecer empieza a haber un viraje en este sentido. Enhorabuena.
La próxima semana será crucial, todo mundo espera el rechazo de Trump a la decisión de Biden, mientras ésta no se dé, el mundo seguirá expectante. Esperar hasta enero podría ser ya muy tarde, los estrategas están en alerta y la tensión crece cada día. Tiempos de oración y de reflexión, el mundo no puede seguir viviendo ante la permanente amenaza de una guerra nuclear que amenaza nuestra existencia misma. Ni siquiera es un tema de tomar posiciones en favor de uno o de otro, la hora decisiva de la humanidad se acerca y no hay de otra: la eliminación total de las armas nucleares. Pax in aeternum