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A mediados del mes de diciembre pasado seguí con atención las columnas publicadas por Fabrizio Mejía Madrid y José Blanco en La Jornada las cuales hablaban de los posibles futuros de Morena y la izquierda dentro del partido. Y si, se habla de izquierda porque dentro del partido en el gobierno también existe un ala de derecha. Tratando de abonar a la discusión iniciada por Fabrizio Mejía y José Blanco, mismas que considero de importante valor para el futuro de la organización política. Sobre todo cuando ya se prepara un proceso de afiliación masiva al partido. Yo no soy militante de Morena, pero apoyo las acciones que creo correctas y critico las opuestas y me pregunto ¿Hacia dónde va el partido en el gobierno?

Abrir las puertas del partido a miles y miles de personas traerá a cuadros importantes de los movimientos sociales que no militan, pero ellos serán los menos. Con mucha seguridad las puertas abiertas traerán consigo a advenedizos provenientes del moribundo PRIAN como ya ha venido sucediendo en años recientes. Convertir al partido única y exclusivamente en una maquina electoral, alejada de los principios y sobre todo de los movimientos que le dieron origen para darle una segunda oportunidad a políticos desprestigiados, provenientes de la oposición fue en parte una de las causas que llevaron al PRD a su desaparición.

Dar cabida a políticos provenientes del PRIAN en Morena o como sucedió antes de los conservadores evangélicos de Encuentro Social y Encuentro Solidario, es un error desde mi óptica. Es más probable que más allá de asimilarlos en el movimiento, como se espera, estos se conviertan en los elementos encargados de desvirtuar al movimiento, como en el PRD, estos desplazarían a los sectores progresistas y alejarían al partido de los movimientos sociales. Lo anterior correría al partido de su actual posición en la centroizquierda hacia el centro e inevitablemente llegando a la derecha.

Ejemplos de lo anterior los encontramos en numerosos países, basta recordar al APRA en Perú, Alianza País en Ecuador, la Unión Cívica Radical en Argentina o el ya citado PRD en América Latina que hace tiempo que dejaron de representar a los sectores populares que les dieron origen. No es extraño que de los institutos políticos antes mencionados dos ya no existan más, de los existentes uno no cuenta con ningún representante a ningún nivel del Estado, solo la UCR tiene representantes, aunque completamente alejados de la realidad de los argentinos de a pie.

Europa no se queda atrás en ello, el PSOE en España, la SPD alemana, el casi desaparecido PS francés y los Laboristas en Inglaterra. Partidos algunos que en su origen eran marxistas, hoy son en la práctica el centro que se ha dedicado junto con la derecha a administrar el neoliberalismo y presentados por los grandes medios de comunicación como la única izquierda existente para los electores. Lo que sucedió entonces con los grandes partidos obreros, socialistas y socialdemócratas puede suceder también a Morena si las puertas abiertas siguen permitiendo el acceso a gente proveniente del PRIAN.

Aunque ya lo he mencionado en notas anteriores, la política nacional poco tiene que ver con la estatal y manos aun con la municipal, esta última basada casi de manera exclusiva en cacicazgos. En ese sentido, Morelos debe jugar un papel más determinante, aunque tampoco soy ingenuo, no hay mucho que hacer en el próximo proceso de afiliación masiva que se pretende realizar. Pero lo que si se debería realizar, es adoptar una postura firme sobre un control adecuado que proteja a la 4T de la llegada de políticos oportunistas y sectores opuestos al proceso de transformación. El Instituto Nacional de Formación Política tiene ante sí una labor titánica.

La preocupación no es para menos, de la desaparición del PRD hay muchas lecciones que deben aprenderse. Sacrificar los principios y los ideales por victorias en las elecciones o admitir a personajes que aseguran votos, pero no comparten la idea de transformación no es la solución, nunca lo será. A los morenistas, todas las alertas por lo que viene y los posibles escenarios. Hoy más que nunca hay que recordar las palabras del expresidente de Chile, Salvador Allende “El carnet del partido no da ni capacidad ni honradez” y del mismo modo sin formación no hay transformación.

* Historiador

H. Alexander Mejía García