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A veces, casi siempre me lamento de no tener la suficiente consciencia del presento que piso. Especialmente de los lugares que visito, deja me explico:

Hablo de esto en el más estricto sentido de cultura y de sofisticación posible. Muchas veces visito lugares con una terrible ignorancia que me debería apenar, por ejemplo ahora estoy en GRECIA, la meca de occidente, la mayor parte de lo que hacemos, pensamos, es decir hasta nuestro gobierno, modos etc… vienen de este lugar, sé que estoy en un lugar épico, pero no logro cobrar conciencia, y entonces me pregunto si viajar en esta modernidad de verdad te enseña algo, sobre todo cuando te mueves tan rápido de lugar a lugar, yo creo que no.

Me lamento mucho de no poder degustar del lugar a un nivel más profundo más allá de un rico café o una foto en Instagram. Estamos todos contagiados por una indigencia intelectual, sin preocuparnos por progresar pero si por mostrar una falsa versión de lo que somos.

Mi padre, por ejemplo, nunca ha salido del país, pero cada que regreso le platico de los lugares en los que he estado y me cuenta mil y un datos e historias de cada lugar, y entonces él sin haber salido nunca, ha visitado mucho más que yo, ¿Me doy a entender?

«Nunca se vivió tanto como cuando se pensó mucho. Quien está en un rincón de la sala baila con todos los bailarines. Lo ve todo, y por verlo todo, lo vive todo»

Mi padre es esa persona, siempre le digo que debería con todo lo que sabe salir, él se lo merece mucho más que yo, pero no parece muy emocionado por la idea. En su cabeza y ente páginas ha conocido mucho más de lo que yo he visitado en todos estos años.

Intento leer lo que puedo, y mejorar, pero aún así me falta tanto, es como vivir en un minimalismo cultural, y siento que me he infectado como muchos de presumir un turismo vacío, y no sólo pasa entre los visitantes, los lugares también se han acomodado a eso.

Hace poco visité Mykonos, y a pesar de ser muy bello, gracias a la alta demanda y al colmillo de la arrogancia económica, muchos lugareños han vuelto del lugar una escenografía de Instagram, el espiritu que le quedaba se ha vuelto reposet para el confort turístico.

Cultivarnos es la única manera de escapar de esa enfermedad de indigencia intelectual, entonces habría que encerrarnos un poco más, viajar dentro de paginas un poco más, de verdad encerrarnos un poco más, saber que ahí está otra especia de turismo.

Porque sino, es como llegar al más refinado restaurante, con un paladar que exige papás fritas, que nunca va a poder disfrutar de una verdadera comida, de una buena película, de la majestuosidad de un lugar, o en todo caso y mucho más grave del presente que pisa.

Imagen cortesía del autor