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Un tema actual por las implicaciones que está teniendo en la vida diaria, es el de la inteligencia artificial (IA). Con ese motivo en días pasados se celebró el I Simposio Internacional sobre Inteligencia Artificial y Derechos Humanos, organizado por la Universidad del Pacifico y el Observatorio Iberoamericano de Derechos Humanos y Educación, en la ciudad de Guayaquil, Ecuador, en el cual tuve la oportunidad de participar.

Se reconoció que IA ha llegado a las sociedades como una tecnología disruptiva al marcar un cambio en la forma de actuar y hasta en la forma de pensar. Se destaco el sinfín de beneficios que puede brindar a la sociedad en general, ya que la IA puede aplicarse en prácticamente cualquier sector. En efecto, la IA tiene aplicaciones en casi todas las materias como, entre otras, la salud, en el diagnóstico de enfermedades, análisis de imágenes médicas, asistentes virtuales para pacientes. La pueden usar los abogados y asistentes legales para la búsqueda, localización, elaboración y revisión de documentos, elaboración de argumentos, interpretación de leyes, además de asignación y automatización del flujo de trabajo. En finanzas, se usa en auditorias, la detección de fraudes, generar informes, automatización de inversiones, análisis de riesgos. Desempeña un papel crucial en la lucha contra el cambio climático, por ejemplo, algoritmos avanzados predicen patrones climáticos, optimizan el uso de recursos naturales y promueven prácticas agrícolas sostenibles.

Como se observa, la IA está revolucionando diversos campos, y la educación no es la excepción, al convertirse en una herramienta poderosa para el diseño de recursos educativos y la mejora de los procesos de enseñanza-aprendizaje, por ello su incorporación debe ser prioritaria.

No obstante, los indudables beneficios no anulan los riesgos evidentes que se tienen, por ejemplo, la potencial pérdida de empleos que acarrea la IA, como han señalado expertos. Otro aspecto negativo que no podemos ignorar es el fuerte impacto ambiental que genera la IA en el consumo de grandes cantidades de agua y electricidad, impactando posiblemente derechos humanos de segunda generación.

Por todas las implicaciones positivas y negativas que está teniendo se ha discutido lo relativo a su reglamentación, proceso que ha transitado por varios criterios. Por ejemplo, antes existía un consenso académico respecto a mantener a la tecnología sin regulación para no afectar la innovación y aprovechar la totalidad de sus beneficios. Este consenso ha cambiado en los últimos años en el sentido de que se requiere regular estas tecnologías, pero sin inhibir la investigación, para evitar posibles peligros asociados al uso que el humano le dé a la herramienta.

Hemos visto como la legislación siempre va atrás de los desarrollos tecnológicos, por lo que la velocidad de los procesos regulatorios difícilmente coincidirá con la velocidad con la que evoluciona esta tecnología, por ello la importancia de profundizar en ciertos temas legales y atenderlos a la brevedad para poder coexistir exitosamente con una tecnología que tiene el poder de mejorar las condiciones de vida, pero igual poder para trastornarlas de manera negativa.

Ante los riesgos indudables que pueden derivar del uso de la IA se debe legislar, regular y aplicar respetando siempre el marco de los derechos humanos. En el ámbito internacional se vienen dando importantes instrumentos regulatorios, algunos con carácter vinculante, que pueden servir de base para que los Estados nacionales, lo más pronto posible, legislen en su ámbito interno, ante el rápido avance que está teniendo la tecnología, debiendo tener entre las consideraciones, el que no se inhiba su desarrollo.

Reiteramos, los derechos humanos deben estar presente en las declaraciones y regulaciones ubicándose en el centro de la IA. Solo como ejemplo, señalaremos que la OCDE adoptó la Recomendación del Consejo sobre IA (adoptada en 2019 y actualizada en 2024), primera norma intergubernamental en esta materia, que promueve una IA innovadora y fiable que respete los derechos humanos y los valores democráticos. Destaca el principio referido a los derechos humanos y valores democráticos (principio 1.2), que dispone: “Los actores de la IA deben respetar el estado de derecho, los derechos humanos, los valores democráticos y centrados en el ser humano durante todo el ciclo de vida del sistema de IA. Estos incluyen la no discriminación y la igualdad, la libertad, la dignidad, la autonomía de las personas, la privacidad y la protección de datos, la diversidad, la equidad, la justicia social y los derechos laborales reconocidos internacionalmente. Esto también incluye abordar la información errónea y la desinformación amplificada por la IA, al tiempo que se respeta la libertad de expresión y otros derechos y libertades protegidos por el derecho internacional aplicable”.

Por otra parte, es importante asegurar que las distintas herramientas de IA sean, en la medida de los posible, accesibles para los diferentes grupos de la ciudadanía, sin que la ubicación o la situación socioeconómica constituyan una barrera para acceder a sus beneficios acentuando la desigualdad, y que el desarrollo de esta herramienta tenga permanentemente la perspectiva de derechos humanos.

Cerramos nuestra participación en el Simposio reiterando la importancia de fomentar la educación en tecnología en general, y en IA en particular, en todos los niveles educativos. Esta formación debe asegurar que las y los futuros profesionistas estén preparados para enfrentar los desafíos de la IA.

*Especialista en Derechos Humanos

Luis Raul González Pérez