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Un jnopteswanej es un maestro según la lengua tseltal, dentro de su universo cultural implica tener el cargo de enseñar y dirigir, pero sobre todo de enseñar efectivamente, es decir, a través del testimonio y el ejemplo. Bajo esa denominación pienso a José Francisco Meneses Carrillo (1970), un poblano egresado de la licenciatura en administración de empresas de la IBERO campus Puebla. Su carrera describe giros sorprendentes y su vocación lo ha llevado desde la selva hasta las grandes ciudades. Recientemente ha concluido una maestría en gestión de empresas y pronto presentará un trabajo de grado que contiene las líneas generales de su labor en la misión de san Francisco Javier ubicada en Bachajón, Chiapas.

Su actividad profesional es el testimonio de una poderosa vocación que únicamente encuentra cauce en su trabajo cotidiano: ya sea asesorando y acompañando, o frente a un grupo universitario; mientras crea y transforma, cuando surca y acomoda, dialogando y escuchando, andando con la gente, para decirlo rápido: jun pajal co’tantic, jun nax co’otantic (un solo corazón, un mismo corazón).

Su perfil es poco común, sobre todo bajo las condiciones impuestas por un mundo tecnológico y profundamente individualista como el nuestro, donde las humanidades deambulan confundidas y acalladas por la seducción del dinero y el comfort. En el caso de Francisco ocurre algo muy distinto, precisamente ha encontrado la plenitud de la palabra a la luz de las acciones. Me gusta pensar que la referencia a la lengua que habita su corazón el Bats’il k’op (lengua verdadera o tseltal) tiene múltiples sentidos.

El primero de todos, quizá el más impactante, es el peso que adquiere la palabra cuando se respalda por la experiencia y la sabiduría que dan los años de trabajo, desde esta perspectiva podemos decir que su palabra tiene autoridad. En otra de sus dimensiones vive la lengua verdadera de una manera tan apasionada que revela un perfil del mundo apenas reconocible para la visión occidental, en su universo de palabras es capaz de desplazarse en un terreno limítrofe entre poesía y corazones que se expresan en destellos casi incomprensibles para la lengua española. No es casual que la poesía sea una de sus pasiones más profundas, enamorado como es de la lengua y la cultura de los tseltales, se entrega a meditaciones que, como espasmos y gozo actualizan el Sturm und Drang al lado del maíz, haciendo obras de arte al vuelo bien ancladas en nuestra tierra.

Después de casi veinte años de trabajo comunitario en Chiapas, específicamente en la misión de Bachajón, ha sido testigo y actor de una de las páginas más profundas de la historia social y política de nuestro país: el levantamiento zapatista de 1994.

Podemos afirmar que en él conviven la lucha social y la convicción de que el diálogo y el trabajo en equipo nos pueden encaminar hacia un mundo mejor, un mundo que sea finalmente labrado con nuestras manos. Bajo estas premisas su economía social adquiere matices poco ortodoxos y por eso mismo revolucionarios. Conjuga una apertura de las comunidades indígenas hacia un horizonte productivo, sin abandonar la exigencia de la calidad del trabajo y la dignidad de la persona. Se trata de un ejercicio fundamentado en la comprensión integral y armónica del ser humano (ch’ich baq’uet), de las esferas de la salud física, de la armonía social, del bienestar del medio ambiente, sin dejar de lado la salud de la esfera vital y de la adminsitración del hogar (oikonomía).

José Francisco se desempeña actualmente como director de la Fundación Ixim A. C. (que significa maíz en tseltal). Esta fundación tiene como objetivo principal brindar acompañamiento y atención a la comunidad indígena de la selva chiapaneca, en la búsqueda de una mejor calidad de vida, a través de proyectos productivos y agroecológicos desde una perspectiva integral. En diversas ocasiones me ha compartido uno de los principios que orientan su labor dentro de la fundación y que bien pueden resumirse con las siguientes palabras: Teme ay wocolil, ha’ tulan sc’oblal, ya jlehbeytic sbehlal yu’un ta jun pajal o’tanil ya xbehenotic ah. (si hay un problema es muy importante buscar un camino para andarlo con un mismo corazón).

Como podrán percatarse, sus palabras plantean un reto a las versiones más académicas del pensamiento social, bajo la mística imagen del hombre barbado que hace casi doscientos años sentenció: los filósofos han interpretado de diversas maneras el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.

* Profesor de tiempo completo en El Colegio de Morelos.

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Foto. José Francisco Meneses Carrillo (Chiapas)