

La construcción de la identidad de la persona adolescente en la era digital
La adolescencia es una etapa vital profundamente marcada por la búsqueda de identidad. En este periodo, las personas adolescentes exploran quiénes son, qué quieren ser y cómo desean mostrarse ante el mundo. Esta construcción de la identidad, que ya de por sí es compleja y dinámica, se ha transformado radicalmente con la irrupción de las tecnologías digitales, especialmente las redes sociales.

Antes, la identidad se construía en función de los vínculos familiares, las experiencias escolares, los grupos de amigos y la participación en la comunidad. Hoy, esos elementos siguen siendo importantes, pero están profundamente influidos e incluso desplazados por los entornos digitales, donde los adolescentes pasan una gran parte de su tiempo. Instagram, TikTok, YouTube y otras plataformas se han convertido en nuevos “espejos” donde buscan reconocimiento, validación y sentido de pertenencia.
Uno de los elementos más visibles de esta transformación es la exposición constante. Los adolescentes no solo comparten fotos o videos: construyen versiones cuidadosamente seleccionadas de sí mismos. En este proceso, muchas veces se sienten presionados a seguir ciertos estándares estéticos o conductuales para obtener aprobación, en forma de likes, comentarios o seguidores. Esta presión, aunque parezca inofensiva, puede afectar la autoestima y generar una sensación constante de no ser suficiente.
Además, las redes sociales favorecen la comparación. Al ver las vidas aparentemente perfectas de otros, muchos adolescentes experimentan frustración, ansiedad o tristeza. Lo que no siempre se entiende es que lo que se muestra en redes no es la realidad completa, sino una versión editada. Sin embargo, en una etapa donde el criterio todavía se está formando, esta diferencia puede pasar desapercibida, y sus consecuencias emocionales ser significativas.
Otro aspecto importante es el anonimato y la multiplicidad de identidades. En el mundo digital, los adolescentes pueden explorar distintos aspectos de su personalidad, probar otras formas de expresión e incluso adoptar personajes. Esta posibilidad, en algunos casos, puede ser positiva, ya que les permite experimentar sin el juicio directo del entorno físico. Pero también puede generar confusión o una desconexión con la realidad, sobre todo cuando se privilegia más la aceptación virtual que la autenticidad.

La identidad digital también tiene memoria. Lo que se publica en internet puede permanecer por años y llegar a lugares inesperados. Muchos adolescentes, en su deseo de pertenecer o ser populares, comparten contenidos que pueden comprometer su privacidad, su dignidad o su seguridad. A esta edad, donde el cerebro aún está desarrollando su capacidad para prever consecuencias a largo plazo, es fundamental que haya una guía adulta que no juzgue, pero sí oriente.
Frente a este panorama, es importante preguntarnos: ¿cómo podemos acompañar a los adolescentes en la construcción de una identidad saludable en la era digital? En primer lugar, es clave reconocer que el entorno digital es parte de su realidad y no un mundo aparte. Negarlo o satanizarlo no es efectivo. En cambio, necesitamos promover una alfabetización digital crítica, que les permita entender cómo funcionan los algoritmos, qué intereses económicos hay detrás de cada plataforma, y cómo protegerse emocionalmente de los efectos nocivos de la sobreexposición.
También es esencial abrir espacios de diálogo. Muchos adolescentes no hablan de lo que les pasa en redes porque sienten que los adultos no entienden o los van a regañar. Escuchar sin prejuicios, validar sus emociones y ofrecer apoyo puede marcar una gran diferencia. Es importante reforzar su autoestima desde otros ámbitos, la escuela, la familia, el arte, el deporte para que su identidad no dependa exclusivamente de su vida digital.
Finalmente, es clave el ejemplo. Los adultos también construyen identidades digitales y muchas veces caen en las mismas dinámicas que criticamos en los jóvenes. Ser conscientes de nuestro propio uso de la tecnología y promover un vínculo más sano y equilibrado con ella es parte del acompañamiento.

La identidad adolescente en la era digital no es un problema, es una realidad. Pero como toda realidad, necesita ser comprendida, acompañada y guiada con empatía. Porque detrás de cada perfil hay una persona en formación, con sueños, dudas y una profunda necesidad de ser vista, aceptada y querida tal como es.
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*consejero jurídico del TUJPA
