Flavio Escárcega*
Aunque el consumo de tabaco ha bajado en el presente siglo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), reportó al inicio de este año que mil 300 millones de personas adultas fuman algún tipo de tabaco y ocho millones de ellas mueren anualmente por ello. La misma organización calcula que 38 millones de jóvenes entre 13 y 15 años tienen ese hábito. En México hay 15 millones de fumadores de los cuales entre el cinco y el siete por ciento son adolescentes de 12 a 17 años. De ahí la importancia de que sean los mismos jóvenes quienes busquen limpiar los pulmones de sus congéneres.
La propuesta de FUMADOREX para dejar el tabaco nace, sin embargo, en 1980, cuando la psicóloga y terapeuta Gestalt, Rosa María García Zapata y Meza, fumadora empedernida, decide adecuar el curso que ella recibió para dejar el cigarro utilizando el humanismo y el conductismo para tal fin. Luego de 41 años de práctica y 3 mil 500 exfumadores, la fundadora de este emprendimiento para la salud pudo concluir que su método tiene un 95 por ciento de eficacia para dejar el tabaco. Al menos eso asegura Cristofer de Ita, quien con Acáí López ha retomado la tarea de su abuela para ofrecer su método por línea, teniendo a la terapeuta como su principal asesora.
“Por cuatro décadas mi abuela se dedicó en cuerpo y alma a erradicar el vicio que ella pudo dejar gracias a la combinación de la filosofía humanista y el conductismo, que suena como manipulación de la conducta, pero en realidad es el estudio y el análisis de las acciones del individuo. Cuando yo tomé el curso con ella me sorprendió que dijera que no requeríamos de la fuerza de voluntad para dejar el mal hábito sino de la buena voluntad del fumador para empatizar con el programa de desintoxicación. Otra sorpresa fue que la primera semana de la terapia todos fumábamos en clase”,
Licenciados en mercadotecnia por la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), Acaí y Cristofer han buscado que su profesión -considerada mercantilista por su apoyo al consumo-, tenga un sesgo social, así que su primer emprendimiento fue cultivar lechugas en piscinas de peces a las afueras de Guadalajara. Con 24 años a cuestas apostaron su resto para producir lechugas libres de pesticidas con la ilusión de que los campesinos se contagiaran de su lógica que implicaba cultivar más y mejor en menos terreno y sin la angustia de las sequías, los abonos químicos y las plagas de tierra. Para esto se hicieron socios de la más reconocida autoridad en hidroponía que hay en México y todo iba viento en popa hasta que su maestro hizo lo que pocos empresarios persiguen: destruir su propio negocio sin darse cuenta.
“Mi abuela comenzó a visitar Tepoztlán hace 25 años o más y fue construyendo la casa para su retiro, que llegó a sus 75 años cuando dejó de impartir su curso de FUMADOREX. Me costó trabajo convencerla de hacer su programa en línea porque para su generación el contacto presencial era indispensable, Finalmente la convencí de que en estos tiempos y sobre todo después del Covid todo sucede en la virtualidad. Eso quiere decir que podemos tener gente de Tepoztlán y de Chihuahua, de Morelos y de Jalisco, incluso de España y la India para exagerar un poco.
“El curso es de 8 semanas y se requiere un material de apoyo que ofrecemos gratis. Tendremos consultas directas y la asesoría de la fundadora del programa para los casos que la requieran El costo es moderado porque nos interesa que sean los jóvenes quienes aprovechen este método para dejar un hábito que puede llegar a destruir su vida y la de sus seres queridos. La mercadotecnia nos ha enseñado que la oferta y la demanda es la ley del mercado, pero hay una parte noble en esta ecuación que nos permite vivir de ella sin joder al prójimo. Eso es FUMADOREX; un emprendimiento para el bien propio y ajeno”.
Hasta aquí Cristofer. Acaí López no dijo una sola palabra en el café Revolución de Tepoztlán donde se dio la entrevista. No hizo falta. Es una joven tan bella que su cara, su mirada, su sonrisa lo dice todo.
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* Flavio Escárcega está terminando la carrera de comunicación en la Universidad de la Comunicación en Tlaltizapán de Zapata, Morelos.
