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Terminó el receso de Semana Santa y de Pascua, pero la actividad política no se detuvo. Las maneras de hacer política de muchos no cambiarán, el desaseo y las mentiras siguen siendo el pan de cada día de nuestra vida pública. Por ejemplo, la intentona de la oposición por demostrar que la nueva legislación en materia de comunicaciones es para restringir libertades y limitar el internet. Lo cierto, es que un artículo de la legislación en materia de comunicaciones tiene una desafortunada redacción en un tema vital de la democracia en esta era digital, por un lado; por otro, discutir la composición de los nuevos órganos reguladores vale la pena. Pero de ahí, a que lo que se busca es instalar “una dictadura” hay mucha distancia. En estos excesos vivimos. Pobre oposición, triste oposición, nos merecemos más los mexicanos.

Mientras eso sucedía, otros estábamos en las calles de nuestro país. Por un lado, tratando de impulsar la democracia participativa promoviendo la elección de los integrantes del Poder Judicial. Por otro, saliendo a la calle a encontrarnos con la realidad social de los tiempos que vivimos como sociedad. Hay un deseo intenso de miles de nosotros por cambiar nuestras circunstancias y lo intentamos con nuestras creencias, con nuestra forma de ver la vida. Los sociólogos lo llaman cosmovisión. En esta ocasión, miles de mexicanas y mexicanos creyentes salimos a reclamar y a declarar la paz a las calles de la Ciudad de México; llegando hasta el corazón de nuestra patria: el Zócalo.

La trigésima “Marcha por Jesús”, sí, 30 años celebrando todos los sábados de Gloria en Semana Santa con un desfile-marcha que llega hasta el centro de nuestra Ciudad. El doctor Carlos Quiroa, y ahora su hijo Pablo Quiroa, han organizado esta marcha año con año con decenas de comunidades de fe, con cientos de voluntarios y con miles de asistentes. Por cierto, su anuncio -no es la primera vez que se hacía- en una conferencia de prensa en la Cámara de Diputados desató una ola de comentarios, unos muy interesantes que dan pie a un buen debate; otros francamente una tontería, que no merecen mayor reflexión.

Los interesantes fueron sobre el Estado Laico, en una próxima columna explicare mis convicciones al respecto. Ahora, solo anoto que no pueden violentarse mis derechos constitucionales de libertad de creencia, de expresión y de reunión. Los comentarios francamente absurdos, aseguran de una supuesta organización y acuerdo de iglesias evangélicas para tomar el poder político. Que quede clara mi posición, las iglesias NO deben participar en política, y el Gobierno o el Estado no debe intervenir en asuntos que corresponden a la tarea espiritual de cada Iglesia. Cada quien a sus tareas y a sus funciones. Así, que quien asegure lo contrario miente, y yo les sugiero que dejen de ver películas de Hollywood sobre conspiraciones porque luego creen que esas ficciones son reales. Nosotros, y hablo en plural, solo queremos defender nuestros derechos constitucionales como minoría religiosa que somos. Quien asegure lo contrario, miente.

Y mientras algunos recrean sus inventadas historias de conspiración alimentando un falso debate, nosotros salimos a las calles a demostrar y decir lo que creemos. Permítanme compartir algunos párrafos de mi participación en el Zócalo ante miles de cristianos que fuimos a orar por nuestras autoridades y a pedir por la paz y la reconciliación nacional:

“Yo no sé ustedes, pero yo, yo ya estoy cansado de vivir en un México lleno de violencia. Donde lo anormal ya se nos volvió normal. Donde lo malo, ahora es bueno. Donde el crimen es lo habitual y los niveles de impunidad por no cumplir con la ley son escandalosos. En México puedes cometer delitos y crímenes porque no pagas por ellos.

México está sumido en una ola de violencia desde hace muchos años porque muchos de los encargados de procurar y administrar justicia no están cumpliendo con su labor pública. Pero también porque miles de mexicanos encontraron en el crimen organizado una manera de vivir, en México se ha creado una cultura egoísta y de muerte, donde la vida no vale nada, lo importante es que esté bien yo, los demás no importan. Y lo peor, los encargados de procurar la Paz, la Paz espiritual de la Nación, “esa paz que sobrepasa todo entendimiento”, poco o nada estamos haciendo.

Yo ya estoy cansado de oír muchas predicaciones sobre nada más y nada menos la tercera persona de la Trinidad y que no nos demos cuenta de que el Espíritu de Dios, el Espíritu de Verdad, puede y debe habitar en nosotros. Yo ya estoy cansado de mí, yo ya estoy cansado de mis amigos, de mis pastores, de mis hermanos y de mis hermanas, estoy cansado que CONTRISTEMOS AL ESPÍRITU SANTO. PORQUE SOLO EL ESPÍRITU DE DIOS puede traer paz a México.

Jesús después de decirles a sus discípulos: “Mi paz os dejo, mi paz hoy doy. Yo no la doy como el mundo la da”. Agregó: “No se turbe nuestro corazón, ni tenga miedo”. Jesús sabía que lo que les venía a sus discípulos era muy difícil, venían tiempos de miedo, de persecución, de presión, de aflicción.

El miedo es el enemigo. El miedo es un ladrón porque nos paraliza, nos inmoviliza individual y socialmente. Pero Jesús dijo claramente que: debemos enfrentar al miedo. Y claro cómo no vamos a tener miedo a los poderosos. Los que tienen armas, los que tienen dinero, los que tienen muchas personas a su servicio. Los que pueden comprar a policías, a jueces, a algunos gobernantes. Claro que da miedo. Pero saben, Jesús dijo: NO SE TURBE NUESTRO CORAZÓN, NI TENGA MIEDO.

Yo no sé ustedes, pero yo ya estoy cansado de vivir con miedo. Que mis hijos no tengan la libertad de salir porque tenemos miedo de que no regresen. De tenerles miedo a los poderosos. Pero saben de qué estoy más cansado, que el miedo ya se nos hizo habitual. Estoy cansado que los que deben tener miedo a la ley, no le tengan miedo ni a ley, ni a las autoridades, y nosotros si vivamos con miedo. Ahora con miedo a ellos.

Jesús un poco más adelante y ya casi para terminar con sus enseñanzas de esa cena les dijo: Estas cosas os he hablado para que EN MI tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad: YO HE VENCIDO AL MUNDO.

En los momentos de mayor temor, una ciudad revuelta, una sociedad violenta, una opresión militar de los romanos sin límites, una corrupción gubernamental y de los lideres religiosos sin precedentes, pero en ese momento ese puñado de jóvenes atemorizados encabezados por Jesús, quien estaba a punto de ser masacrado, cambio la historia de la humanidad para siempre. Y partir de ese momento, esos jóvenes atemorizados, que huían que se escondían, que lo negaban se dan cuenta que podían cambiar sus circunstancias, su realidad y lo hicieron porque encontraron donde radicaba la paz.

Por eso les digo que, YO ya estoy cansado que ya no creamos, que ya no confiemos que Jesús ya venció al mundo. Insisto, YO estoy cansado de mi porque ya me acostumbré a la incertidumbre, a vivir sin paz en mi país. Porque sabiendo que el Espíritu de Dios trae paz personal, familiar y social YO no aplico sus enseñanzas y por miedo callo y hago muy poco porque deje de creer en los Jesús dijo: Confiad yo he vencido al mundo.”

Hasta aquí la cita de mi intervención. Así las cosas, mientras unos andan en la grilla y en las teorías de la conspiración; otros nos dedicamos a dar el verdadero mensaje, y lo repito, lo que México necesita es: Reconciliarse con Dios y que los mexicanos nos amemos y nos respetemos los unos a los otros.

Hugo Eric Flores