¿Quién inventó internet?
Vista como un destello de luz en la oscuridad, un latido de esperanza en el silencio ocasionado por el no saber, la invención ha tenido un papel fundamental en el desarrollo de la humanidad. Ha sido la semilla insaciable para alimentar esa sed por lo nuevo que acompaña a la humanidad. En el pasado se asoció que su surgimiento provenía de la curiosidad, de la inquietud por dar respuestas a los misterios que acompañan al mundo, pero ha sido el recurso para desafiar reglas establecidas y la forma más inteligente de encontrar soluciones donde solo se veían problemas.
Una revolución tecnológica no nace por la pura ocurrencia de alguien, es resultado de la conjunción de distintos esfuerzos y talentos, de grandes mentes, de indagaciones provenientes de diferentes tiempos y que al ser retomados y unidos a otros recientes los investigadores o inventores ensamblan diversas herramientas para generar nuevos y, en ocasiones, revolucionarios productos. Para que esto sea factible tiene que existir un entorno propicio, vivirse un momento coyuntural que lo permita. En el caso de la computadora, su nacimiento se gestó en la mente de Alan Turing, quien en un artículo sentó las bases para la creación de una máquina lógica basada en el universo binario, el lenguaje del 0 y el 1. Este concepto, tan simple como brillante, se materializó en 1945 con la construcción de ENIAC, una máquina colosal diseñada por John Presper Eckert y John Mauchly, que se erigió como la primera computadora de la historia.
De hecho, para ese entonces ya en varias partes del orbe la construcción de la computadora se ideaba, había sido impulsada por varias personas, como lo refiere Walter Isaacson en su buena obra Los Innovadores: la historia de los genios que crearon internet. Eso es algo que suele ocurrir en períodos de invención efervescente, y eso que es cierto en el caso de la computadora, también lo es para internet: la misma idea es presentada o planteada por varias personas casi al mismo tiempo y en tal caso es difícil, e inútil, tratar de establecer su paternidad. Una patente puede ser una referencia en lo referente a algunas invenciones, pero no la demostración fehaciente de que quien lo haga fuera la primera persona que se planteó la creación de dicha herramienta.
En el libro de Isaacson se ve que una revolución tecnológica es el resultado de aspectos centrales: el talento de los innovadores, pero también del contexto que se vive y facilita dicha invención, de las redes y comunidades que pueden ser fundamentales para hacer factible los avances y descubrimientos. Además, las invenciones se nutren del pasado de manera que detrás de una invención existen muchas voces que la acompañan.
El libro de Isaacson si bien no es una historia de internet o de la computadora, sí es un recorrido por personajes importantes que contribuyeron al desarrollo de la computación e internet; el texto inicia con Ada Lovelace, considerada la primera programadora digital, y sigue con otros innovadores como Vannevar Bush, Alan Turing, John von Neumann, J.C.R. Licklider, Doug Engelbart, Robert Noyce, Bill Gates, Steve Wozniak, Steve Jobs, Tim Berners-Lee y Larry Page. A través de sus historias, el libro revela cómo estos talentosos inventores convirtieron sus ideas visionarias en realidades disruptivas y cómo su capacidad para colaborar y trabajar en equipo los hizo aún más creativos.
Por ello, el nacimiento de internet no se explica sin un ingrediente humano esencial: la cooperación. Es la concurrencia de talentos la que destaca en la confección de la misma. Internet es una herramienta cooperativa que es resultado de múltiples asociatividades. Muestra de ello es que no podemos decir con precisión a quién le corresponde ser considerado el creador de internet, pero sí sabemos que existen varias personas que fueron fundamentales para que dicho hallazgo tecnológico fuera factible.
En la creación de la red de redes hay aportes de talentos como Licklider, Bob Taylor, Larry Roberts, Steward Brand, Robert Khan, Vinton Cerf, Jon Postel, Steve Croker, Paul Baran, etcétera. Además, habría que agregar a hackers, hippies y una serie de usuarios pertenecientes a diversos sectores. Una historia que ha sido recogida de forma magistral, aunque parcialmente, por Katie Hafner y Mateehew Lyon en Where Wizards Stay Up Late. A los nombres registrados en este libro se deben añadir docenas, si no cientos de otros. Internet no sólo es el resultado de un conjunto de tecnologías sino también de una multiplicidad de invenciones. Internet es el genuino resultado de la inteligencia colectiva.
Pero si bien al inicio se podía pensar, que la red era un genuino producto de la generación de los baby boomers, en realidad poco después surgieron los aportes de la generación X o más reciente de los millennial; pero todas estas invenciones y contribuciones, derivan de estrategias científicas y bélicas que se remiten a la Segunda Guerra Mundial. Por eso se puede decir que si bien internet es un producto sobre todo de la generación boomer, la misma hubiera pasado sin pena ni gloria sin los aportes de las siguientes generaciones.
Pero en los tiempos que corren la innovación y el desarrollo tecnológico son cada vez más el resultado de esfuerzos colectivos y colaborativos, que esfuerzos individuales. Esto es el resultado del contexto en que se gestan las invenciones, por un lado está la complejidad que pueden tener algunos descubrimientos que demandan conocimientos y habilidades interdisciplinarias. De hecho ya desde los años sesenta del siglo pasado los esfuerzos colectivos eran una realidad: el Proyecto Apollo fue resultado de un equipo de miles de ingenieros y científicos de NASA que trabajaron juntos para llegar a la Luna. Internet es otro ejemplo notorio de eso. Hoy la labor científica y tecnológica está globalizada, con lo cual el intercambio de ideas a nivel global se ha vuelto rutinario y existe una fabulosa actitud hacia la colaboración; hoy los expertos en diferentes campos trabajan juntos para abordar problemas complejos; al mismo tiempo, la industria y la academia fomentan la cooperación y el trabajo en equipo.
Bajo este contexto es imposible pensar, por ejemplo, que el Proyecto Genoma Humano hubiese sido resultado de un esfuerzo individual, ya que concretarlo fue un esfuerzo internacional que involucró a miles de científicos; recientemente a escala mundial estuvimos inmersos en una pandemia, la de Covid-19, que para atacarla o frenarla requirió de trabajo y colaboración entre empresas farmacéuticas, universidades y organismos gubernamentales. Si bien es absurdo pensar que la innovación individual ya no sirve para nada, ya que todavía tiene su importancia, la misma para ser eficaz debe integrarse en un contexto más amplio de colaboración y trabajo en equipo.
Esto mismo lo resumió en su momento Paul Baran, uno de los creadores de internet, quien señaló que la creación de la primera red podría verse de la siguiente manera: «el proceso de desarrollo tecnológico es casi como construir una catedral. En el transcurso de varios cientos de años, nuevas personas se acercan y cada una de ellas coloca un ladrillo sobre las antiguas construcciones, cada una de las cuales dice: construiré una catedral, al mes siguiente se coloca otro ladrillo sobre el anterior. Luego viene un historiador que pregunta: bueno, ¿quién construyó la catedral? Pedro agregó algunas piedras aquí y Pablo agregó algunas más. Si no se tiene cuidado, se puede creer que alguien hizo la parte más importante. Pero la realidad es que cada aporte tiene que seguir o continuar sobre trabajos anteriores. Todo está ligado a todo lo demás».
Eso también de cierta forma lo refirió Alexander Graham Bell: «El gran problema con los inventos es que no se hace uno solo, sino que se hace sobre la base de lo que otros han hecho antes». Hoy nuevos ladrillos se siguen agregando a internet, para hacerla una tecnología virtual en cuanto está siempre en permanente actualización.
*tulios41
El ENIAC (Electronic Numerical Integrator And Computer) en construcción. Imagen: https://materialesdelaboratorio.net