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Las imposturas de Jaron Lanier

Antulio Sánchez*

Jaron Lanier es un personaje de la actual era tecnológica, él fue quien acuñó el término realidad virtual. Lanier nació en Nueva York en 1961, es ingeniero en computación y artífice de que la realidad virtual esté al alcance de muchas personas en la actualidad.

Lanier forma parte de esa camada de talentos, innovadores e investigadores que surgieron en Estados Unidos en los años sesenta del siglo pasado de la mano del tecnoutopismo, que se tejió junto con la contracultura y la fiebre hippie y poshippie. Desde que era joven Lanier se embarcó en propalar la idea del paraíso que abría la realidad virtual (RV), ocasionándole un caudal de seguidores, pero también de críticas por parte de la industria de cómputo y de humanistas que consideraban que sus propuestas no pisaban suelo firme, que pavimentaba el camino hacia la RV con promesas exageradas.

No es desmedido definir a Lanier como un genio; es un autodidacta a quien el calificativo de excéntrico le queda bien, ya que creció en una casa de domo geodésica en Nuevo México inmerso en sus dos pasiones: las matemáticas y la música. Hijo de un padre escritor de ciencia y una madre concertista, que murió cuando Lanier tenía nueve años, él hizo converger en sus investigaciones las matemáticas y la música.

Fascinado por las computadoras, Lanier se fue a vivir a California en 1980, en donde empezó a demostrar su talento al diseñar videojuegos para ganarse la vida y, de paso, alcanzar una reputación como hacker prodigioso. Más adelante, en 1984, Lanier formó su propia compañía, VPL Research Inc., con el fin de desarrollar tecnologías de RV, la cual ya existía en ese entonces pero era cara, se podía ver en los simuladores de vuelo que eran muy onerosos.

La contribución de Lanier fue desarrollar software de RV para ejecutar en sistemas relativamente económicos, en computadoras caseras, que se podían acompañar de guantes y gafas. Lanier para tal fin creó un guante ideal para RV, el data glove, que en su momento se convirtió en una interfaz de punta que causó gran sensación.

A estas alturas sabemos ya que la RV ha pasado por similares procesos de auge y desencanto como la inteligencia artificial, pero muchas de las cuestiones prometidas por la RV en los años 90 del siglo pasado han quedado en eso, porque los actuales sistemas de RV siguen dejando mucho que desear. Pero si bien a Jaron Lanier se le puede achacar haber apostado porque dicha tecnología sería la llave maestra para solventar diversos problemas sociales y científicos, también es cierto que ha terminado por considerar que esos fueron exabruptos juveniles.

En 1992, Lanier perdió el control de su empresa VPL y ésta pasó a manos de su socia la Thomson-CSF. Poco después se enfrascó en la música y dio a conocer un disco con sus composiciones de música clásica y contemporánea. A finales de la década de 1990, Lanier trabajó en aplicaciones para Internet 2, la internet de alta velocidad orientada a cuestiones académicas e investigación, y en la primera década del siglo XXI empezó a dar clases en varias universidades. En 2006 empezó a trabajar en el Microsoft Research como Científico Interdisciplinario, con el fin de dar cuenta del efecto de las nuevas tecnologías en la sociedad contemporánea.

En años recientes Lanier ha escrito varios libros que reflejan su cambio de postura: del tecnoutopismo inicial ha pasado a una crítica a las nuevas tecnologías, como lo refieren sus textos No eres un gadget, donde critica la Web 2.0, la idea de la sabiduría de la multitud, y acusa a los desarrollos de la Web 2.0 de devaluar el progreso y la innovación, así como de glorificar lo colectivo a expensas del individuo. En 2013, publicó ¿Quién es dueño del futuro?, en que expone que las grandes plataformas con sus servicios en la nube han convencido a los usuarios de que proporcionen información valiosa sobre ellos mismos a cambio de servicios gratuitos, que proporcionen grandes cantidades de datos prácticamente sin costo alguno y que las plataformas usufructúan sin que las personas que proporcionan esos datos tengan algún beneficio.

También publicó un libro demoledor, Diez argumentos para eliminar sus cuentas de redes sociales ahora mismo, en que hace una devastadora crítica al papel de las redes sociales: para él, plataformas como Twitter o Facebook hacen que sus usuarios sean más despiadados, menos empáticos, más tribales y se comporten a la menor preocupación como hordas desaforadas. Le preocupa que la dependencia de las plataformas de redes sociales esté reduciendo la capacidad de las personas para vincularse con la naturaleza, con su entorno.

Polémico e inteligente, Lanier es uno de los grandes personajes de la tecnología contemporánea; sin duda alguna en la actualidad es una de la voces más lúcidas y críticas de los derroteros tecnológicos.

@tulios41

  • Periodista especializado en nuevas tecnologías.

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