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Hugo Carbajal Aguilar

La reciente celebración de la Semana Santa nos sumerge en el estudio de la Teología de la Liberación, abundemos. No se trata de una mera relectura bíblica sin más, sino de una relectura desde los sectores oprimidos e insurreccionados del continente latinoamericano con la firme convicción de que su fe se nutre en la certeza de que…

“Dios está siempre del lado de los pobres, de los más despreciados, de los oprimidos…se manifiesta como el defensor del débil frente al poderoso, el que subraya el valor humano de los despreciados de este mundo. El que afirma el derecho a la vida de los pobres sometidos a las fuerzas de la muerte. El Dios en quien creemos como cristianos prefiere al pobre porque es pobre, porque se encuentra en una situación inhumana contraria a su voluntad”. (Gustavo Gutiérrez, entrevista “La alegría del pobre es su desafío al poderoso”, en Iglesias CENCOS, Año I, núm. 8, pág. 29).

Una atenta lectura de los profetas del Antiguo Testamento nos provoca estos razonamientos. Los profetas se comprometen con el pueblo, descubren los condicionamientos históricos de la opresión, de la injusticia, de la esclavitud, impelidos por “el llamado del Señor”. Sus principales preocupaciones y ocupaciones se refieren en línea directa a los más desprotegidos: al forastero, al huérfano, a la viuda. Denuncian al rico opresor como el pecador específicamente, sin equívocos, sin ambigüedades. Franca, abierta, imprudentemente, como ellos mismos dicen se ponen del lado de los pobres. Isaías, Jeremías… Amós, por ejemplo:

  “¡Ay de ustedes que transforman las leyes en algo tan amargo como el ajenjo y tiran por el suelo la justicia: ustedes odian al que defiende lo justo en el tribunal y aborrecen al que dice la verdad!

  “Pues bien, ya que ustedes han pisoteado al pobre exigiéndole una parte de su cosecha, esas casas de piedras canteadas que edifican, no las van a ocupar y de esas cepas escogidas que ahora plantan, no probarán el vino.

  “Pues yo sé que son muchos sus crímenes y enormes sus pecados, opresores de la gente buena, que exigen dinero anticipado y hacen perder su juicio al pobre en los tribunales.

  “Por esto, el hombre prudente tiene que callarse, pues estamos pasando días infelices”. (Amós 5, 10-13)

No hay en ellos ningún indicio de titubeos, de componendas ni de equilibrios. Constatan que la sociedad está dividida en clases y, por tanto, en lucha. Hablar de la lucha de clases no es propugnarla sino evidenciarla y hacer todo lo posible porque desaparezca. La Fe se manifiesta en el compromiso por la Justicia.

Aquí es donde se muestra lo revolucionario. La fe del cristiano se evidencia en la caridad, en el amor. El amor es su sustento y su plenitud. Y es, precisamente, el amor preferencial por los pobres el compromiso ante la vida.

Así, la inteligencia de la fe aparece como la inteligencia no de la simple afirmación y recitación de verdades sino de una actitud global, de una postura ante la vida. El mismo Jesús constata la división de la sociedad en clases y toma partido. Los Escribas y Fariseos de hoy, lo acusarían de polarizar a la sociedad.

“Felices los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. Felices ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán satisfechos. Felices ustedes los que lloran, porque reirán.

“Felices ustedes si los hombres los odian, los expulsan, los insultan y los consideran unos delincuentes... En ese momento alégrense y llénense de gozo, porque les espera una recompensa grandePor lo demás, esa es la manera como trataron también a los profetas en tiempo de sus padres.

Pero, ¡pobres de ustedes, los ricos, porque ustedes tienen ya su consuelo! ¡Pobres de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque después tendrán hambre!

“¡Pobres de ustedes, los que ahora ríen, porque van a llorar de pena!

“¡Pobres de ustedes cuando todos hablen bien de ustedes, porque de esa misma manera trataron a los falsos profetas en tiempos de sus antepasados!” (Lucas 6, 20-26)

Los Panistas, confesos católicos a ultranza, reducen la práctica de su fe a encomendarse a Dios, a cumplir los preceptos y la burocracia de la Iglesia Institucional suponiendo que eso va a salvar su corrompida alma. No se ilustran, sólo se fanatizan. Salvación equivale aquí a Liberación integral de las consecuencias del Pecado: hambre, marginación, explotación, opresión, abandono. Los explotadores y ladrones corruptos son los verdaderos ateos… que van a Misa.

Si estudiáramos estos textos, estos cuestionamientos, sin prejuicios de ninguna índole, encontraríamos puntos de apoyo para el desbloqueo ideológico de nuestro pueblo. Se entendería así que el rechazo a la Teología de la Liberación obedece más a cuestiones de interés político que a propósitos de guardar celosamente los contenidos de la fe cristiana.