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Lo que quedaba del Estado de Derecho lo está destruyendo la 4T ante la impasible indiferencia de la sociedad y la incapacidad de una oposición disgregada. Tal vez el mejor calificativo de esta tragedia sea el de “la anomia política y de la sociedad”.

Pero que significa “anomia” de acuerdo con la Real Academia de la Legua Española, significa “la ausencia de la ley o conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación”. Este concepto es la mejor descripción que retrata lo que está padeciendo la República mexicana y en particular nuestro querido estado de Morelos. Todo apunta que los únicos responsable de esta tragedia son la clase política sumisa a los despropósitos y megalomanía de su líder mesiánico y de una sociedad indiferente hundida en un individualismo amoral y conformista.

No está a discusión que el sistema de justicia requiera una reforma a fondo, pero lo que aprobó el inquilino del Palacio Nacional es un despropósito. Su aprobación nace de la extorsión, amenazas y actos de corrupción resultando en una paradoja “la corrupción queriendo combatir a la corrupción y la antidemocracia a la democracia”. Esto es el acto más ruin de “la anomia política”.

Lo que está ocurriendo en el estado de Sinaloa es indigno, dicen, las autoridades gubernamentales y militares “la paz volverá cuando los grupos criminales en conflicto lo quieran”. Esta es la más nítida expresión de la claudicación del Estado de derecho.

Y los diez homicidios ocurridos esta semana y que sacudieron la opinión pública de los morelenses, bajo un ambiente de anomia, las autoridades estatales y municipales, solo alcanzaron a vociferar “es entre grupos de criminales” y tan, tan, que reine la “anomia” y que muera el Estado de Derecho.