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Lo que estamos observando, no tan solo en México sino en otros Estados-nación del mundo, es que la condición humana se está desfigurando en su naturaleza y en su esencia, es decir, la maldad del hombre se ha desbordado. Lo vemos en gobernantes que buscan el poder “A toda costa” por encima de todo, sin límite en el gasto y pese a cualquier obstáculo o dificultad violando toda norma, engañando o mintiendo desde los espacios de su poder.

La desfiguración de la naturaleza humana viene desde que el hombre es hombre, pero en tiempos modernos se ha recrudecido en todos los ámbitos sociales, culturales, económicos, políticos, legislativos, industriales, bancarios, en el sector salud, farmacéutico, en ciencia y tecnología y, hoy en día, en redes sociales, en inteligencia artificial, desde luego, en muchos otros ámbitos.

La fuente de la desfiguración humana nace, del ego, la egolatría, la megalomanía, la traición, la mentira, el engaño, del endiosamiento del dinero y su acumulación desmedida; del odio y el sojuzgamiento de la condición humana; de la muerte de los valores, la ética y de la aniquilación de la moral social y política; de la impunidad y el empoderamiento del narco-Estado, bajo una alianza y complicidad perversa.

Es un horror los crematorios clandestinos encontrados en el rancho Izaguirre en el municipio de Teuchitlán, Jalisco. Lo que se está develando es inhumano y se presume que hay fosas similares en varios lugares y estados de nuestro ensangrentado México. Donde la barbarie esconde la verdadera y siniestra condición humana.

Lo que nos queda es alzar nuestra voz como lo hacen las madres buscadoras, y mirar hacia nuestro interior y recuperar el sentido de la dignidad humana, del espíritu y del amor.

Antonio Ponciano Díaz