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Ya lo sabíamos: Morelos es uno de los estados más peligrosos de México. También sabíamos que, si existe, la estrategia de seguridad que se aplica en la entidad es un rotundo fracaso.

En todo el país se vive una grave situación de inseguridad pero los niveles que sufre la población son diferentes en cada región gracias a la acción de sus cuerpos de seguridad. Si calificáramos por sus resultados a la estrategia de seguridad que, supuestamente, se aplica en nuestro estado definitivamente demandaríamos que se cambiara por cualquier otra.

De acuerdo a Morelos Rinde Cuentas, tan solo en el primer trimestre de este año nuestro estado aparece en alguno de los cinco primeros lugares de feminicidios, homicidio doloso, secuestro, violaciones, despojo y en diversos tipos de robo.

No es nada nuevo, son temas que ya conocíamos y a los que parece que, peligrosamente, nos estamos acostumbrando.

Pero esa organización civil también nos ofrece una visión del futuro que lamentablemente es todavía más catastrófica que nuestros actuales problemas. A pesar de que ya tenemos serias dificultades en diversos rubros, varios delitos experimentan un avance fuera de proporción.

La corrupción de menores -en el que Morelos cerró en primer lugar el año pasado- en los primeros tres meses de 2023 ya muestra un incremento del 50 por ciento; los homicidios dolosos y la extorsión también tienen un aumento significativo del 26 por ciento, mientras que el robo en el transporte público y de vehículos, superan el 50 por ciento.

Resulta muy preocupante imaginar como avanzarán las estadísticas hacia el final del año, cuando muchos de los actuales responsables podrían estar ocupados en campañas políticas, buscando un nuevo cargo a pesar de las deficiencias que han demostrado en sus actuales responsabilidades.

Eso es lo que critica el presidente de Morelos Rinde Cuentas, Roberto Salinas, quien observa que los encargados de ejecutar la estrategia de seguridad anteponen sus intereses particulares, o de grupo político, a una responsabilidad tan delicada como lo es la seguridad y tranquilidad de las familias en Morelos.

Síntoma de lo débil que es la lucha contra el crimen en el estado es que la supuesta estrategia se ha mantenido en secreto aunque, muy probablemente, no habría hecho diferencia alguna si se hubiera hecho pública desde un principio.

En medio de todo esto -y con pérdida de vidas y dolor en numerosos hogares-, se confirma lo que ya se sospechaba: que los puestos en la administración pública, por lo menos los más importantes, en ocasiones solo se ven como trámites en una trayectoria política, y no para servir a la ciudadanía y mejorar la vida de todos.

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