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Un grupo de personas sonriendo

Descripción generada automáticamente con confianza media El radicalismo de muchas ideológicas mal interpretadas en una sociedad plenamente intercomunicada ha fomentado un miedo al entorno de muchos individuos en todos los aspectos que conforman la mente humana, en el ámbito de la salud estos miedos han incrementado sin tener un efecto frente a las estadísticas. Miles de personas se encuentran al pendiente sobre lo malo que es el gluten, los colorantes y su relación con el cáncer, el uso de microondas como un factor de riesgo, dietas vegetarianas que prometen desintoxicar al organismo, productos orgánicos a precios elevados, dietas milagrosas y ejercicios castigadores, así como suplementos que prometen sanación.

Durante el tiempo que he escrito esta columna he tocado algunos de estos temas mencionando algunos de los efectos negativos sobre información sin fundamento científica pero manejada de una manera extraordinaria por redes sociales llegando a individuos en busca de salud y bienestar intentado adaptarse a nuevos tipos de alimentos caros y no tan agradables al paladar mexicano. No obstante, existe un grupo poblacional potencialmente importante: papás y mamás angustiados por heredar algo más que lo económico, intentado excavar entre tanta lluvia de ideas saludables, un estilo de vida que garantice la salud de lo que más les preocupa.

Hay que entender que la familia es la institución con más poder pues es en ella se construyen las mentes inocentes que serán guiadas para desarrollarse dentro de una sociedad, por lo que todo lo que se haga y diga dentro del núcleo familiar tendrá un impacto esto incluye a cada uno de los integrantes con quien se conviva en el hogar pues cada uno dejará en el inconsciente del niño una semilla que puede florecer o llevarlo a la autodestrucción, innumerables ya son las investigaciones existentes que demuestran la importancia de la familia en temas de salud.

Cada trastorno de la conducta alimentaria puede ser perfectamente explicado si se estudia la historia de vida del afectado, es común encontrar discursos que incitan al miedo a comer y al rechazo a una complexión heredada mediante frases dichas sin la intención de herir, con una inocencia bastante peligrosa. Algunas de las costumbres que afectaron la salud de la población mexicana parten del desconocimiento de información respecto a la función metabólica y sus efectos, por ejemplo, años atrás las cocinas mexicanas usaban cotidianamente la manteca animal como fuente grasa por lo que actualmente la hipertensión y los problemas cardiacos han afectado a toda una generación.

Aprendiendo de los errores, la búsqueda de opciones saludables se ha visto intervenida por un mercado capitalista dispuesto a adaptarse a las nuevas exigencias de una población que basa su toma de decisiones por lo que escucha y ve en redes sociales difundida como una verdad absoluta. Las primeras víctimas de esta tragedia de la salud son los padres quienes incluso un embarazo y lactancia ya implica la aparición de una serie de dudas y mucho miedo las cuales se acentúan teniendo a su hijo o hija entre sus brazos comenzando entonces una serie de medidas diversas, sin embargo, existe una que ha llamado mi atención debido a un sustento sin fundamento entre la comunidad científica: la adicción al azúcar, apareciendo la segunda víctima: los hijos de las víctimas de la nueva sociedad hambrienta de salud.

Se ha comparado a dicho comestible con drogas sustentando que su consumo llevan a comportamientos adictivos, por lo que es preciso plantear la connotación de la adicción, definida como el consumo de sustancias que alteran la vida cotidiana y la salud de un individuo; la base de esta denominación se explica mediante vagos estudios en animales asegurando que los neurotransmisores provocados por la ingesta de azúcares son los mismos en el uso de drogas sintéticas, dejando atrás otra parte importante en sus conclusiones observadas pues si se lee en extenso la investigación redactada nos encontramos ante una postulación relevante.

Entre los primeros detalles del experimento se menciona que la sustancia azucarada se da a los animales de manera controlada, es decir, no se deja al libre alcance, lo cual sucede con sustancia ilegales, no es posible ir caminando sobre las calles de una ciudad y entrar a una tienda para comprar metanfetaminas o cualquier otra droga ilegal. Esta característica es importante no olvidar pues se establece que la prohibición y/o control es un factor que detona la ansiedad por su consumo, cuando generamos una restricción a algún alimento o sustancia estamos creando una necesidad de consumo.

A pesar de lo anterior, muchos padres y madres toman decisiones como el control extremo del consumo de lo que malamente hemos denominado: “comida chatarra” presumiendo ante una sociedad hambrienta del poder juzgador una actividad altamente peligrosa, le estamos diciendo al inconsciente de un niño que esos alimentos son prohibidos e intentamos sustituir por algunos otros que poco son atractivos para el paladar infantil.

La prohibición provoca la curiosidad peligrosa y el deseo de consumo de lo que se esconde, estamos heredando el miedo a la comida olvidando enseñar algo más importante: el autocontrol, no les permitimos conocer su cuerpo y respetar su hambre y saciedad; creemos que los llevamos de la mano a una vida saludable pero solamente seguimos el mismo camino del adicto: el placer de consumir lo prohibido distorsionando el sentido de escuchar al cuerpo y dejarlo tomar sus propias decisiones.

Imagen que contiene alimentos, dibujo

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*Psico nutrióloga

Elsa Azucena Alfaro González