

Ivonne Ramírez – Silva
La matrescencia se define como el proceso mediante el cual una mujer se convierte en madre, implicando profundas transformaciones físicas, emocionales y sociales. Dentro de este proceso, la lactancia materna (LM) desempeña un papel fundamental, ya que no solo proporciona nutrición e inmunidad al recién nacido (así como otros elementos metabólicos relevantes), sino que también favorece el establecimiento del vínculo afectivo entre madre e hijo, además de contribuir a la salud física y emocional de la mujer.

En los últimos años, la matrescencia ha sido identificada como un segundo periodo de alta neuroplasticidad en la vida de la mujer. La neuroplasticidad —también conocida como plasticidad cerebral— es la capacidad que el sistema nervioso tiene para adaptarse a cambios fisiológicos y ambientales, reorganizando o formando nuevas conexiones neuronales, e incluso generando nuevas neuronas, con el fin de mejorar su funcionamiento, especialmente ante retos o cambios en su entorno. Si bien la adolescencia ha sido tradicionalmente reconocida como una etapa clave de neuroplasticidad, investigaciones en los últimos años, revelan que el embarazo, el parto y el posparto constituyen otro periodo crítico. Durante esta etapa —denominada como “matrescencia” —, los cambios hormonales inducen modificaciones en el cerebro materno que desencadenan el comportamiento maternal, produciendo cambios en la cognición, capacidad de respuesta materna, motivación, estado de ánimo y regulación del estrés entre otros. No obstante, aunque esta plasticidad cerebral materna cumple un propósito vital —asegurar la continuidad de la especie—, no siempre es inocua. De hecho, puede predisponer a la madre o futura madre a un mayor riesgo de enfrentar problemas de salud mental.
Por ello, la matrescencia y la LM representan ventanas críticas de oportunidad para proporcionar un apoyo adecuado a las madres durante este periodo de transformación, promoviendo tanto su bienestar como su salud mental.
La LM es un proceso dinámico que impacta tanto a las madres como a los bebés. Parte de este proceso depende de la acción de la oxitocina, razón por la cual las madres lactantes presentan niveles más elevados de esta hormona en comparación con aquellas que alimentan con fórmula. Se ha documentado que la oxitocina desempeña un papel fundamental en la creación de vínculos afectivos y en el fomento de conductas prosociales, ya que favorece la confianza interpersonal, la empatía, la cooperación y la percepción de emociones positivas en los demás. Además, modula la respuesta al estrés, promoviendo comportamientos de acercamiento y reduciendo las conductas de evitación, lo que refuerza el vínculo madre-hijo y facilita la adaptación emocional de la madre a su nueva identidad.
Incluso, nuevos estudios documentan cómo la LM influye en el reconocimiento de emociones en las madres. Una mayor duración de la LM exclusiva se asocia con un reconocimiento más rápido de expresiones de felicidad (facilitando la identificación de emociones positivas en los rostros), mientras que una mayor frecuencia de tomas diarias se relaciona con un reconocimiento más lento de expresiones de enojo.

De forma complementaria, otras investigaciones han demostrado que la duración de la LM exclusiva fortalece el vínculo afectivo entre madre e hijo, promoviendo la expresión de afectos positivos y conductas maternales más sensibles. También ha sido documentando que las madres que amamantan exclusivamente reportan menores niveles de estrés, menos estados de ánimo negativos y menos ansiedad en comparación con aquellas que alimentan a sus bebés con fórmula. Este efecto ansiolítico se manifiesta además en una disminución de la presión arterial y una reducción en la liberación de cortisol, ayudando así a que las madres estén más tranquilas y protegidas frente al estrés psicosocial.
Incluso, se ha identificado que, a mayor número de tomas diarias, la presión arterial de las madres tiende a ser más baja.
Sin embargo, para que todas las madres puedan beneficiarse de los efectos positivos de la lactancia en su salud, es indispensable reconocer y abordar los obstáculos que enfrentan. Dado que la complejidad de la vida es mayor, y otros estudios también han mostrado que la relación entre las respuestas al estrés y la lactancia puede ir en dos vías. La LM otorga muchos beneficios frente al estrés. No obstante, mayor estrés puede afectar negativamente la lactancia, por ejemplo, un estudio encontró que mujeres con mayor estrés, tuvieron menores concentraciones de prolactina, menores tasas de lactancia, mayor presión arterial y cortisol en comparación con las mujeres que tuvieron menos estrés.
La matrescencia y la LM representan ventanas críticas de oportunidad para intervenir positivamente en la salud mental de las madres, mediante apoyos estructurados y adecuados. En México sólo el 34.2% de los infantes recibe LM exclusiva (LME). Esto se debe a las múltiples barreras que afectan de manera negativa la decisión de las mujeres y sus familias para iniciar, establecer y mantener la LM.

No obstante, la evidencia muestra que brindar apoyo temprano a las mujeres durante la alimentación de sus hijos aumenta las tasas de LM. Cuando las mujeres reciben información específica y apoyo para resolver problemas comunes, es más probable que logren una LM exitosa. A nivel global, la consejería en LM (CLM) se reconoce como una de las mejores estrategias para iniciar y establecer la lactancia.
Sin embargo, en México, la falta de capacitación del personal de salud en consejería en LM constituye una de las principales barreras para que las mujeres amamanten de manera adecuada, especialmente ante las nuevas dinámicas familiares que hacen más necesaria esta forma de apoyo especializado. Por ello, es imperativo implementar legislaciones que promuevan y exijan la certificación en consejería y consultoría en LM, a fin de fortalecer las capacidades del personal de salud y mejorar la atención en lactancia, contribuyendo así a mejorar la salud materna.
