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Ausencia

 

¿Dónde se encontraba Antonia? Nadie se enteró hasta el aviso que recibió su entrenador de pilates, según el cual ese día permanecería en casa para reordenar su librero en que no cabía un libro más, regar sus plantas sedientas por el calor extremo que asolaba la ciudad, Y más pendientes que ella decidió no agregar a su mensaje.

Por su parte, Paulina pidió comida libanesa por la aplicación de Rappi. Tenía la firme intención de descansar instalada en su sillón de jardín durante todo el tiempo que le fuera posible bajo la sombra de la buganvilia. Desplegó primero su lista de contactos y emprendió la tarea de enviar unas palabras de feliz día escogiendo frases adaptadas a la personalidad de sus amistades más entrañables. En eso se entretuvo horas. Fue interrumpida por el timbre del chico repartidor tocando a su puerta.

Por poco y esa mañana Florencia saca su perro al parque en su paseo cotidiano cuando se acordó de la fecha. Regresó entonces a acostarse para ver la temporada siete de Black Mirror en compañía de Tobi, ya resignado, que se acurrucó junto a ella para disfrutar de una larga siesta temprana.

En la calle, Juan conducía zigzagueando a prisa para entregar sus pedidos de mercancías, en vista de que su cuñada le había avisado desde la víspera anterior de su ausencia.

La tienda de abarrotes de Don Paco permaneció cerrada hasta que él mismo llegara a abrirla después de haber traído al cerrajero a forzar la cerradura, porque sus llaves las tenía Susy, su empleada, quien no se había presentado a laborar sin ofrecer explicaciones. No era su estilo, pero Don Paco no preguntó.

Ese día, faltaban tortillas, los laboratorios no entregaban los resultados de los análisis, hubo cortes de luz, agua, varios salones de belleza no atendieron al público, los rodajes cinematográficos se suspendieron, varias operaciones quirúrgicas se pospusieron. Una fábrica de refresco decidió mejor regresar a Alberto, Edgar, Andrés y Gustavo a sus casas por no estar en condiciones de iniciar con sus actividades de producción.

En cuanto a Julián, resultó molestó por no poder recibir a sus colegas con su habitual: “hola muchachas, miren nada más que buenonas se ven el día de hoy” antes de soltar su tradicional carcajada sarcástica. Por las avenidas y bulevares, el tránsito era más fluido, muchos negocios, instituciones y empresas se mantenían cerrados. Ángel quiso llegar anticipadamente a la escuela para adelantar el proyecto que Ángela y él habían emprendido juntos para presentarlo a la próxima feria industrial. Le avisaron en el pórtico de seguridad de la entrada que la mujer no se encontraba así que emprendió preocupado el camino de regreso.

La ciudad cojeaba, apagada, desalentada, angustiada y deambulante sin rumbo. ¿Dónde estaban ellas, todas ellas? ¿Anuladas, invisibilizadas, no escuchadas, asignadas a residencia, abducidas, violentadas, castigadas, desaparecidas, o asesinadas? No. Simplemente se tomaron un día para estar en casa, sin salir por ningún motivo, ni hacer home office. “Un día sin mujeres” fue un experimento de veinticuatro horas creado para reflexionar, para que renazca el respeto, el amor sin atisbo de violencia, para vivir en un mundo equitativo. Lo que no se sabe aún es si fue un proyecto idealista, una idea que nunca se llevaría a cabo o simplemente un sueño compartido por muchas.

Nota: Los sucesos y personajes retratados en esta historia son ficticios. Cualquier parecido con personas vivas o muertas, o con hechos actuales, del pasado o del futuro es coincidencia, o tal vez no tanto. Lo único cierto es que no existe manera de saberlo y que además no tiene la menor importancia. Creer o no creer es responsabilidad de los lectores.

*Escritora, guionista y académica de la UAEM

Hélène BLOCQUAUX