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VIGILANCIA

Hélène BLOCQUAUX

Joana intentaba desviar la atención de Xil de su vestido festivo y escotado al menú de la cena. Al mismo tiempo, buscaba la manera de no dejar escapar un comentario sobre la pequeña caja de chocolates, seguramente rancios, que estaba desempacando, dejando al descubierto la etiqueta roja tachada con plumón negro que evidenciaba una fecha de compra lejana al día de la celebración. 

El amor también tiene descuento ¿verdad Xil? Eso pensó Joana entre otras fórmulas igual de provocativas. Lo pensó con tal fuerza que su novio casi le leyó el pensamiento. Xil preguntó: ¿y mi regalo, se te olvidó en el coche? Joana le contestó: es una sorpresa, te la doy más tarde. Xil saboreó la respuesta. 

La mesera se acercó sonriente a la mesa 14. ¿Puedo tomar su orden? Xil susurró descontento al oído de Joana: “has visto los precios? Escogiste Valentino’s a propósito ¿verdad?” Distante, la joven contestó: “¿por qué no disfrutar de la noche en lugar de pelear? Vamos a tomar el menú especial”. Xil la interrumpió: “bueno, tú lo tomas y yo nada más quiero una ensalada. Se me cortó el apetito”. Xil extendió su mano protectora para abrazar a Joana y sacar selfies. Ella se estremeció. “Sonríe y tapate el escote, que tengo que presumir que te llevé a Valentino’s esta noche”. Frente a la cámara, Xil puso su sonrisa de pasta dental. “Caray, ahora tengo que usar filtro para matizar tu maquillaje. Date cuenta Joana”. 

Cenaron viendo la pantalla gigante que transmitía en bucle videos musicales sin sonido. Al llegar las dos tazas de capuchino luciendo corazones cremosos, Xil sacó un puro y exhaló bocados de humo sobre Joana quien movió su silla hacia atrás. El globo blanco atado con un hilo al barrote reventó. Xil explotó echando ahora el humo sobre los comensales más cercanos. Murmuraron masivamente su descontento. En Valentino’s, se reserva el derecho de admisión y no quisieron ser invitados a dejar el lugar. 

Joana juntó los pedazos de plástico blanco. “Qué raro, ¿no le pusiste rastreador como a mi celular el mes pasado? Voy al baño”. 

Joana recogió sus pertenencias. Sentía que el espacio diminuto entre las cuatro paredes del baño era su mejor refugio. Revisó las fotos publicadas por Xil y agregó un comentario: puro amor de chocolate. Tiró la caja con su envoltura en el bote de basura. 

Impaciente, Xil llamó a la mesera. “¿Señorita, podría decirle a mi novia que los cafés se están enfriando? Además, me trae las cuentas por separado”. 

La mesera contestó: la señorita ya se fue y pagó las cuentas. También le dejó una nota que me pidió entregarle. Aquí la tiene. Xil abrío la hoja de papel doblado: me llevo tu hermoso coche rojo del año. Si me denuncias, tengo muchas selfies con moretones que le van a interesar a la fiscalía. 

Nota: Los sucesos y personajes retratados en esta historia son ficticios. Cualquier parecido con personas vivas o muertas, o con hechos actuales, del pasado o del futuro es coincidencia, o tal vez no tanto. Lo único cierto es que no existe manera de saberlo y que además no tiene la menor importancia. Creer o no creer es responsabilidad de los lectores.

*Escritora, guionista y académica de la UAEM 

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