loader image

 

 

La migración judía a México se remonta a la época virreinal, pero se consolidó a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. En la década de los años treinta del siglo pasado, cuando Europa estaba en la antesala de sus horas más negras, no pocos judíos lograron encontrar un puerto de abrigo en tierras mexicanas. Desde entonces su presencia en el mundo de la cultura, la ciencia, la academia, la industria y el comercio entre diversos sectores ha sido constante.

La Eterna Primavera es un crisol de culturas, corrientes de pensamiento y manifestaciones de fe, que nutren nuestra identidad y pluralidad, aquí no puede faltar la presencia y el aporte de notables miembros de la comunidad judía como Josefina Maus fallecida el verano pasado y la familia Brener, quienes han hecho de Tecnos, uno de los establecimientos fabriles más importantes de Morelos.

León Davidoff nació en Gdansk, hoy Polonia, aunque él siempre se refirió a su ciudad natal por su nombre en alemán: Danzig. La madre de León vio oportunamente las señales de alerta ante el antisemitismo en ascenso, primero en Danzig después en Francia y tras lamentables episodios de abuso escolar, decidió emigrar con sus hijos a México. León, aun niño debió desarmar una plancha para ocultar ahí las joyas de su madre, el único patrimonio que pudieron llevar con ellos al zarpar en el famoso buque “Paul Lemerle”. Al llegar a México, León con el espíritu indomable de los emigrantes, se forjó como un extraordinario hombre de negocios, aquí conoció a Ruth, bellísima mujer sefardita y dueña al igual que León de una extraordinaria cultura. Ruti, como la llamábamos sus afectos, fue hija de Alberto Misrachi, quien fundó la Central de Publicaciones y la Galería Misrachi. Ruti narró en su libro autobiográfico “Volaron las palomas”, que se enamoró del joven León, precisamente al verlo por horas montado en las ramas de un árbol leyendo un libro.

Pero León no sólo desplegó una intensa actividad empresarial y cultural, sino que también destacó, como un decidido promotor y oportuno gestor de las relaciones entre México e Israel. Fue uno de los fundadores del Instituto Cultural México-Israel. Como víctima del antisemitismo europeo, creyó firmemente en el establecimiento de un Estado para los suyos y de manera incansable como ya se mencionó, bregó por estrechar los lazos de Israel con México. Su labor partió desde concertar reuniones al más alto nivel, hasta promover las visitas de jóvenes mexicanos a los kibutz. A la par de lo hecho en México, donó instalaciones de gran valor en Israel: centros comunitarios, culturales, deportivos, un parque con el nombre de “México” y el “Davidoff Cáncer Center” el más avanzado en su tipo en Medio Oriente, mismo que patrocinó junto con Ruti, su hermano Jacques y su cuñada Monique.

En Cuernavaca, construyó su casa en Atlacomulco, a un lado de la barranca de Amanalco, la propiedad albergó un notable acervo de arte contemporáneo mexicano, además contó con un bello jardín y una gran biblioteca. Ahí no solo disfrutó de la vida en familia y con amigos, sino que se llevaron a cabo discretas reuniones con personalidades de primer orden ligadas al conflicto en el Medio Oriente. León me compartió en una ocasión, que después de charlar con Ariel Sharon en la terraza de Cuernavaca, comprendió que con un hombre como Sharon, jamás se alcanzaría la anhelada paz entre judíos y palestinos.

Ruti y León murieron en 2009, y su hijo Alberto en su nombre recién donó la casa de Atlacomulco a la UAEM, que ahora se ha convertido en la “Casa Estudio Davidoff, Centro Intercultural Universitario”. La continuidad del legado cultural de Ruti y León en Cuernavaca, ha quedado entonces asegurado a través de nuestra Máxima Casa de Estudios. Hace unos días la gobernadora de Morelos, Margarita González Saravia, el alcalde de Cuernavaca José Luis Urióstegui Salgado y la rectora de la UAEM, Viridiana Aydee León Hernández develaron la placa alusiva en la propiedad. Aquí es importante señalar la labor del abogado Hugo Salgado Castañeda, miembro del Consejo Editorial de La Jornada Morelos, quien destaca no solo como notario público o cuernavacense de arraigo, sino por su espíritu universitario, él fue actor de primer orden en las gestiones para la donación de la Casa Davidoff así como en su momento, de la donación que hizo la familia Echeverría Zuno de “Los Belenes” también a la UAEM.

León fue un trotamundos, vivió intensamente junto con Ruti entre París, Nueva York, Tel Aviv y Cuernavaca, su generosidad no fue exclusiva con la patria de sus mayores, también con México donde creció, formó una familia y un patrimonio fruto de un esfuerzo constante y honrado. Hoy al igual que el Cid Campeador, Ruti y León siguen tras su partida ganando batallas, en esta ocasión afortunadamente a favor de la cultura y la academia en Morelos ¡gracias!

*Escritor y cronista morelense.

León Davidoff, foto archivo del autor

Roberto Abe Camil