El capitalismo está fundamentado en la libertad del individuo, o al menos eso defienden sus proponentes. Dirán que es, en esencia, el sistema económico más liberal que existe, que le da a los individuos la libertad de hacer lo que deseen con su propiedad, propiedad que puede ser adquirida con nada más que el trabajo duro, y que todos dentro de la sociedad tienen las mismas oportunidades para adquirirla. Así, quienes trabajan más o mejor serán, naturalmente, los más exitosos.
Me encantaría poder decir que esto es claramente ridículo, pero, debido en parte a que nuestro sistema actual es capitalista y, en parte, a la naturaleza humana de guiarnos por una noción romántica de meritocracia, la gran mayoría de las personas piensa que esto es cierto y que quien trabaje más duro tendrá mejores oportunidades, sin importar qué. Más ofensivo aún son aquellos que sí han leído la teoría y no están influenciados exclusivamente por los medios y lo que, francamente, es propaganda, pues estos irán aún más lejos y se empeñarán en defender que no es solo el mejor sistema, sino que el gobierno no es más que una obstrucción para el pleno desarrollo del libre mercado y de los individuos que actúan dentro de este.
Dentro de Estados Unidos, aquellos que aspiran a un gobierno limitado y libertades extendidas para el mercado y los individuos se llaman a sí mismos libertarios. Claro, la filosofía libertaria no es exclusivamente americana y, de hecho, no nació en Estados Unidos, pero como sucede con todo lo que ese país toca, toma una vida propia influenciada por la cultura estadounidense. En muchos casos, los símbolos de esta ideología americanizada han sido adoptados por grupos republicanos, cosas como la bandera amarilla con una serpiente o el eslogan “Don’t Tread on Me”. Entonces, resulta fácil confundir a libertarios con conservadores, pero hay que recordar que el Partido Republicano no ha sido mejor para las ideologías libertarias que el Partido Demócrata; en ocasiones ha resultado peor, pues insiste en involucrar al gobierno en las decisiones personales de las personas, con cuestiones como el aborto o el género de personas trans. Resulta entonces ridículo que aquellos que supuestamente quieren limitar el gobierno y extender libertades individuales apoyen a este partido tan vocalmente. Esto es porque, en realidad, no lo hacen; el Partido Republicano ha hecho un esfuerzo consciente de pintarse como el partido que quiere limitar el gobierno y extender libertades, imagen que han logrado venderle a la población debido a que sí protegen las libertades de la clase capitalista y de las corporaciones. Como parte de esta construcción de imagen, han atraído a libertarios reales que no notan las incoherencias en sus ideales y los del partido, pero mayormente han hecho que sus seguidores preexistentes adopten los símbolos del libertarianismo.
¿Cómo es posible que los libertarios reales no noten las incoherencias de su filosofía y el partido que apoyan? Simplemente es que están acostumbrados a apoyar cosas que se encuentran en conflicto consigo mismas, pues el capitalismo no es el sistema más liberal, ya que existe un conflicto de intereses entre la clase capitalista y sus trabajadores. Además, el estatus de tu familia inmediatamente dicta tus posibilidades y limita el éxito que puedas tener, sin importar qué tan duro trabajes. De igual manera, el libertarianismo y sus ideales de un poder gubernamental limitado actúan en contra de las libertades que tanto aman. Claro que el que una institución como el gobierno dicte qué puedes o no hacer es una limitación de tus libertades, pero al no tener alguna organización que las limite, estás abierto a que otros individuos las violen y las limiten, debido a que tampoco hay alguien evitando que ellos lo hagan. El liberalismo busca proteger el desarrollo pleno de los individuos, cosa que ninguna persona racional abogaría en contra, pero la clase capitalista se ha empeñado en decir que es su sistema el único que defiende estas libertades y, por extensión, que las limitaciones gubernamentales a su desarrollo van en contra del liberalismo. Debemos proteger nuestras libertades y los ideales liberales, pero no de la mano del gobierno, sino de la mano del mercado.
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