Es un libro de testimonios autocríticos, desgarradores, valientes y conmovedores de jovencitas y jóvenes que, mediante la lucha armada, intentaron derrocar al gobierno y sustituirlo por uno favorable a las clases explotadas. Por tamaña osadía sufrieron secuestro, desaparición, tortura, cárcel y se les dio trato de delincuentes comunes y no de luchadores sociales.
Es un testimonio autocrítico porque señala fallas de su Partido, como ese de que al firmar un documento “…TODOS los miembros del CC (Comité Central), cometieron el error de firmar con sus nombres verdaderos, lo cual facilitó a la policía la localización y aprehensión de la mayoría de ellos. …Y es que, en el PPUA, el liberalismo y el bajo nivel político era la tónica en la que se movía”.
El libro lo encuentro desgarrador, por cómo, la hermana mayor expresa: “Raúl, él más que nadie, realmente creyó que podía hacer algo por los pobres, por los más necesitados, por quienes habían sido siempre engañados… Nunca supe exactamente qué hizo él, en qué lío se metió; no he querido saber hasta la fecha si cometió algún delito, supongo que sí, que traspasó la delgada línea que separaba la legalidad y sus sueños guajiros… Xóchitl, ella ni siquiera tenía el pretexto de esos sueños, se metió a lo loco en esto o más bien la metieron… Josefina y Victoria fueron las víctimas más inocentes, con diecisiete y dieciocho años”.
Digo que hay testimonios valientes porque solo una gente valiente se atreve, como lo hace la hermana mayor, al plasmar por escrito que corre ella corre el riesgo “…de que me llamen blasfema los idealistas de izquierda, declaro que para mí ha sido más importante tener satisfechas las necesidades primarias de mi familia, como comer, estudiar, tener una mejor calidad de vida, que involucrarme en causas que considero imposibles. Antepuse lo doméstico, lo familiar, lo intrascendente, a los ideales y a los sueños de salvar al mundo y hacer algo por mi país”.
Hay pasajes conmovedores que te enchinan la piel.
Esta juventud respondió con ánimo al llamado de “crear dos, tres Vietnam” lanzado por el legendario Ché Guevara en 1967; estaban perfectamente enterados de que la guerrilla boliviana había sido aniquilada después de que al Ché, herido, lo remataron y que en ello hubo participación directa de militares norteamericanos. Estos jóvenes también eran conscientes de que para el año de 1973 los Tupamaros uruguayos, una guerrilla urbana temeraria y audaz también había sido derrotada en una guerra contrainsurgente dirigida por militares y espías norteamericanos. Estos jóvenes tenían información actualizada respecto del desfavorable estado de los movimientos guerrilleros latinoamericanos; obviamente, estaban al tanto de que cinco y tres años antes, en 1972 y 1974, el ejército mexicano había abatido a los profesores y comandantes guerrilleros Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas Barrientos.
¿Y entonces, por qué se hicieron guerrilleros, si sabían cómo le estaba yendo a las guerrillas?
Porque creo que pesaba más, inmensamente más, la humillante derrota que en 1975 propinó al imperialismo yanqui el Viet Cong. Si los vietnamitas pudieron, nosotros ¿por qué no? Y fue así que estos “jóvenes íntegros, soñadores y hasta cierto punto ingenuos” como los describió y defendió su mamá, la profesora Josefina Salgado Basave, se incorporaron al Partido Proletario Unido de América para por la vía armada trabajar por la conquista de un sistema más justo para los mexicanos; para estos jóvenes la guerrilla no fue un sueño guajiro e irrealizable sino una realidad inmediata, objetiva, urgente e irrenunciable, porque los motivaba la pobreza y extrema pobreza en que vivían 30 de los 70 millones de habitantes que México tenía en ese entonces.
Gracias a Victoria y a quienes “en un camino de regreso de las sombras a la claridad” rinden su testimonio y hacen que este libro sea esencial para quienes no queremos padecer amnesia social e histórica ni que la ignominiosa represión se repita.
Por la persistencia de Victoria, la familia Mendoza Salgado y varios amigos hablan de lo que por décadas callaron. Logró convencerlos de que “si el dolor queda muy dentro y no se hace nada para sanar ese dolor y ese sufrimiento, el cuerpo inteligente protesta y el dolor sale por donde pueda salir, de ahí las dolencias y enfermedades que a la larga puedan resultar” y, entre todos ellos y ellas lograron que este libro se convierta en una pedagogía de la angustia y al mismo tiempo en un canto a la libertad.