

Tres rostros
Ángel Jesús Sixtos Flores y Mario Santana Barzalobre*

Alrededor de las 3 de la tarde salimos de la Universidad hacia Yautepec. Llegamos a un evento de expresión urbana enfocado en el grafiti, con presentaciones de raperos de los distintos municipios del estado. Lleva el nombre de Buda Rap, organizado por Dahbrine, un artista urbano, e inspirado en las actividades a las que él asistió como músico y que tiene la intención de revivir la escena en Yautepec. Lo hizo porque, a su parecer, los eventos habían disminuido en los últimos años, y los artistas no tienen lugar donde presentarse. El lugar escogido fue Movieroom, un restaurante/multifloro/sala de cine en Yautepec. Llegamos a las 6 de la tarde. El lugar cuenta con un diseño llamativo: en la parte exterior se encuentran mesas distribuidas a lo largo del vestíbulo, sus paredes están decoradas con el arte de Pelo, un artista local. Uno de los cuadros más destacados es un cristo crucificado, un nativo americano, en una cruz de nopal, y un sol en la parte trasera, con la bandera de Estados Unidos en la zona superior; a su lado se encuentra un lienzo en blanco en donde los artistas visitantes dejaban su placa y representación del municipio donde vienen. Al escenario llega un hombre maduro y con una estética de hip hop: es el maestro de ceremonia Panda Films, con 3 años en el ámbito del rap, centrado en un enfoque comunitario donde buscar el crecimiento mutuo de sus compañeros. Al momento de hablar, el público se queda en silencio, pero él comienza con una introducción del origen del hip hop: género de libre expresión relacionado con las comunidades marginadas, racializadas, pobres. También hace referencia de las leyes migratorias de Trump, menciona el daño que sufren los migrantes latinos, siendo discriminados y rechazados por la sociedad gringa. Luego, comienzan a subir los artistas al escenario, proveniente de distintas zonas como Cuernavaca, Tetecala, Jojutla, Cuautla. En las letras de las canciones muestran su modo de vida, sus emociones, de una manera libre, genuina sin restricciones alguna, pero también cayendo en lugares comunes de su discurso: el uso de drogas, la confrontación con la ley, el abandono. En el medio de la presentación se sube el maestro de ceremonias, esta vez con una máscara de tres rostros, representando diversos trastornos mentales, o las diferentes caras de una persona o la esquizofrenia natural que sufren los anónimos de nuestra época. No está claro. Esa representación tiene el nombre de El Facktor. Octavio Paz, en un cada vez más triste ensayo, definía al mexicano como un ser de máscaras, de ocultamiento. Aquí, tal vez la máscara no sea el recuerdo lúgubre de la derrota, sino una contra/narrativa, una expresión combativa ante la marginación.
*Laboratorio Contra/Narrativas (CIIHu-UAEM)
Fotografía cortesía del autor.
