Índices
A lo largo de algunos meses, el Laboratorio de Contra/Narrativas (CIIHu-UAEM) ha publicado quincenalmente crónicas sobre exclusión y violencia en situaciones contemporáneas. Las historias de quienes no las tienen abundan, por lo que, a partir del primer domingo del 2025, la columna Los anónimos de la tierra pasará a ser semanal. Agradecemos a lectoras y lectores que nos siguen y comparten; esperamos que estos textos sean índices de una realidad que debe pensarse, por la que se debe luchar.
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Es un jueves por la mañana. El sol pega de lleno mientras el cerro del Higuerón nos mira con amabilidad. Pese a que es invierno, el sol mantiene una temperatura agradable, a diferencia del verano infernal en esas mismas coordenadas. Apenas llegamos, nos topamos con un tianguis ocasional, de esos donde hay un poco de todo, pero en el que abundan puestos de objetos variados, a los que muchos llamarían basura: ropa usada –muy usada–, juguetes viejos, herramientas oxidadas, libros rotos. Interesantes lugares, porque, sin redimir por completo la mercancía, siempre encuentras algo qué rescatar, algo qué valorar, ya sea por reciclarlo, ya sea por mera nostalgia, por ser un índice de otro tiempo. Al dejar atrás esas carpas, entramos al cementerio. Todo blanco, silencioso, salvo que, a mitad de camino, se ha levantado un campamento de la Guardia Nacional, con sus uniformes blancos también, camuflados estilos siberianos, inútiles a menos de que estés en la tundra rusa. Al seguir, nos encontramos con otro campamento, el de los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas. Se reconocen por los tendederos, con rostros y frases, por las mesas acomodadas con cierto descuido vital: las provisiones al fondo, donde sobresale un saco de comida para perro, porque al lugar han llegado varios sabuesos vecinos que, si entendieran, seguro ayudarían al trabajo que allí se hace. Al lado de este campamento, sobresale una carpa más, una que cobija a los forenses excavando en una fosa común que ya debió, hace tiempo, arrojar todos los huesos que contenía. Estamos en el cementerio Pedro Amaro, en Jojutla, y lo que presenciamos es la segunda exhumación de su fosa común, aunque los colectivos le llaman fosa clandestina por la clandestinidad de todo lo que la rodea: enterramiento ilegal, violencia burocrática, olvido. Por los procedimientos legales, no se ha hablado todavía de cuerpos rescatados, sino de indicios, desenterramiento de indicios. Para Carlo Ginzburg, el pensamiento indiciario, producto de los índices, es propio de nuestra época: visto en la medicina, en el arte o en la literatura detectivesca. Los índices pueden ser síntomas, signos, huellas, pero también historias que hablan del presente, el pasado y el futuro.
*Laboratorio Contra/Narrativas (CIIHu-UAEM)
“Nombre bordado en la memoria”, Carlos Emilio García Alpízar, Jojutla, 2024 / Cortesía del autor.