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En Morelos hay muchas razones para protestar, sin ir muy lejos, hace unos días se llevó a cabo la concentración multitudinaria en contra del “plan B” de las reformas electorales que convocó a vecinos de más de cien ciudades hasta del extranjero, según sus organizadores.

La capital del estado acaba de pasar por una racha de protestas vecinales por la deficiencia del servicio de agua potable: cerraron calles y se originaron graves congestionamientos en las principales vialidades de Cuernavaca.

También, no hace mucho, la Brigada Nacional de Búsqueda organizó marchas pacíficas para visibilizar el profundo drama de su penosa tarea.

La calle es de la gente y es ahí en donde los vecinos pueden comunicar sus problemas a la comunidad.

Sin embargo, ahora que se acerca el 8 de marzo, el Día de la Mujer, las autoridades se preocupan por la integridad de los edificios de gobierno y los monumentos, quizá contagiados por la paranoia que se vive en la capital del país, a pesar de que se ha demostrado que, las verdaderas organizadoras y las participantes con motivos reales, saben cómo aislar a quienes ven este tipo de manifestaciones como un pretexto para sembrar un poco de anarquía.

Las mujeres en México tienen razón para estar enojadas, y las mujeres morelenses más; si hemos de hacer caso a las estadísticas de violencia contra ellas, Morelos vive una de las peores épocas para las mujeres a nivel nacional. 

Si en todo el mundo las mujeres protestan porque sufren diversos rezagos históricos de los que muy lentamente la humanidad comienza a salir, en México y en Morelos, pueden protestar por algo tan básico como lo es el respeto a la vida, a su vida, a la vida de las mujeres.

Y pocas cosas tan indignantes como las tasas de feminicidio, de violencia de género y de impunidad en Morelos, que desde hace algunos años siempre encabeza las listas negras en nuestro país.

Entonces, sí tienen razones justificadas para mostrar su indignación y su inconformidad, y apuntan a problemas que no se pueden arreglar de la noche a la mañana, por lo que seguramente habrá marchas el próximo año y el siguiente, y todas van a ser combativas.

Pero ninguno de nosotros debería permanecer como espectador y las autoridades no deberían esconderse tras vallas que, más que proteger inmuebles, parecen confirmar que los del otro lado no quieren verlas ni oírlas.

En Morelos las mujeres sí tienen sobrados motivos para estar enojadas, pero los verdaderamente peligrosos, con seguridad, no asistirán a la marcha.

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