El año 2025 se perfila como un periodo de grandes desafíos para México, particularmente en el ámbito económico. Después de un lustro marcado por la incertidumbre global, las tensiones geopolíticas y las consecuencias de políticas internas que han generado división, el país enfrenta retos apremiantes en materia de finanzas públicas, crecimiento económico y comercio exterior. Abordar estos desafíos no solo requiere de diagnósticos claros, sino de decisiones audaces y coherentes que permitan un desarrollo sostenible.
Uno de los retos más inmediatos se encuentra en las finanzas públicas. El presupuesto para 2025 proyecta un déficit fiscal superior al 4% del Producto Interno Bruto (PIB), uno de los más alto en décadas, solo superado por el de 2024. Esto ha despertado preocupaciones tanto en organismos internacionales como en analistas locales, quienes advierten sobre los riesgos de un endeudamiento acelerado en un contexto de tasas de interés globales aún elevadas.
El creciente gasto en programas sociales y megaproyectos emblemáticos ha generado tensiones presupuestarias, aunque estas inversiones buscan fortalecer la infraestructura y reducir la desigualdad, su viabilidad en el mediano plazo es cuestionable si no se acompañan de ingresos fiscales proporcionales. Según datos de la Secretaría de Hacienda, la deuda pública podría superar el 50% del PIB en 2025, un umbral que comprometería la capacidad de financiamiento futuro del país. Esto plantea la necesidad urgente de una reforma fiscal integral que no solo incremente la recaudación, sino que lo haga de manera progresiva y equitativa, evitando sobrecargar a las clases medias.
Por otro lado, el crecimiento económico de México se encuentra en una encrucijada, tras un repunte moderado en 2024, impulsado principalmente por la industria manufacturera y el comercio exterior, el país enfrenta un entorno global menos favorable. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que el crecimiento económico de México será de apenas 2.5% en 2025, insuficiente para absorber la demanda de empleo de una población joven en expansión.
El estancamiento de la inversión privada, tanto nacional como extranjera, sigue siendo un obstáculo importante. Factores como la incertidumbre jurídica, los conflictos en sectores estratégicos como la energía y la falta de incentivos fiscales adecuados han desalentado la confianza empresarial. Además, la informalidad, que afecta a más del 55% de la población económicamente activa, limita la productividad y reduce los beneficios de las políticas económicas.
Para enfrentar este desafío, México debe apostar por políticas que fortalezcan el estado de derecho, promuevan la competencia y reduzcan la burocracia, asimismo, es indispensable fomentar la innovación y el desarrollo tecnológico como motores del crecimiento, siguiendo ejemplos exitosos en economías emergentes como India y Vietnam.
El comercio exterior ha sido uno de los pilares de la economía mexicana, representando más del 70% del PIB, sin embargo, el panorama comercial en 2025 presenta tanto oportunidades como riesgos, la reconfiguración de las cadenas globales de suministro ha favorecido a México como un destino clave para el nearshoring, gracias a su cercanía con Estados Unidos y su red de tratados internacionales, según datos de la Secretaría de Economía, las exportaciones manufactureras crecieron un 12% en 2024, impulsadas por sectores como la industria automotriz y la electrónica.
No obstante, esta ventaja competitiva podría verse limitada por problemas internos. La falta de infraestructura logística moderna, los cuellos de botella en puertos y carreteras, y los elevados costos de energía son obstáculos que deben ser atendidos de manera prioritaria. Además, las tensiones comerciales con Estados Unidos en temas como la política energética y los estándares laborales plantean riesgos para la continuidad del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), un acuerdo fundamental para la economía mexicana.
México enfrenta en 2025 un panorama económico desafiante pero no insuperable. La combinación de un déficit fiscal creciente, un crecimiento económico insuficiente y un panorama comercial incierto exige respuestas decididas y articuladas. Es fundamental que el gobierno adopte una visión de largo plazo, que priorice la estabilidad macroeconómica sin descuidar el bienestar social. Esto requiere no solo de reformas estructurales, sino de un liderazgo político capaz de generar consensos y confianza.
El tiempo apremia, y las decisiones que se tomen hoy determinarán si México puede aprovechar sus fortalezas para superar estos retos o si, por el contrario, quedará atrapado en un ciclo de vulnerabilidad económica.
*Profesor de El Colegio de Morelos.