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Oralba Castillo Nájera

​​​​ “Acuérdate de nuestras tardes como la de hoy, en ​​​​​​que laplática nos alimenta más que la ​​​​​​historia compartida”​​​​​​​​​Marcela del Río

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Imposible no recordar las pláticas con Marcela del Río; mujer extraordinaria, actriz, maestra, directora de teatro, dramaturga, periodista, poeta, pintora, diplomática.

Premio Olimpia, León Felipe, el Juan Ruiz de Alarcón por “El Pulpo”, la tragedia de los Kennedy;Medalla Semetama, Letras de oro, Pluma de oro y muchas más hacen marco al cuadro del general Bernardo Reyes su abuelo, personaje en la “La utopía de María.” Marcela entretejió la historia y la fantasía. Al escribir el monólogo “Fraude de la tierra”, para un Festival en Moscú, sintió la felicidad de escribir y se dedicó a ello con disciplina, empeño y creatividad. 

A los 15 años escribió un poema, que su madreenvió a los Juegos Florales de Colima, Marcela ganó el premio, sin que le causará impresión.  Convertida en escritora con reconocimientos en Estados Unidos, la República Checa, la UNAM, entre otros, es sencilla, no presume de premios, ella es en sus novelas, cuentos, poesías y con sus amigos a quienes regala anécdotas increíbles: 

–Un día iba corriendo al trabajó, se me atoró un tacón y caí debajo de un tranvía, no me moví, cuando me levanté, estaba intacta. Un policía me dijo: volvió a vivir.

Todos los días escribe, ordena su biblioteca y recibea sus amigos en el salón con candiles con calabazos de cristal, muebles añejos de postín. Atmósfera de trabajo, curiosidad y sabiduría.

En una reunión de la Sociedad de Escritores de Morelos, de la cual fue presidenta, nos mostró ellibro “Los Mastodontes”. Abrió sus páginas con recortes de periódico, crónicas de María Amelia Reyes. Pasó sus manos sobre las hojas y contó que su madre, murió porque un médico le puso una inyección de penicilina, a la que era alérgica.  

Siempre la acompañó su amor por Hermilo Novelo el virtuoso violinista. Se conocieron por casualidad, que se volvió destino. Ella leía bajo una jacaranda en la India Bonita, él se acercó a la mujer sentada a la sombra del árbol. Sorpresivamente supieron que no podrían separase. Ambos eran casados, Marcelacon un médico psiquiatra. Hermilo le llamó por teléfono. Bocina en mano, le explicó que acababa de decirle a su esposo su amor por él. El doctor le dijo: “Me voy, quédate con la casa. Gracias por los cinco años que me diste”. Un caballero.

Vivían en Tlatelolco, el 2 de octubre, sufrió la masacre sola, Hermilo llamaba sin lograr comunicación. Los soldados subían y bajaban asesinando, se escondió en la azotea. Esta experiencia aparece en sus libros.

Años después la nombran agregada cultural en Praga, Hermilo estaba en la cumbre de su carrera, pero sufría acoso por una dama de mucho poder, quien, al sentirse rechazada por Novelo, usó sus influencias para arruinar su carrera. Praga fue una bendición, recorrieron Europa, pronto el violinista estaba en medio de aplausos y admiración.

Formaron una pareja que respetaba su espacio de trabajo. “Teníamos un hall que separaba nuestros estudios, cuando alguno encendía la lámpara del pasillo era señal de estar libre, y nos reuníamos de buen humor”.

Hermilo regresa a México, ella está en Bruselas, él va rumbo a un concierto, en la carretera sufre un absurdo e inexplicable accidente, es llevado al Seguro Social en calidad de desconocido. Alguien reconoce al famoso violinista. Marcela recibe la noticia de un grave accidente. Toma el avión, lo encuentra con vida artificial. Se desmaya, lo acompaña, le habla, lo cuida. El letrero de desconocido la llena de rabia. Pronto se sabría su muerte. Hermilo Novelo ocupa a la prensa. Esta historia la escribe en “Rumbo al concierto”, donde narra la trama de una mujer con poder, que lleva a Hermilo a la muerte.  

Marcela se pregunta, –¿me suicido, o hago una vida nueva? La literatura la sostiene. Vive. Aún habría muchos libros, premios, reconocimientos, viajes y satisfacciones. Escribe obras cumbre: “Perfil y muerte del teatro de la revolución mexicana”, “La utopía de María”, entre otros

Donó diez mil libros a la biblioteca de Catedral, que pueden ser consultados. A pesar de su generosidad, sus libreros permanecieron llenos. Al igual que los caballetes con sus pinceles listos a ser usados. Cuadros simbólicos, espejos, agua, mujeres desdobladas, magia y gatos. Éstos fueron su alegría, los ocho tenían nombre e historia singular. Fue presidenta de la Sociedad de Escritores de Morelos, con Marcela festejábamos las navidades con pavo y vino. 

Nada sustituirá las pláticas, anécdotas, risas de su sonrisa bella, su pasión por las letras.

A un año de su muerte, leo la dedicatoria – “Acuérdate de nuestras tardes como la de hoy, en que la plática nos alimenta más que la historia compartida…”

Marcela del Rio Reyes murió el 31 de marzo de 2022.