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Cuenta Uriel Nava González que él estuvo presente cuando el arquitecto y cronista Ricardo Zúñiga Vázquez, por separado, grabó el testimonio de Antonio Zúñiga Rodríguez y Paz García, personas oriundas del pueblo y que ambos coincidieron al narrar los sucesos del 20 de marzo de 1911 transmitidos oralmente de generación en generación:

La mañana del 20 de marzo de 1911 en el pueblo de San Pablo Hidalgo (Tlaltizapán, Morelos) se reunieron decenas de campesinos dispuestos a sublevarse en contra de Porfirio Díaz. Debían reunirse en un pueblo de difícil acceso, para no ser sorprendidos por los porfiristas. Ese pueblo era San Pablo Hidalgo que está rodeado por el imponente río Cuautla del que solo sus habitantes conocían los puntos donde se podía cruzar sin peligro y desde los cerros que lo rodean se podían detectar acercamientos del enemigo.

Tres fueron los convocantes: José Rodríguez Morales “El Ranchero” —vendía carbón y maíz, la hacía de médico homeopático y era compadre de Emiliano Zapata porque este llevó a bautizar a su hija Emiliana—, Catarino Perdomo —enérgico y sagaz con poder de convocatoria— y el valiente y decidido Marcelino Rodríguez.

Se juntaron afuera de la casa de “El Ranchero”. A las diez de la mañana llegaron los profesores Pablo Torres Burgos y Otilio Montaño con Emiliano Zapata seguidos de bastante gente de a caballo, entre ellos, José Hernández (de San Rafael), Bonifacio García y Trinidad Ruíz, Francisco Mendoza Palma (de Puebla) e Ignacio Maya (de Guerrero).

Pablo Torres Burgos, principal líder, en su discurso, exhortó a la muchedumbre a defender el Plan de San Luis, apoyar a Francisco I. Madero, y dar la vida para heredar un mundo mejor a las futuras generaciones, donde imperara la libertad y la justicia social de los campesinos.

Otilio Montaño y Emiliano Zapata lazaron la arenga: “Ahora vamos por nuestra libertad, viva Madero, viva la virgen de Guadalupe, viva la revolución del sur, abajo las haciendas, vivan los pueblos, viva México”.

Y entonces se dio paso a la solemnidad: cantaron el Himno Nacional y todos, uno por uno, juraron bandera, pasando a besarla y expresando: “hasta vencer o morir”.

Fue a este acontecimiento que el arquitecto Zúñiga denominó: INICIO SOLEMNE de la Revolución del Sur, solemnidad que nueve días antes no se le dio en el zócalo de Villa de Ayala cuando Torres Burgos, Montaño y Zapata se levantaron en armas.

El Ayuntamiento de Tlaltizapán (2006 – 2009) decretó la conmemoración anual de este hecho histórico.

* Basado en un ensayo escrito por el historiador Uriel Nava González. Está colaboración vendrá en el No. 6 de la Revista 17 DE ABRIL del Instituto Estatal de Documentación.

José Rodríguez Morales “El Ranchero”

Julián Vences