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Plan de Ayala. Mitos y mentiras sobre el ideario suriano. 28 de noviembre de 1911.

 

“Los que suscribimos constituidos en Junta Revolucionaria para sostener y llevar a cabo las promesas que hizo la revolución[…], declaramos solemnemente ante la faz del mundo civilizado que nos juzga y ante la Nación a la que pertenecemos y amamos, los principios que hemos formulado para acabar con la tiranía que nos oprime y redimir a la patria de las dictaduras que se nos imponen”, advirtieron los revolucionarios surianos en 1911.

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El conocido como Plan de Ayala, en realidad fue denominado Plan Libertador de los hijos del Est[ado]. de Morelos, afiliados al Ejército Insurgente que defienden el cumplimiento del Plan de San Luis Potosí con las reformas que ha creído conveniente aumentar en beneficio de la Patria Mexicana, fue firmado y promulgado el 28 de noviembre de 1911, y no el 25, como planteó Octavio Irineo Paz Lozano en El laberinto de la soledad ‒1950.

Desde su aparición, el plan suriano ha generado apologías, falsos debates, descalificaciones, mentiras, exageraciones y mitos. Arbitraria o prejuiciosamente se ha atribuido su autoría al propio Emiliano Zapata Salazar, a Francisco Vázquez Gómez, a Emilio Vázquez Gómez, a Dolores Jiménez y Muro, a Gonzalo Ávila Díaz o a Salustio Carrasco Núñez. Por ignorancia hay autores que han pretendido minimizar a su autor: Otilio Edmundo Montaño Sánchez.

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“La Junta Revolucionaria del Est[ado]. de Morelos no admitirá transacciones ni componendas políticas […]; pues la Nación está cansada de hombres falaces y traidores que hacen promesas de libertadores pero que, llegando al poder, se olvidan de ellas y se constituyen en tiranos”, advirtió el artículo 5° del plan. Y los artículos 6° y 7° reivindican los derechos de los individuos y de los pueblos sobre las tierras, las aguas y los montes.

Aunque sus apologistas han reiterado, ad infinitum, que el anenecuilquense no aspiraba al poder, los artículos 2° y 3° del plan demuestran lo contrario: tras el desconocimiento de Francisco Ignacio Madero González como “Gefe […] de la Revolución […] y Presidente de la República”, se reconoció como jefe del movimiento a Pascual Orozco Vázquez y, “en caso de que no acepte este delicado puesto”, se reconocerá a Emiliano Zapata Salazar.

Además, el Plan de Ayala no fue firmado en el antiguo San José Mapaxtlán morelense, sino en el San Marcos Ayoxuxtla poblano; se signó con el lema “Justicia y ley”, modificado a “Libertad, justicia y ley” y, posteriormente, a “Reforma, libertad, justicia y ley”. Reformado dicho plan el 30 de mayo de 1913, Zapata fue reconocido como “el caudillo del Ejército Libertador Centro Suriano”, después llamado “Ejército Libertador del Sur y Centro”.

El laberinto de la soledad; Octavio Paz; cuarta edición; Fondo de Cultura Económica; México; 1964; 180 pp.

Zapata and the Mexican Revolution; Jonh Womack Jr.; Primera edición; Alfred A. Knopp Inc.; New York; 1968; 462 pp.

Iniciación de la Guerra de Independencia en el hoy territorio del estado de Guerrero; Leopoldo Carranco Cardoso; primera edición; Universidad Autónoma de Chapingo; México; 1964; 236 pp.

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Emiliano Zapata. Antología; Laura Espejel, Alicia Olivera, Salvador Rueda; primera edición; Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana; México; 1988; 480 pp.

Imagen: Plan Libertador de los hijos del Estado de Morelos (fragmento); Ayoxuxtla, Puebla; 1911. Archivo Jesús Zavaleta Castro.

Jesús Zavaleta Castro