La carta. Los familiares de las personas desaparecidas han logrado lo que no ha podido hacer todo el aparato de procuración y administración de justicia en México: obtener testimonios de lo ocurrido para llegar a la verdad sobre la represión que el Estado ha cometido en contra de personas que han sufrido la desaparición forzada. La impunidad, la violencia y los crímenes cometidos durante décadas, han sido posibles por un sistema de dominación que se levanta sobre la violación sistemática de los derechos humanos para mantener un sistema de dominación capitalista que reproduce los peores excesos. Las Doñas, las madres de las y los desaparecidos políticos durante los años 70s, formaron el Comité Nacional Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos “Eureka”.
En las reuniones que se llevaban a cabo en Monterrey, Chilpancingo, Guadalajara, Culiacán, lo mismo en casas particulares como la de Rosario Ibarra de Piedra en la Colonia Condesa del entonces Distrito Federal o en las aulas de las Universidades como la Autónoma de Guerrero, los testimonios sobre la forma en que la policía o el Ejército se llevaron a sus familiares estremecían la conciencia de quienes asistíamos a ésas reuniones que dieron pie a la formación del Frente Nacional Contra la Represión y en Cuernavaca al Frente Pro Defensa de los Derechos Humanos, Garantías Constitucionales y Libertades Democráticas. Ahí se daban a conocer toda clase de información que obtenían los familiares, incluyendo cartas y notas anónimas que hacían llegar inclusive los que habían participado en estos hechos represivos, como expolicías o exmilitares, que no podían vivir con los remordimientos de conciencia por los gritos de dolor de los torturados.
Quienes enviaban esos escritos sabían que sus vidas mismas corrían peligro si se daba a conocer que habían filtrado información que era guardada en los archivos de la Dirección Federal de Seguridad, del Ejército o de la Marina. Hoy que sale a relucir públicamente una carta entregada a doña Rosario Ibarra de Piedra, donde se mencionan a más de 183 nombres de personas que habrían sido llevados en los llamados “vuelos de la muerte”, se cuestiona la razón por la que no fue dada a conocer antes, como si hubiese sido un intento deliberado de los familiares por ocultar esta información.
Nada más alejado de la realidad. Archivos completos de los documentos recopilados por los familiares se les entregaron a diversas autoridades, como lo fueron en su momento las direcciones de derechos humanos de la Secretaría de Gobernación que dio paso a la integración de la base de datos del Programa de Presuntos Desaparecidos que se creó al nacer la misma Comisión Nacional de Derechos Humanos en 1991, o los que se proporcionaron a la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado y actualmente a la Comisión de la Verdad del Mecanismo para el Esclarecimiento Histórico que en próximos días rendirá su informe. No es solamente una carta, sino miles de documentos que permanecen en los archivos de la represión, sin que sean debidamente investigados para llegar a establecer la verdad de lo ocurrido y a lograr una justicia largamente pospuesta.
Trozos de verdad. Explica Marcela Turati: «¿Que cómo se enteraron las familias de las 183 posibles víctimas de los ‘vuelos de la muerte’ de la noticia? Como escribí en mi reportaje, las ONG de DH y algunas dependencias de gobierno, así como un exfuncionario, habían empezado a informarlo desde semanas antes a integrantes de colectivos, a líderes. Luego, un colectivo de familiares circuló la lista por WhatsApp y pidió difundirla urgentemente entre familias de víctimas de la «guerra sucia», pero no tenía elementos para explicarles qué era; a la mañana siguiente Octaviano Gervasio Serrano, líder del Colectivo de Atoyac dio la noticia en Guerrero en una entrevista en radio, y avisó a las familias y a la prensa que los 183 estaban muertos en el mar. No creo que alguno de esta cadena mencionada deseara dañar a las personas que llevan 50 años esperando a sus seres queridos; es la noticia más dura y dolorosa que se puede dar. Esta es una pieza nueva de un rompecabezas que a lo largo de las décadas ha tenido distintos descubridores; distintos trozos de verdad han surgido desde las organizaciones, la academia, el periodismo, investigadores sociales y las propias familias de las víctimas.
Que la indignación inicial nos sirva para exigir al Estado que nos diga dónde están esas personas desaparecidas que nos siguen faltando. Si hay peleas que dar que sean contra quienes se los llevaron -otra vez el ejército; otra vez ‘Fue el Estado’- y para apoyar a los familiares de las personas desaparecidas. Que esta información nos mueva a investigar juntas, que logremos que gente que tiene más información rompa el silencio, que se abran más archivos, y que sigamos sumando nuevos caminos por dónde investigar.»
Nunca más el silencio. Compartimos la necesidad y la exigencia de que toda la información en poder del Ejército sobre las desapariciones forzadas de los años 70s y las actuales deben ser dadas a conocer hasta lograr que haya verdad y justicia y que nunca más se repitan violaciones a derechos humanos.
Hasta encontrarlos. Están por cumplirse 10 años desde la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. En 43 días, se conmemora una década de este triste hecho, que sacudió a México y que aún hoy es una herida abierta. Desde mañana y hasta el 25 de septiembre, nombraremos cada día a cada uno de los estudiantes, en preparación de la marcha del 26 de septiembre. Acompáñanos en este ejercicio de memoria. No dejemos solas a las familias en su lucha por la verdad y la justicia. Por los 43 y por las miles de personas desaparecidas en México que aún nos faltan: 1 Abel, 2 Abelardo, 3 Adán, 4 Alexander, 5 Antonio, 6 Benjamín, 7 Bernardo, 8 Carlos Iván, 9 CarlosL, 10 César, 11 ChristianA, 12 ChristianT, 13 Cutberto, 14 Dorian, 15 Emiliano, 16 Everardo, 17 Felipe, 18 Juan, 19 IsraelC, 20 IsraelJ, 21 Jesús, 22 Jonás, 23 JorgeAlvarez, 24 Jorge Aníbal, 25 JorgeAntonio, 26 JorgeLuisG, 27 JoséManuelC, 28 JoséÁngelN, 29 JoséE, 30 JoséLuisL, 31 Jhosivani, 32 JulioCésarL, 33 Leonel, 34 LuisAngelA, 35 LuisAngelF, 36 Magdaleno, 37 Marcial, 38 Marco, 39 Martín, 40 Mauricio, 41 MiguelÁngelH, 42 MiguelÁngelM, 43 Saúl.
¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!