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Las complejas relaciones bilaterales con nuestro vecino del norte han marcado jornadas intensas en el aún joven mes de febrero. Partiendo desde el posicionamiento digno y sensato de la Presidenta de la República ante la amenaza arancelaria de su par estadounidense, hasta los acuerdos alcanzados el pasado lunes después de la llamada entre ambos mandatarios. Sin duda alguna, Claudia Sheinbaum logró que México saliera mejor librado que Canadá, Colombia o Panamá, algo que ha sido reconocido por propios y extraños. En la Guardia Nacional un batallón lo forman 2,500 elementos, entonces movilizar a la frontera cuatro batallones de Guardias Nacionales, 10,000 efectivos, es una concesión que México puede asumir sin problema alguno.

A la par de la batalla comercial, se da el espinoso tema migratorio. Aquí como en todos los momentos difíciles de la historia de la humanidad, sale a relucir lo mejor y lo peor de la condición humana. Es bien sabido que el éxodo de mexicanos hacia Estados Unidos se ha dado por quienes deben emigrar en busca de un mejor horizonte y ante la lamentable falta de oportunidades en su país. De unos años a la fecha, también se expatriaron mexicanos de condiciones socioeconómicas más acomodadas, que huyeron de la grave crisis de inseguridad que ha asolado a México durante el presente siglo. Todos ellos son admirables y un ejemplo de trabajo, constancia y sacrificio. A los mexicanos y a sus descendientes los vemos desempeñándose en labores agrícolas, industriales, prestación de servicios, como empresarios creando fuentes de empleo, pero también como servidores públicos e incluso sirviendo en las fuerzas armadas norteamericanas, son sin duda, héroes en ambos lados de la frontera.

Pero también hay Polkos, los Polkos fueron aquellos mexicanos, particularmente miembros de clases acomodadas que en 1847 formaron batallones para combatir a los invasores estadounidenses, pero en vez de marchar al frente en defensa del puerto de Veracruz, protagonizaron un cuartelazo en contra del presidente Gómez Farías. Su apodo derivó de su afición a bailar las entonces populares polkas y asociados también al presidente norteamericano James K. Polk. Hoy a los Polkos actuales, los podemos encontrar en personajes entreguistas como Eduardo Verástegui de talante radical y entusiasta seguidor del presidente Trump, a los grupos de “Latinos for Trump” o bien a los mexicanos de clase acomodada que viven en sitios como Woodlands, Texas y quienes sostienen que Trump va a meter en cintura a México ¡más desafortunado imposible!

El Estado de Morelos, ha sido un expulsor considerable de migrantes a los Estados Unidos, tan solo en el presente siglo, alrededor de 150,000 morelenses han marchado a trabajar en los campos agrícolas norteamericanos, algo que no es cosa menor, tomando en consideración que en Morelos, el agrarismo es una bandera icónica. Los migrantes morelenses son industriosos, se han organizado alrededor de clubes y los encontramos en Nueva York, Texas, Chicago, California, Minneapolis, Nueva Jersey, Las Vegas, Seattle e incluso más al norte, en Canadá. También hay en Denver, un club de nativos de la jojutlense localidad de El Higuerón. Los morelenses no se olvidan de su tierra, según datos del gobierno del estado, en el 2024 enviaron a sus familias, 22,000 millones de pesos por concepto de remesas, a su vez han fomentado programas para gestionar visas de turismo, particularmente para adultos mayores, con la finalidad de que sus seres queridos los puedan visitar, lo cual ha abonado a la reunificación de familias.

Pero también tenemos nuestra versión local de los Polkos. Varios medios locales y columnistas como el avezado periodista Jesús Castillo García, han dado cuenta de la figura del controvertido Pablo Castro Zavala, oriundo de Cuernavaca, quien dirige una “confederación” de migrantes, formó a su vez, otra organización por medio de la cual entrega reconocimientos a artistas mexicanos, políticos y a amigos personales. Como reportero, Castro Zavala pugnó por la liberación de paisanos condenados a la pena de muerte en Estados Unidos. Lo más asombroso aquí, es que una persona que ha hecho del tema de los migrantes morelenses y los sentenciados a la pena capital su “modus vivendi”, ahora apoye decididamente a Trump y se oponga a la llegada de más indocumentados a Estados Unidos, olvidando su origen y como llegó el en los años ochenta a California.

Ante los tiempos graves que se avizoran, el retorno de migrantes morelenses al estado puede ser inminente, debemos ser solidarios con quienes en contra de su voluntad tuvieron que dejar su terruño, pero aun así aportan considerables recursos a la economía local. Reconozcamos entonces a los héroes y tomemos distancia de los Polkos.

*Escritor y cronista morelense.

Roberto Abe Camil