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Las crónicas del Estado de Morelos y la Ciudad de México se entrelazan de manera ineludible. Partiendo desde la llegada de los Tlahuicas, una de las tribus cultas que emigraron de Aztlán al centro de México y se asentaron en el valle de Cuernavaca, la presencia de morelenses en la Ciudad de México y de capitalinos en Morelos ha sido constante y permanente. Los vínculos históricos, sociales, familiares, geográficos, culturales y económicos entre ambas entidades, son incontables y ríos de tinta no serían suficientes para describirlos

Basta con mencionar a los miles de capitalinos que hoy viven en Morelos, migración que se detonó tras los sismos de 1985 o quienes tienen una segunda residencia de ocio en el estado, en contrapartida se encuentran también los morelenses que trabajan o estudian en la capital, no son pocos los que día a día se desplazan de Cuernavaca a la Ciudad de México para llegar a sus centros de trabajo.

Al iniciarse el declive del zapatismo, Cuernavaca fue abandonada, la ciudad se convirtió literalmente en un pueblo fantasma, testigos relataron que incluso la maleza llegó a cubrir la céntrica calle de Guerrero en el primer cuadro de la ciudad. La inmensa mayoría de los habitantes de Cuernavaca se refugiaron en la Ciudad de México, muchos volvieron cuando las aguas volvieron a la calma, pero muchos otros no, se quedaron y echaron raíces en la capital.

El Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, es la arteria emblemática del país, una de las avenidas más bellas del continente, y un museo a cielo abierto que da cuenta de la memoria histórica de la nación. A lo largo de su trayecto se encuentran museos, el bosque de Chapultepec, edificios históricos y monumentos que no solo son soberbias manifestaciones de arte sino referentes de la identidad mexicana tales como la Diana Cazadora, la Columna de la Independencia, la estatua neo precortesiana de Cuauhtémoc, y el salvajemente destruido monumento a Colón entre otros.

A ambos lados de la avenida se levantan hermosos jarrones y esculturas. Las estatuas de mujeres destacadas son las más recientes y los bronces de mayor antigüedad de los próceres de la Reforma y representan también a sus respectivas entidades federativas. Desafortunadamente los vándalos y delincuentes no han tenido miramientos con el orgullo republicano y han dañado y graffiteado los monumentos. Buena parte de las placas de bronce han sido robadas con absoluta impunidad. En el caso de las esculturas de héroes militares no pocos han sido despojados de sus sables.

Pasando la Alameda central, la avenida continua y los monumentos también, a la altura del templo de San Hipólito se levantan los bronces a Francisco Zarco y a Guillermo Prieto, más adelante se alzan en sus respectivas glorietas, dos descuidadas esculturas de gran formato a José de San Martin y a Cuitláhuac, el tlatoani vencedor de la batalla de la Noche Triste. Después se llega a Tlatelolco, al histórico Conjunto Urbano Presidente Adolfo López Mateos que se edificó a partir de 1957 para desaparecer los arrabales cercanos al centro histórico y al Tecpan de Cuauhtémoc, el edificio que construyó Cortés para que fuera sede de la República de Indios.

Finalmente, y en el lado opuesto a la unidad habitacional de Tlatelolco, el Paseo de la Reforma hace esquina con la calle de Constancia, una de las de mayor importancia histórica en la Ciudad de México. La calle de Constancia, en la colonia Morelos, pertenece ya al populoso barrio de Tepito y ahí está la Iglesia de la Conchita, sitio donde García Holguín capturó a Cuauhtémoc la tarde del 13 de agosto de 1521. La Conchita es también llamada en náhuatl Tequipeuhcan “lugar donde empezó la esclavitud.

Entre Reforma y la iglesia de la Conchita rodeado de refaccionarias está la esquina de Constancia con Santa Lucia, sitio exacto donde Cuauhtémoc fue entregado a Cortés y el ultimo tlatoani pidió al conquistador que le diera muerte por haber fracasado en la defensa de su pueblo. La Calle de Constancia, reviste de enorme importancia por los hechos ahí acontecidos en 1521 y por ser una de las principales arterias de Tepito, pero también tiene relación con el Estado de Morelos.

Resulta que en la esquina de Paseo de la Reforma y Constancia se levanta el monumento al cuernavacense José Diego Fernández Torres, estatua que representa al Estado de Morelos en dicho Paseo. El senador Fernández, figura injustamente olvidada, ha sido el más grande de los legisladores de Morelos y quien valientemente defendió la soberanía estatal frente a Victoriano Huerta en 1913 desde la tribuna del senado. Hoy ni en Cuernavaca ni en Morelos, existe una calle, placa o monumento que lo recuerde. Para nuestro consuelo, su efigie se alza en la Ciudad de México, justo en la Colonia Morelos, y da cuenta no solo de la orgullosa pertenencia del Estado de Morelos al pacto federal, sino de los lazos y crónicas que unen históricamente a la Ciudad de México con nuestra entidad.

*Escritor y cronista morelense.

Monumento a José Diego Fernández, Colonia Morelos , CDMX. Cortesía del autor