MAESTRO VICTOR MANUEL CONTRERAS
Margarita González Saravia*
“Conocer nuestra historia es tener identidad con nuestra tierra.”
Hace apenas un par de meses murió el maestro Víctor Manuel Contreras. Un morelense nacido en Atoyac, Jalisco, quien se ganó el cariño profundo de los que lo conocimos. Él es el vivo ejemplo de las personas que llegaron a enriquecer nuestra tierra con su espíritu humanista y su gran talento artístico. Un ser sencillo, amable, que procuró la amistad de muchas personas. Gran conversador lograba captaba el interés y atención de quienes lo escuchaban.
Desde pequeño descubrió su sentido artístico y, muy joven, en 1957 realizó sus estudios en la Academia de San Carlos, continuándolos después en Estados Unidos, Alemania, Italia y Francia. Si bien tenía aptitud por la pintura, se destacó sobre todo en la escultura. Se inclinó por reivindicar el arte prehispánico y diversos conceptos de la vida, el trabajo, la naturaleza, la historia, el humanismo en sus obras a través de formas monumentales.
Sus más de ochenta obras realizadas a lo largo de su vida, se encuentran en diversas ciudades del mundo, como Roterdam, Ámsterdam, Milán, Londres, Bruselas y Paris. Destacan sus obras monumentales, como “Cristo caminando sobre la cruz” en Washington, Estados Unidos; “El origen” y “El bien y el mal”, ubicada en el Palacio de Justica del Hamilton County, en Chattanooga, Tennessee, Estados Unidos, con esa obra, se conmemoró en 1975 la Independencia de Estados Unidos; “Unidad humana”, obra en bronce rojo, forjada y pulida a mano, en la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York. También hay obra del maestro en Denver, Colorado. Solo por mencionar algunas.
Su obra lo llevó a conocer grandes personalidades del arte en el mundo como Pablo Picasso, Salvador Dalí y Marc Chagall.
También en el estado de Guerrero dejó un importante legado escultórico. En la Plaza Tapatía de Guadalajara se encuentra una de sus obras más imponentes: “La inmolación de Quetzalcóatl”, una escultura de bronce, considerada de las más altas del mundo. Mide 25 metros de altura, a su alrededor se yerguen otras cuatro esculturas representando los cuatro puntos cardinales, colocadas en una fuente de agua que la envuelve.
En los casi 60 años que vivió en Cuernavaca, se enamoró de nuestro estado y como él lo decía, Morelos inspiró mucho de su obra por nuestro gran legado cultural y nuestra belleza natural. Así descubrió la importancia de Quetzalcóatl en su quehacer por Mesoamérica, convirtiéndolo en una de sus principales esculturas.
El maestro Contreras fue también un personaje adoptado como un símbolo cultural de nuestra ciudad capital. Su vida cotidiana, por muchos años se desarrolló en el centro histórico en donde tenía varias propiedades incluyendo un taller. Se le veía caminar por las calles del centro, donde gustaba ir a comer en algunos restaurantes con sus amigos. Podía platicar durante horas de sus aventuras en la vida. Recibió un importante número de reconocimientos, por su labor los cuales agradecía con un especial sentido del humor.
Nos dejó como legado varias obras que forman hoy en día parte importante de nuestro entorno cultural, entre ellas la estatua denominada: “La madre”, en el calvario, recientemente donó a la ciudad una obra sobre Quetzalcóatl, en Teopanzolco y la más simbólica para Cuernavaca: La Paloma de la Paz, ubicada en la glorieta de entrada norte, símbolo nuestra ciudad. El maestro Contreras siempre será parte esencial de Morelos.
*Ciudadana Morelense