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Las cooperativas de cuidado ¿pueden aportar a mejorar esta crisis? Una experiencia contada en primera persona

 

Creo que todos y todas hemos experimentado, en algún momento, la necesidad de solicitar servicios de cuidados con la intención de cubrir las necesidades de algún ser querido; sobre todo las mujeres a quienes este rol es directamente asignado y nos vemos rebasadas por el trabajo productivo y reproductivo; en ese sentido ¿cómo las cooperativas pueden asistir positivamente a esta crisis de los cuidados?

Debo manifestar que estas líneas no solo las escribo como académica conocedora y estudiosa de las cooperativas como parte de la Economía Social tradicional, sino que lo hago también en mi actual rol de madre de dos bebés y mi reciente encuentro con un sector, el de los cuidados, totalmente desatendido en Morelos; lo anterior me ha llevado a tener muy malas experiencias y enfatizar en la necesidad de impulsar cooperativas de cuidado en nuestro estado. Asimismo, me he activado en grupos de madres – cuidadoras de sus hijos o padres – quienes comparten mi sentir y desesperación al no contar con redes de apoyo familiares y por ende buscan esos idóneos servicios de cuidados, privados, urgentemente; de modo que es una auténtica crisis que se viene experimentando en ese contexto.

La crisis de los cuidados implica una reiterada crítica al sistema socioeconómico en el cual ese trabajo reproductivo – el cual, hoy lo puedo aseverar por experiencia propia, es sumamente demandante y extenuante – queda fuera por estar vinculado a lo “no económico” o “no mercantil”, así se dan los repartos desiguales de las responsabilidades sobre los cuidados y sostenibilidad de la vida. A lo anterior se suma la disminución, en las últimas décadas, de la disponibilidad de las mujeres para cuidar del hogar pues nos insertamos cada vez en el ámbito laboral y nos convertimos, incluso, en proveedoras principales de ese hogar. Por ende, esta nueva realidad provoca el buscar, desesperadamente, una oferta de cuidado y de pronto nos encontramos con la dura realidad de que cuanto más esenciales para la vida son los trabajos, más feminizados, racializados y precarizados son.

En Morelos, al buscar opciones de cuidado brindadas por el sector privado, te encuentras con agencias de niñeras o “nannys” con elevados costos de hasta 120 pesos por hora, el cual puede incrementar si se trata de asistencia en el turno nocturno. Y si bien consideramos que es válido un pago justo por estos servicios que demandan mucha atención y preparación, la realidad es que el mayor porcentaje se lo quedan los fundadores, dueños o coordinadores (como suelen denominarse) de tales agencias y el restante – muy poco a decir de algunas niñeras que me asistieron en varios momentos – le corresponde a las responsables directas del cuidado, quienes tampoco cuentan con algún tipo de prestaciones laborales lo que deja en indefensión tanto a las prestadoras del servicio como a aquellos quienes las contratan. Por otro lado, algunas de las niñeras cuentan con estudios en pedagogía o enfermería; sin embargo, hemos podido documentar varios casos de “niñeras” que solo tienen cursos de puericultura que no certifican adecuadamente el poder brindar este tipo de servicios.

Frente a este contexto que describo someramente, y basado en mi experiencia de los últimos meses como mujer con actividades productivas y reproductivas, las cooperativas de cuidado se convierten en una opción válida para formalizar este sector laboral ayudando a las personas que se dedican a prestar estos servicios, pero a su vez a aquellos que lo reciben pues garantiza la intervención de profesionales capacitados y verdaderamente especializados. La prestación de cuidados a través de las cooperativas permite contrarrestar la poca capacidad del Estado para atender dicha crisis a través de políticas públicas efectivas y frena la voracidad del sector privado que piensa no en la sostenibilidad de la vida sino en los beneficios y ganancias individuales. Una cooperativa es una forma de intercambio monetizado donde el objetivo no es la acumulación y nos coloca en el terreno de la economía social y solidaria con una lógica más acorde al trabajo decente e igualdad de género.

*Coordinadora del NODES Morelos Solidario y Cooperativo. Investigadora Asociada C de Tiempo Completo del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México (CRIM-UNAM). tatianag@crim.unam.mx

Tatiana Vanessa González Rivera