Trump ya marcó la pauta, seguirá con sus amenazas y amagos en temas comerciales hacia México y ahora le tocó hasta a Canadá. Aseguró que el primer día que asuma como Presidente, 20 de enero del próximo año, impondrá un arancel de 25% a todas las exportaciones de sus principales socios comerciales. En su discurso chauvinista, que tanto le aplaude un sector de la sociedad norteamericana, aseguró que la migración y la crisis del fentanilo en los Estados Unidos más el hecho que China utiliza tanto a México como a Canadá para introducir sus productos al mercado norteamericano aprovechando las bondades del T-MEC, lo obligarán a fijar este nuevo impuesto a los productos provenientes de ambas naciones.
Atrás quedaron los años que el discurso de la nueva prosperidad global, -a través de la eliminación de obstáculos y barreras comerciales, léase impuestos, aranceles, tarifas-, generarían un mercado común que beneficiaría a todos por el circulo económico virtuoso que crearía. Los consumidores se beneficiarían con productos más baratos resultado de la eliminación de estos impuestos, pero también por la libre competencia entre los productores. La migración se mitigaría al tener la posibilidad de que los sectores nacionales primario (agricultura, ganadería, pesca y minería) y secundario (industria y construcción) crecerían, beneficiando tanto a países como a empresas, y desde luego a personas. Todo sonaba muy bonito para ser cierto.
Hoy la realidad nos enseña que siempre existieron problemas económicos estructurales que el comercio libre internacional per se no podía solucionar, por un lado. Por otro, que los países parte de los tratados no podían eludir otras responsabilidades para que este beneficio comercial no se viera opacado por el gran problema de desigualdad social y por la falta de estado de derecho en la mayoría de los países parte.
Trump puso el dedo en la llaga rápidamente con tres temas: migración, narcotráfico y el “dumping” Chino a través de México y Canadá. Desafortunadamente en los tres temas tiene razón. Aunque le falto decir que en esta problemática Estados Unidos tiene su parte de responsabilidad y también es parte de su beneficio. Antes de abordarlos uno por uno, es importante resaltar el cambio de política del gobierno mexicano ante la rápida respuesta de la Presidenta Claudia Sheinbaum a las declaraciones del electo Presidente de los Estados Unidos. De entrada, guste o no, esa oportuna intervención se hace hoy necesaria para fijar las bases y los límites de la nueva relación diplomática entre nuestros países surgida de la llegada de dos nuevas administraciones federales.
La rápida respuesta fue: arancel por arancel. Parece no ser la mejor la respuesta, no nos conviene una guerra comercial con nuestro principal comprador -no necesariamente socio comercial-; sin embargo, tampoco hay muchas opciones. Me explico. No nos conviene porque Estados Unidos solo nos compra el 16% de sus importaciones. ¿Nos puede sustituir? La respuesta es: sí. Ojalá dependiera más de los productos mexicanos pero no es el caso. Nosotros les vendemos el 80% de nuestros exportaciones. ¿Los podemos sustituir? Desafortunadamente la respuesta es: no. La dependencia económica con los Estados es un error histórico, fue señalado desde hace décadas por los analistas. Así como algún día fuimos dependientes de las rentas petroleras, hoy nuestra economía está basada principalmente en el comercio exterior y básicamente con los Estados Unidos. Por eso, es muy mala noticia para México lo que parece será ya la constante de la nueva administración Trump, presiones comerciales para abordar otras problemáticas comunes transnacionales.
Sin embargo, la respuesta parece ser propicia no solo por la oportunidad, y porque de inmediato provocó una comunicación entre la mandataria Sheinbaum y el mandatario Trump. Su misiva fue apropiada también porque contesta desde nuestra perspectiva la problemática de migración y narcotráfico que para México no es menor. Y si vamos a hablar de tráfico de humanos, de drogas y de productos asiáticos pues también hay que hablar del tráfico de armas, de la violencia en México provocada por ese tráfico ilegal y de los capos norteamericanos dueños del multimillonario negocio con los que acuerdan los narco comerciantes mexicanos con drogas de los narco productores latinoamericanos y asiáticos.
Por fin alguien se atrevió, y esa fue la Presidenta Sheinbaum, que en temas de migración y narcotráfico los Estados Unidos nos dicen cuántos millones de seres humanos expulsan de su país pero no nos dicen cuántas toneladas de droga incautan; y, nosotros no les decimos cuantos miles de mexicanos mueren en la guerra domestica por el lucrativo negocio con las armas traficadas desde los Estados Unidos. Tuvo que ser una mujer quien se los dijera, veamos ahora si el Embajador de los Estados Unidos en México sale a responder, pues le encanta aunque rompa todas las formas diplomáticas.
En el tema de migración, Donald Trump puede tener razón por eso es necesario legalizar el empleo en la región comercial más grande del mundo. ¿Para cuándo el Capítulo Laboral del T-MEC? Esta es la gran oportunidad. Y también complementar las reglas para la inversión extranjera y evitar la volatilidad de los capitales para desarrollar a los sectores primario y secundario nacionales y así evitar que las personas tengan que migrar. Es un hecho que esto es necesario para toda America, no solo para el norte de nuestro continente.
En el tema del narcotráfico también Trump tiene razón. Por eso es necesaria la cooperación trilateral México-Estados Unidos-Canadá en asuntos de seguridad en todos los puntos de comercio. ¿Para cuándo el Capítulo de Seguridad en las fronteras, en las aduanas y en los puertos en el T-MEC? Llego el momento de no darle más la vuelta por asuntos de soberanía, en México hay casi una guerra civil porque el crimen organizado ha pasado de asuntos de drogas a otras actividades criminales asfixiando de maneras no creíbles e inéditas a la ciudadanía. El crimen organizado esta más armado que nunca, hay lugares donde su poder de fuego supera al del estado mexicano sobre todo en los órdenes de gobierno municipal y estatal.
Por último, el tráfico de mercancías asiáticas, -justo y por primera vez en tiempos recientes-, se arma un operativo en el centro de la Ciudad de México para requisar artículos asiáticos de procedencia ilícita. Todos sabemos que son lo que antes denominábamos “fayuca”, pero ahora la “fayuca” es principalmente china. Para evitar que esos artículos sean introducidos en el mercado de nuestros tres países, que ya sabemos hacen “dumping”, -debajo de su costo-y han destruido, por ejemplo, la industria textilera mexicana. ¿Quién compra estos artículos en los Estados Unidos? Llego la hora de poner reglas estrictas en el T-MEC pero para todas las partes, no solo las que comercian con esta ilegal mercancía sino también para quienes los compran.
En conclusión, México necesita construir una estrategia para la revisión del T-MEC, y a diferencia de los pesimistas de siempre la veo al revés. Esta es una gran oportunidad para introducir nuevos temas como, por ejemplo, reglamentar el near-shoring o re- localización de las industrias. En el tema de seguridad, la necesidad de cooperación es ineludible, debemos dejarnos de discursos, porque está demostrado que hay quien juega a “tirar la piedra y esconder la mano”. La violencia ya debe detenerse en México, y debemos incluso solicitar apoyo internacional sin chauvinismos.
Para México será clave, como ya se dijo, un capítulo laboral en el T-MEC, nunca hemos abordado ese tema como si lo hicieron en Europa legalizando la migración laboral con resultados envidiables. Pero será todavía más clave para nuestro país, la diversificación de nuestros tratados comerciales internacionales. Si seguimos apostando solo al mercado norteamericano cada cuatro años estaremos definiendo en gran parte el futuro de México en las elecciones de los Estados Unidos. Y a la frase de “arancel por arancel”, añadamos “verdad por verdad”. Ahí está la clave que Estados Unidos, Canadá y México acepten su parte de responsabilidad y empeñen su palabra en la cooperación sin hipocresías y en la humanidad de la buena vecindad.