Cada pueblo escribe su historia a través de distintas manifestaciones. Junto a Tlayacapan y Tepoztlán, Yautepec ha escrito la suya a través de la fiesta del Carnaval. Este fenómeno cultural posee una complejidad que, desde lo histórico, lo antropológico, lo sociológico, y la psicología de masas, es una festividad pagana que encarna, narra, retrata y describe los lenguajes simbólicos de una sociedad mediante elementos y ritos tan antiguos como la música y la danza. La Fiesta del Carnaval, algo mítica por sus nublados orígenes, constituye una narración y una teatralidad que refleja los espejismos en el proceso de construcción e invención de nuestra identidad histórica.
En 2019, el Gobierno del Estado de Morelos, de manera conjunta con el Ayuntamiento de Yautepec, gestionaron la creación del Museo Centro Cultural del Chinelo (MUCECCH). En su proceso de creación fueron convocados artistas, artesanos y especialistas. No sin controversias ante lo que en su momento consideré un desafortunado desencuentro entre Grupo Cultural Yautepec A.C, promotor del Museo Comunitario del Chinelo, creado en 2006, la mayoría celebramos y apoyamos el surgimiento de un recinto que simbólicamente resignificaba la vocación política del antiguo edificio del Ayuntamiento de Yautepec, construido en el siglo XIX.
La pandemia por COVID-19, tal vez una cierta escasez de recursos, y una mirada limitada en su dirección inicial, frenó su crecimiento emergente. Hoy la historia es otra, para fortuna de las y los yautepecenses. A vista de todos, y con el trabajo de un joven equipo, la Dirección de Cultura de Yautepec ha venido consolidando un ambicioso proyecto de difusión cultural, en el que dicho espacio se ha convertido en lo que quizá constituye el epicentro cultural más importante de la región oriente. Es de reconocerse la apertura y labor de Héctor Meza como responsable de Cultura, y el entusiasta y apasionado trabajo de Oscar Santín como responsable del museo.
El Museo cuenta con salones de usos múltiples, un auditorio abierto para las artes escénicas y otro cerrado para la proyección de documentales, dos salas de exposiciones temporales, una sala dedicada a Yautepec, recientemente inaugurada, y la sala con la exposición permanente dedicada a la fiesta del carnaval: ¡Vámonos al brinco! Su agenda de actividades artísticas y culturales es una muestra fehaciente de cuando los espacios institucionales se reivindican volcándose a la recepción de los proyectos de la sociedad y de sus comunidades artísticas.
En menos de tres años, el recinto ha tenido un registro de casi 32 mil visitantes del municipio, la entidad, e incluso del extranjero. La cifra ensombrece a museos estatales que carecen de recursos, Por sus salas y pasillos es común ver a niños y jóvenes provenientes de diversas escuelas del municipio que a través de visitas guiadas han podido ejercer gozosamente su derecho de acceso a bienes y servicios culturales. En sus salas se llevan a cabo diversos talleres permanentes y temporales: Pintura para adultos y niños, Poesía, Alebrijes, Elaboración de trajes de Chinelo, Teatro, danza, cine, música, canto y fotografía. Los talleres, exitosos en su convocatoria.
Fiel a su apertura, el MUCECCH es escenario y sede de diversas actividades culturales y artísticas: presentaciones de libros, conferencias, teatro, música, danza, proyecciones de cortometrajes y grabación de videoclips, festividades tradicionales y conmemoraciones cívicas. Es indudable que, a través de sus diferentes servicios, pero especialmente a últimas fechas sus Noches de Museo se han vuelto un referente en la formación de públicos y en la extensión de sus servicios. El Museo sale a la calle y lo ha hecho muy bien, logrando captar la atención de propios y extraños que transitan por el zócalo de Yautepec.
Escribo este artículo, porque hace unos días encontré un mensaje que injustamente reprochaba en redes sociales que el espacio es un elefante blanco, nada más falso que eso. Claro, al museo tiene carencias: más recursos humanos y financieros, que garanticen un servicio más eficaz y asertivo en términos museográficos, que se sofistique el discurso museológico, que se equipen las salas, que haya mayor difusión, que posea más personal capacitado y/o especializado, un programa de mantenimiento en sus instalaciones, una figura jurídica que garantice su estatuto institucional y continuidad ante la tentación de algunos políticos que se han pronunciado por su extinción para ¡volver a ser sede del ayuntamiento! A pesar de ello, trabajo hay, y eso es digno de reconocimiento.
La infraestructura cultural y recreativa de Morelos es pobre, insuficiente, y en la mayoría de los casos se encuentra en negligente abandono, por eso es importante que antes de crear más, no desestimemos la existente: museos comunitarios, museos estatales, centros culturales independientes, exconventos, exhaciendas, parques y foros al aire.
Cierto, merecemos más y mejores instalaciones, adecuadas o exprofesas a una vocación cultural, pero sobre todo la terminación de ese centralismo cultural del que son víctimas los municipios y comunidades frente a la infraestructura centralizada a Cuernavaca. Sí, debemos ir más allá. Se trata de distribuir equitativamente los recursos para toda la infraestructura cultural que hay en Morelos. No hay dinero que alcance, pero la voluntad política de eso que he dado en llamar bienestar cultural es algo que nos toca empujar a todo. No desde el vacío ni desde la simulación discursiva.
El MUCECCH abre sus puertas de miércoles a domingo, de 10:00 a.m a 18:00 horas. Se encuentra frente al zócalo, en Jardín Juárez 1, Centro, 62730, Yautepec de Zaragoza, Mor. Visita su página: https://www.facebook.com/mucecch.oficial
Lo seguimos pensando, si no es cultural y colectiva, no es transformación.
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