Los 98 años de Ivan Ilich, a los cuales hoy se da amplia cobertura, nos llevan a diversas reflexiones en torno a la Teología de Liberación, que tuvo en la Diócesis de Cuernavaca y su VII Obispo uno de sus más sólidos bastiones. Don Sergio Méndez Arceo, sigue siendo una figura polémica que aun despierta pasiones entre apologistas y detractores. Fue un hombre de fuerte personalidad que trascendió no solo las fronteras de su diócesis, sino también las del campo de la fe o del ministerio reservado a un alto prelado, no en vano hoy, aún se conserva su escudo episcopal en el altar mayor de la catedral de Cuernavaca. Al asumir la Diócesis en 1952, a Don Sergio le antecedían una sólida formación en Roma y cartas como avezado historiador, era un hombre de talante conservador y ortodoxo.
Pero pronto llegó el Concilio Vaticano II y el viraje del VII Obispo hacia la Teología de la Liberación y la opción preferencial por los pobres. Entonces Don Sergio se convirtió en un líder social que levantó ámpulas en los sectores más ortodoxos de la Curia Romana y quien de la misma manera era recibido por Fidel Castro que exigía sin recato una audiencia con el Papa.
Tres figuras destacaron alrededor de Don Sergio: Ivan Ilich, Gregorio Lemercier y Fray Gabriel Chávez de la Mora. En 1957, el obispo de Cuernavaca, apegándose a su particular interpretación de lo que debería ser la nueva iglesia, ordenó a Fray Gabriel renovar la catedral de Cuernavaca, si bien el proyecto se ciñó a un modelo austero y comunitario, representó uno de los mayores atentados al patrimonio cultural de Morelos, quiero suponer que fue de manera involuntaria, pero el daño se consumó.
En 1529, Carlos I, otorgó a Cortés el Marquesado del Valle de Oaxaca, el extremeño hizo de Cuernavaca su sede, y trajo aquí a vivir a su segunda esposa Doña Juana de Zúñiga. En ese año también se inició la construcción del templo y convento de la Asunción de María, que poco más de cuatro siglos después se convirtió en catedral de Cuernavaca. La marquesa fue una mujer de profunda fe y sensibilidad, quien destacó como una generosa mecenas de la edificación franciscana, la cual a partir de entonces comenzó a atesorar un rico acervo de arte sacro. Este tesoro fue el que Don Sergio de la mano de Fray Gabriel condenaron al olvido y al riesgo del expolio y destrucción. De aquel atentado cultural, se tuvo al menos, un beneficio colateral, que fue redescubrir los magníficos frescos del siglo XVI que describen el martirio de San Felipe de Jesús en Nagasaki en 1595. Afortunadamente entre 1989 y 2018, se llevó a cabo una intensa labor que rescató y preservó el tesoro artístico de la catedral de Cuernavaca.
Por los años de la “renovación “de la catedral cuernavacense, Gregorio Lemercier, estableció el monasterio de Santa María de la Resurrección en Santa María Ahuacatitlán al norte de la capital morelense. Ahí de manera audaz aplicó el psicoanálisis a la fe católica, si bien contó con el apoyo de Don Sergio, sus métodos encendieron alarmas en Roma, donde se le acusó de querer mezclar la religión con la ciencia. Al final Lemercier fue expulsado del sacerdocio, como laico se casó y continuó intentado aplicar sus procedimientos. La oposición a Lemercier fue intensa llegando incluso a la literatura con la novela “El Padre Prior” de Mauricio González de la Garza y al cine con el film “El Monasterio de los Buitres” de Francisco del Villar.
Al edificar su monasterio, Lemercier echó mano de Fray Gabriel quien construyó la capilla circular de Emaús que fue uno de los referentes icónicos del polémico monasterio. A partir de la muerte de Lemercier en diciembre de 1987, el sitio fue cayendo en el deterioro de sus instalaciones, hoy está en un estado ruinoso. De febrero del presente año a la fecha, se han venido denunciando en diversos medios locales y nacionales las deplorables condiciones en que se encuentra la capilla de Emaús, se alzan voces urgiendo al INBAL y a las autoridades municipales rescatar el inmueble por su valor artístico y arquitectónico. Lo que llama la atención es que si tanto interés existe por evitar la destrucción de la pequeña iglesia, porque la Fundación Lemercier establecida en Europa no ha hecho nada al respecto. Bien es sabido que las fundaciones europeas tienen recursos económicos y suelen apoyar proyectos de rescate y restauración de monumentos en América. Sin embargo, lo más curioso del asunto no es quien pueda o no rescatar la capilla y construcciones adyacentes, sino que quienes se cruzaron de brazos ante la destrucción del tesoro artístico de la catedral de Cuernavaca en los años cincuenta del siglo pasado, ahora clamen por la salvación de otro templo, aquí viene a colación aquel dicho ranchero que reza: “no es lo mismo amar, que ser amado”.
No quiero concluir estas líneas sin expresar mi solidaridad a La Jornada Morelos, ante los infundios vertidos por un protagónico personaje local que acusó sin fundamentos a este medio de falta de valor cívico y de obedecer a la instrucción de algún funcionario público o actor político.
Fray Gabriel Chávez de la Mora ( Foto Facebook) / imagen cortesía del autor