Que los alcaldes de Morelos pongan sus barbas a remojar
Apenas el viernes, un operativo con nombre de película setentera “Operación Enjambre” logró la captura en el Estado de México de 14 personas por diversos delitos, entre ellos extorsión, secuestro exprés y homicidio. La mitad de los aprehendidos en el despliegue de fuerzas federales y estatales eran funcionarios municipales, entre ellos alcaldes y directores de Seguridad Pública municipal vinculados con grupos delictivos.
Los funcionarios municipales prestaban “servicios” en Amanalco, Santo Tomás, Tonatico, Chicoloapan, Ixtapaluca, Tejupilco, Naucalpan, Coacalco, Jilotzingo y Texcatitlán, ninguno de ellos demasiado cerca, pero tampoco tan lejos de Morelos.
La noticia llama la atención, pues el mismo viernes y sin relación aparente con lo que ocurría en el EdoMex, el obispo de Cuernavaca y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Ramón Castro, recordaba que hay ayuntamientos en Morelos que han sido infiltrados por la delincuencia organizada “todos saben cuáles son”, decía. Las declaraciones del obispo no son nuevas, hace muchos años se ha denunciado la infiltración de grupos criminales en la función pública de muchos municipios, en áreas obvias como las policías, pero también en espacios como obras públicas, tesorería, y hasta los sistemas de agua potable.
Así que, ya encarreradas, las autoridades federales podrían pensar en voltear a Morelos donde la sabiduría popular refiere a varios municipios de las zonas sur y oriente del estado que tendrían funcionarios vinculados con grupos criminales. No sería, por cierto, la primera vez que se detuviera a mandos municipales relacionados con actividades criminales, alcaldes, jefes policiacos y otros exfuncionarios locales han sido aprehendidos por estar relacionados con delitos de alto impacto, como secuestros, homicidios, hechos que hacen ver menores otros que en otro tamiz se considerarían graves como la portación de armas de uso exclusivo del ejército que también han cometido algunos funcionarios de ayuntamientos. Lo que no ha ocurrido en Morelos, por lo menos en los últimos treinta años es un operativo tan amplio que busque romper de tajo los vínculos entre funcionarios y criminales.
Lo ocurrido en el Estado de México es importante porque advierte que pudiera suceder también en otras entidades federativas, así que los alcaldes y malos funcionarios municipales de Morelos ya no solo tendrían que preocuparse por evitar a la Fiscalía Anticorrupción, que tiene en la mira a no pocos servidores de ayuntamientos, sino también ahora, de las fuerzas estatales y federales que persiguen delitos de otra especie, pero igualmente y, a veces, mucho más graves.
La “Operación Enjambre” demuestra que es posible articular un esfuerzo conjunto, coordinado y simultáneo para la captura de malandros incrustados en las nóminas municipales y eso no es poca cosa, porque falta poco más de un mes para el relevo de ayuntamientos en Morelos y no son pocos los saberes populares que señalan a muchos de los funcionarios que se irán por probables vínculos con redes criminales. Por supuesto que con una Fiscalía General como la de Morelos, lo más probable es que esos casos, como muchos otros se dejen pasar, pero no cuesta nada imaginar el cambio enorme que sería poner un escarmiento de ese tamaño a quienes han usado la función pública para delinquir y contribuir a que otros cometan crímenes graves.
¿El ministro González Ibarra?
Nos enteramos de que quiere ser ministro Juan de Dios González Ibarra, el ex rector del Colegio de Morelos señalado por múltiples irregularidades, abusos y hechos de posible corrupción académica que provocaron la crisis de la que la institución se está recuperando. De acuerdo con un reporte periodístico, el abogado se inscribió al concurso para ser ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, un proceso que ha tenido pocos registros dentro del plazo legal que concluyó justamente ayer.
González Ibarra gozaría de las ventajas de que pueda anotarse cualquiera que cumpla los no tan complicados requisitos que incluyen promedio académico, experiencia de cinco años en el ámbito jurídico, residencia en México, carta de buena reputación, cartas de recomendación, ensayo de motivos, currículum vitae, título o cédula profesional en Derecho; pero bastaría echar un vistazo al desastre que provocó su administración en el Colegio de Morelos, que fue profusamente narrado en las páginas de La Jornada Morelos por trabajadores del Colegio, académicos de Morelos y reporteros, para pensar si merece siquiera uno de los 30 puntos de calificación que se dan por honestidad y reputación pública.
Claro que como está de escaso el número de participantes y dado que ni modo de declarar desierta la convocatoria, no deja de ser probable que el cuestionadísimo exrector pudiera hacerse de una candidatura que se haría pública como fecha límite el 31 de enero de 2025.
Habrá quienes digan que hemos visto cosas peores en Morelos, como las gubernaturas de Graco Ramírez y Cuauhtémoc Blanco, y tendrían parte de razón; pero ¿por qué tendríamos que seguirnos conformando con tanta podredumbre? Porque Cioran es divertido, hasta que deja de serlo.
@martinellito / martinellito@outlook.com