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Es tiempo de recontar a los diputados locales

 

Se equivocan quienes piensan que los partidos Morena y del Trabajo en Morelos podrían divorciarse, romper, alejarse, o cualquier otro eufemismo de esos que se usan en el análisis para sustituir al mandarse a la fregada. Porque a final de cuentas, para separar cualquier cosa debe cumplirse primero con la condición de que aquellos objetos de que se hable hayan estado unidos, y en el estado eso no ha ocurrido nunca.

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Así que cuando la joven nueva dirigente de Morena en Morelos, Mirsa Suárez Maldonado es orillada por las insistentes preguntas reporteros a declarar que la alianza entre la izquierda ochentera de Morena y la maoísta del PT podría romperse la talentosa política evidencia falta de visión histórica o una inocencia y optimismo que mueven a cierta ternura. El PT en Morelos no es un partido político con sustento ideológico, se comporta más bien como una franquicia que se mueve conforme a la conveniencia política de los liderazgos regionales que puede captar como tránsfugas de otras fuerzas y el central de la dirigente estatal, a cuya órbita gira el partido, Tania Valentina Rodríguez Ruiz.

Baste recordar que en la última elección el PT perfilaba con Morena una alianza electoral parcial que después olvidó para sólo coaligarse en la candidatura a gobernadora de Margarita González Saravia, pero decidió ir solo por diputaciones y alcaldías asumiendo que obtendría más y mejores posiciones. El resultado fue conveniente para Tania Valentina Rodríguez, quien ligó su tercera diputación local por la vía plurinominal.

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A lo mejor alguien daría por hecho que, dado el escenario nacional en que el PT difícilmente da pasos sin Morena, lo mismo ocurriría en el plano local. No es así, en Morelos el PT “no da paso sin huarache”, y así lo ha demostrado convirtiéndose probablemente en la fuerza que mejor aprovecha los enormes defectos del sistema de partidos. El PT no iba a transitar con Morena porque mientras este partido parece tener un proyecto de gobierno, aquél tiene apenas un proyecto de mando que a veces parece político.

Así, considerar al PT como aliado de Morena en Morelos no deja de ser una inocentada, y conforme a ello deberán hacerse los cálculos en el Congreso del estado si se quiere transitar con una mayoría. Los diputados de Morena lo tenían muy claro desde el principio, tanto el coordinador parlamentario, Rafael Reyes Reyes, como la presidenta de la Mesa Directiva, Jazmín Solano López, sabían que a diferencia de otros congresos en que la mayoría de Morena es automática, en el caso de Morelos tendrían que construir consensos con todas las fuerzas políticas.

La aritmética legislativa hasta ahora les ha dado la razón. El PT ha votado a favor las reformas a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos porque así se le mandata desde el Comité Nacional o, probablemente, porque saben del enorme enemigo que puede ser el gobierno federal, para ello siempre hay el argumento de creer en eso que han dado en llamar “la cuarta transformación” y que siempre sirve para no tener que explicar con argumentos la conveniencia de alguna iniciativa. Ahí estarán seguros siempre los 14 votos necesarios que se obtienen entre Morena, Nueva Alianza, el Verde Ecologista y el PT. Pero en el escenario local, debe trabajarse con las otras fuerzas, en el entendido de que el PT puede vender muy caro su amor, como se dice en esos círculos; así que se mantiene un diálogo a menudo mucho más frecuente, nutrido y estimulante con el PAN, PRI y Movimiento Ciudadano.

En términos prácticos, nos cuenta alguien cercano a los diálogos en el Congreso, es más fácil que Morena y el PAN se pongan de acuerdo que consultar cualquier cosa con el PT.

De ahí que los temas como la aprobación del paquete económico 2025, y la reestructuración de la Fiscalía General del Estado, resulten en extremo delicados y requieran, por lo menos, del voto de los panistas (la segunda fuerza política en el Congreso de Morelos), y acá habría que conceder, a diferencia de la legislatura anterior en que los blanquiazules eran quienes encabezaban el frente de contención, en esta el PAN parece mucho más dispuesto al diálogo y la concertación.

Bien visto, las cosas se están acomodando para facilitar el diálogo de la oposición con el Congreso, bastaría fijarse en los relevos de las dirigencias partidistas. La salida de Julio César Solís para dejar a la cabeza de Movimiento Ciudadano a Jessica Ortega abre un espacio de diálogo posible sobre las necesidades del estado y su población. En el PRI, el defenestrado dirigente, Jonathan Márquez, representaba un obstáculo para cualquier acercamiento honesto en política, Eliasib Polanco Saldívar, en cambio, tiene experiencia legislativa y parece mucho más proclive a encontrar consensos en los que ayudará, seguramente a la muy entusiasta, pero inexperta diputada Eleonor Martínez. Finalmente, en el PAN, el relevo en la dirigencia que llevaría a Daniel Martínez Terrazas a suceder a Dalila Morales, oficializaría el mando que de por sí tiene el diputado y coordinador parlamentario sobre el partido, y volvería más eficiente la toma de decisiones.

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Ya con ese conocimiento, y en el entendido de que los alcaldes postulados por el PAN, PRI, MC y el extinto RSP, parecen muy dispuestos a trabajar con la gobernadora, Margarita González Saravia, probablemente sea el momento de revisar la coyuntura en el Congreso local para construir una nueva mayoría, que resulte mucho menos cara que una alianza con el PT. Seguro ya hay quienes hacen esas cuentas.

@martinellito / martinellito@outlook.com

Daniel Martínez Castellanos