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El retiro de la propuesta de reforma al ISSSTE

 

La presidenta, Claudia Sheinbaum, informó a la Cámara de Diputados del retiro de la iniciativa de reforma a la ley del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado, con lo que parece despresurizarse la relación con el magisterio de todo el país que empezaba a complicarse dado el enorme rechazo de los docentes a la propuesta que, aseguraban, dañaría sus derechos laborales con aportaciones más altas y sin mejorar los requisitos para la jubilación impuestos por la reforma anterior en el 2007.

El triunfo se lo adjudicarán, seguramente, tanto el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), como la coordinadora y hasta los grupos no identificados con ninguna de ambas representaciones que participaron espontáneamente en movilizaciones y paros que fueron una caja de resonancia para las quejas de los maestros frente a grupo, esos que comúnmente son ignorados por las autoridades y los liderazgos políticos y laboristas.

Sheinbaum había advertido hacía semanas (incluso antes de que empezara la organización de la oposición magisterial al proyecto) que la propuesta de reforma sería revisada a fondo con el fin de evitar que por una mala redacción se hicieran interpretaciones de la norma que lesionaran los derechos de los maestros, y en general de todos los trabajadores protegidos por el ISSSTE que incluyen médicos, enfermeras y personal de salud, camineros y otros trabajadores del gobierno federal. Esto es, la presidenta sabía que, en su redacción, el documento pervertía la intención de la reforma, fortalecer al ISSSTE, y cargaba el costo de este “rescate” a los trabajadores, así que tendría que revisarse a fondo, tarea que se hizo y al final se concluyó que los problemas no se solucionarían con una especie de adenda, y era necesario el retiro total de la iniciativa para rehacerla y presentarla en su momento.

Y aunque haya quienes consideren que fue su esfuerzo o el de sus líderes el que detuvo la reforma, lo cierto es que los tiempos parecerían indicar que las quejas del magisterio, aunque escuchadas, no fueron definitivas en la revisión. Cierto que el análisis evidenció que la propuesta provocaría daño a los ingresos de los trabajadores de la educación que, sin tener grandes salarios, perciben un sueldo decoroso a secas; pero mucho más quedó claro que la propuesta quedaba corta para lo que requiere el ISSSTE, una institución cuya complejidad radica en la cantidad de prestaciones sociales que protege, además de la delicada tarea de cuidar la salud y atender las enfermedades.

La reforma no solo lesionaba en alguna medida a los trabajadores, además resultaba insuficiente para lograr el objetivo de dar la mayor solidez posible a la institución. A esta conclusión, por cierto, no se llegó por una simple lectura (como las que se hicieron en las dirigencias sindicales y facciones magisteriales), fue necesario todo un estudio actuarial que permitiera el cálculo de la carga de pensiones, las proyecciones de futura atención médica, especialmente en materia de enfermedades crónico degenerativas, el costo real de las prestaciones que se brindan, carga de las jornadas de trabajo diversas en el sector educativo y el sector salud, por poner los extremos; en fin, una serie de elementos que por decirlo en términos coloquiales, “no son enchiladas”, así que el tiempo para analizar si la propuesta requería solo de correcciones o de plano de rehacerse, fue mucho mayor al que habrían querido muchos.

Por supuesto que no faltarán los que, en sus arrebatos de protagonismo digan cosas como “logramos frenar la ley del ISSSTE”, pero lo cierto es que la decisión vino de la presidenta que le comunicó al presidente de la Mesa Directiva del Congreso, Ricardo Monreal, quien anunció oficialmente el retiro como Cámara de Origen. De haber sido apoyada por la presidenta, por cierto, la iniciativa habría pasado sin problema la aduana de las cámaras y podría haberse votado en las próximas semanas, pero desde el inicio Claudia Sheinbaum dudaba de la propuesta no por la intención, sino por los riesgos que representaba su redacción, una que no consideró y esto es culpa del propio ISSSTE, alternativas de fortalecimiento que no pasaran por la elevación arbitraria de cuotas a personal de base.

Retirado el principal motivo de conflicto al interior del gremio magisterial, por cierto, mal harían las dirigencias, nacional y seccionales, del SNTE en considerar que el problema ha terminado.

Si la iniciativa evidenció en el gobierno federal la falla técnica del ISSSTE para proponer normas que lo regulen, en el magisterio mostró que hay heridas que no han cerrado desde el 2008, cuando la dirigencia sindical oficialista apoyó la Alianza por la Calidad de la Educación de Felipe Calderón; se reabrieron en el 2014 con el respaldo a la reforma educativa de Enrique Peña Nieto; y fueron reavivadas por las elecciones de nuevas dirigencias bajo la modalidad de democracia directa, y las modestísimas críticas que los representantes sindicales hicieron de la reforma al ISSSTE este año.

Para recuperar el famoso grito de “Unidad, unidad” que el SNTE repite casi en cada una de las reuniones de sus dirigentes acompañados de sus ruidosas porras, en las secciones sindicales y la dirigencia nacional tendría que verificarse un ejercicio de acercamiento con las bases. No se trata de dialogar con los profes y administrativos solo cuando vienen elecciones (que en México es bastante seguido, por cierto), sino de mantener canales de comunicación, consulta y hasta monitoreo abierto del sentir de los trabajadores. Si algo puedo aprenderse de las últimas semanas en el magisterio es que el SNTE parece estar más cerca de los errores de su pasado que de los trabajadores de la educación y eso es un asunto grave que debe atenderse ya por todos los medios. El sindicato debe escuchar mucho más y comunicar mucho mejor, ahí radica su viabilidad como organización laboral y hasta su peso político.

@martinellito / martinellito@outlook.com

Daniel Martínez Castellanos