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El tamaño de la ruptura en Morena

 

Cuando en 2018 el incipiente político, exestrella del futbol, Cuauhtémoc Blanco Bravo ganó la elección de gobernador logró 501 mil 743 votos de los que 292 mil 751 fueron asignados a Morena por el convenio de coalición, aunque para muchos observadores la proporción de votantes por aquella coalición “Juntos Haremos Historia”, debió ser mucho mayor. En aquella elección votaron 954 mil 020 electores que supusieron una participación de 61% de los ciudadanos inscritos en la lista nominal, así que la votación por Cuauhtémoc Blanco fue del 52.59% del total.

En el 2024, Morena prácticamente absorbió a sus aliados desde antes de la nominación de Margarita González Saravia como su candidata a la gubernatura. La hoy gobernadora electa es una política mucho más armada que Cuauhtémoc Blanco, aunque bastante menos popular (no haber jugado futbol y aparecido en telenovelas suele hacer eso en la gente), pero su designación como candidata no agradó a todos en su partido y algunos avisaron, advirtieron, amenazaron, que se irían del partido para apoyar a Lucy Meza Guzmán, la candidata que, cerradas las puertas en Morena, decidió postularse por la coalición que hicieron PAN, PRI, PRD y RSP. Entonces parecía algo grave. En muchas encuestas Meza Guzmán aparecía como la puntera en la contienda interna de Morena, Margarita González Saravia iba apenas en ascenso en conocimiento ciudadano, y los renegados de Morena, más allá de Lucy Meza, eran bastante escandalosos.

El dos de junio pasado, Margarita González Saravia ganó cómodamente la elección por la gubernatura de Morelos. Sin cómputos detallados (el órgano electoral local los está procesando con relativa calma), tenemos cierto que Margarita logró 165 mil 979 votos más que Lucy Meza.

En total, la gobernadora electa logró 460 mil 271 votos en una elección en que participaron 951 mil 585 votantes, sólo dos mil 435 menos que en el 2018. Así que Margarita González Saravia tuvo sólo 41 mil 472 votos menos que Cuauhtémoc Blanco en e 2018, lo que significa, en el peor de los casos, que la anunciada ruptura en Morena no alcanzó ni el diez por ciento del total de votos por el partido. No fue una ruptura sino un despostillamiento o una grieta muy menor.

Una revisión más a fondo haría ver también que la mini factura de la fuerza política que refrendó la gubernatura de Morelos fue todavía más pequeña. En el 2018, las tres fuerzas que participaron en la elección y que hoy postularon a Lucy Meza consiguieron, entre todas, 257 mil 301 votos. Abanderando a la exsenadora obtuvieron 294 mil 292 votos, es decir, la candidatura de la exmorenista les significó aumentar su votación para la gubernatura en 36 mil 991 votos, la mayor parte de ellos probablemente atribuibles a la exsenadora. La cantidad no es tan grande si se considera que los tres diputados locales que ganaron abanderados por la coalición obtuvieron cifras mayores que esa.

¿Cuántos de esos casi 37 mil votos son de seguidores fieles de Lucy Meza y cuántos de los sujetos que anunciaron su ruptura con Margarita González Saravia para apoyar a quien se percibía como su contendiente más fuerte? Seguramente la mayor parte venía de los apoyos fieles que fue conquistando la exsenadora por muchos meses de recorrer Morelos en campañas, precampañas y otras actividades proselitistas.

El problema de la derrota es que suele exhibir el tamaño real de cada liderazgo político. Los que se fueron de Morena y aseguraban hacerle un enorme boquete al proyecto de Margarita González Saravia quedaron exhibidos en su pequeñez por los resultados electorales. Lo mejor para ellos es que sea por la calidad política y las cualidades positivas de la hoy gobernadora electa, lo peor es que se trate de que fueron derrotados por una marca, algo impermisible en un político que se cree de altos vuelos.

Curiosamente, la sensación en el ambiente después de la elección del 2024 es muy diferente a la del 2018. Entonces el voto por Blanco Bravo vino del enojo, el rencor, la furia, y después de la elección se sentía una sociedad con resaca, que había tenido su catarsis y ya nada más importaba. A lo mejor por eso a Morelos le fue así. Ahora se siente una urgencia de que la gobernadora electa inicie funciones, tome las riendas, termine con la administración de Cuauhtémoc Blanco. Hoy aún la ciudadanía parece mucho más esperanzada, pero también mucho más exigente, a lo mejor en el 18 se sabía que no era posible pedir mucho al gobernador, ahora, la mayor estatura política y los innegables referentes locales de Margarita González Saravia permiten tener más fe en un futuro mejor.

En este sentido, hay quienes tienen prisa por saber quiénes integrarán el gabinete de la gobernadora. Recomendación no pedida: no hay prisa. Morelos requiere de las mejores mujeres y los mejores hombres para superar las crisis que padece. Margarita González Saravia es una mujer que goza de credibilidad, confianza y prestigio, factores que contribuyeron a su triunfo; puede tomarse el tiempo que necesite para tomar decisiones a la altura del reto que es gobernar Morelos en las actuales condiciones. Faltan más de tres meses para que asuma el cargo, hay tiempo para la reflexión, el análisis profundo de los perfiles que se requieren, y la toma de las mejores decisiones. El nombramiento del gabinete será el primer mensaje de la titular del Ejecutivo, es importante que sea el correcto. El desgaste natural del ejercicio de gobierno no tiene que iniciar desde el primer día. Confiamos en que la prudencia y templanza de Margarita sigan siendo sus mejores consejeras.

@martinellito / martinellito@outlook.com