El IEBEM contra los padres, maestros y administrativos
La educación que administra el Instituto de la Educación Básica de Morelos en las escuelas del estado puede ser pública, pero no gratuita. No lo ha sido nunca. Cada inicio de ciclo escolar, miles de padres y madres de familia son presionados por las autoridades formales (directivos y docentes) e informales (comités de padres de familia, consejos de participación, asambleas), para cubrir cuotas “voluntarias” a fin de que su hijo transcurra sin graves señalamientos el ciclo escolar.
Los que no aportan son señalados inmediatamente, ubicados en la lista mental de los poderes internos del plantel como “los conflictivos”, “los que no cooperan”, “los rijosos”, y aquél que se atreve a denunciarlo es tratado, junto con sus hijos, aún peor. Esto es una realidad que obedece a las estructuras sociales, y cualquiera con alguna experiencia escolar sabe que los señalamientos existen, que son una forma de presión y condicionan el trato, “distinguen” y, por consiguiente, “discriminan”.
Con un ingreso promedio mensual menor de ocho mil pesos, los trabajadores morelenses padecen agosto. Los útiles y uniformes escolares significan un gasto, por niño, de entre cinco y siete mil pesos; es decir, el ingreso de un mes se va en uniformar y dotar de útiles escolares a cada menor. Si a ello sumamos que las escuelas cobran “cuotas voluntarias” de hasta 500 pesos por alumno, el impacto económico del regreso a clases puede significar gastos catastróficos para las familias.
Pero para la mayoría de los padres y madres de familia es mejor eso al hecho de que sus hijas e hijos sean señalados como “los que no cooperan”, y marginados, por lo menos en los casilleros mentales de los poderosos de la comunidad escolar, por no haberse caído con la cooperación exigida.
Desde la fundación del IEBEM, en 1992, los directores habían evadido el tema de las cuotas escolares, por lo menos públicamente las rechazaban y, de hecho, atribuían las aportaciones a acuerdos de los comités de padres para hacer mejoras a los planteles, solamente. En 2011 hubo por primera vez un intento desde el Congreso de Morelos por prohibir totalmente los cobros de cuotas. Los diputados de entonces, y algunos de legislaturas posteriores, alegaron, con toda razón que el IEBEM es el responsable del mantenimiento de las escuelas. De hecho, el estatuto orgánico del organismo lo faculta para administrar y preservar su patrimonio y sus recursos económicos. “allegarse de ingresos por diferentes medios legales para incrementarlos, rindiendo cuentas periódicas de ello la persona titular de la Dirección General ante su Junta de Gobierno, la sociedad y el Estado”.
Las cuotas escolares no son un instrumento legal para que el IEBEM incremente su patrimonio, por cierto. De hecho, contravienen el principio constitucional de gratuidad en la educación, y no debería ser consuelo el pensar que en los más de 30 años desde la fundación del instituto se han cobrado, de una u otra forma, cuotas destinadas al mantenimiento de las escuelas.
El problema es que el IEBEM ha decidido mantener la velada obligación de los padres de familia de mantener (y últimamente hasta vigilar) los planteles educativos, en lugar de gestionar mayores recursos para el mantenimiento de las escuelas. En los lineamientos de operación del Programa de Atención Directa a la Escuela, Morelos 2024, se establece que fueron asignados 6 millones 850 mil pesos para el mismo. De ellos, por cierto, se utilizaron 490 mil pesos para los gastos de operación (aunque los operadores fueron funcionarios en la nómina del IEBEM y la Secretaría de Educación); entonces quedaron 6 millones 360 mil pesos para atender a comunidades escolares. De haberse distribuido entre todas las escuelas de nivel básico, les habrían correspondido menos de tres mil 350 pesos; apenas suficiente para equipos y material de limpieza. Entonces se determinó categorizar los montos no de acuerdo con las necesidades de los planteles, sino con la matrícula de estos, 40 mil pesos para escuelas menores de 100 alumnos, 60 mil para las que tienen hasta 299; 80 mil a las que tienen hasta 499; y 120 mil a las de 500 o más. Hay otros programas, todos ellos de menor impacto.
La dirección del IEBEM ha sido incapaz de gestionar ante el Congreso y los gobiernos municipales, estatal y federal, recursos suficientes para el mantenimiento escolar. Esta omisión resulta evidente con los cientos de historias de padres de familia y directivos que acuden a los ayuntamientos a pedir pintura, reparaciones menores, o mejoras moderadas en la infraestructura de los planteles. También en el constante deterioro en las escuelas.
Cargarles la mano a los padres de familia no tendría que ser una opción, mucho menos en las condiciones económicas actuales, para mantener los espacios que deben ser públicos.
Fiel al estilo del gobernador, Cuauhtémoc Blanco, su amigo y exasesor, Eliacín Salgado, director del IEBEM, pasó toda su gestión esperando que las políticas y presupuestos de la Federación lo sacaran de todos los problemas en los que se metió, de los que debía resolver y de los que generó por su inoperancia. Y cada vez que eso no funcionó, cargó el asunto a los usuarios del sistema educativo, a veces a los maestros; otras a los administrativos; muchas a los padres de familia; pero siempre a los alumnos.
Vendrá una nueva administración y seguramente nuevos funcionarios al IEBEM, esperemos que esos sí funcionen. Una de las tareas urgentes es la gestión de mejores presupuestos estatales para mantener y vigilar las escuelas y descargar de esa tarea a los atribulados padres y madres de familia.
@martinellito / martinellito@outlook.com