La política morelense y el dominó: “algo les han de dar”
Después de ser forzado a una jugada inconveniente, el jugador de dominó dice a su pareja “algo te han de dar”, pensando que el flujo de la partida permitirá el primero de los postulados de la Teoría de los Juegos: que éste continúe.
Esa es la apuesta también de quienes “juegan” a la política; que más allá de circunstancias y resultados electorales, se les permita permanecer en el juego. El cargo no es lo de menos, como han demostrado los ataques jurídicos de personajes como Jonathan Márquez, el dirigente estatal del PRI que mintió y torció cuantas leyes pudo para convertirse en diputado, aunque tal ¿distinción? le fue negada por los órganos electorales administrativos y jurisdiccionales. Figurín ligado con el dirigente nacional priista, Alejandro Moreno Cárdenas, quien busca eternizarse en el puesto; Jonathan no debía haberse preocupado, la lealtad, prácticamente único valor de las barras de políticos que pululan, le garantizaba, y tal vez aún lo hace, mantenerse en la jugada política, aunque arrumbado en la oficina de dirigencia de un partido que, siendo la sexta fuerza electoral local, está a otro marquezazo de perder el registro.
En el extremo contrario estaría el veteranazo de la política local, también priista, Jorge Meade Ocaranza. Mucho más prudente, cosa que dan los años y la sabiduría, Meade quedó marginado de la diputación federal por la vía plurinominal por la que concursaba, también por ajustes de paridad de género. El excandidato a la gubernatura, exdirigente del PRI y padre de uno de los amigos cercanos de Jonathan Márquez, no litigó la determinación, seguro de que, como dicen en el dominó, “algo le han de dar”.
Y con una clase política tan poco móvil como la de Morelos, casos en que algún ilustre o no tanto cuadro quede marginado de la competencia hay muchos bajo el amparo más o menos consolador de que las derrotas no son para siempre (algo que el PRI en Morelos se esfuerza en desmentir). Así que en otros partidos vemos casos similares. Por ejemplo, algunas carreras que parecían truncas y que pueden resurgir en breve son la de la morenista Paola Cruz Torres, cuya gestión legislativa provocó que el entonces grupo de poder en el estado, el del gobernador Cuauhtémoc Blanco (otro ejemplo de lo que anotábamos de las barras), bloqueó para lograr alguna candidatura, pero luego fue rescatada por el equipo de la futura gobernadora, Margarita González Saravia.
Habrá también quienes no tengan tanta suerte, por ejemplo, el ya exdiputado Alejandro Martínez Bermúdez, quien quedó fuera de toda posibilidad en su partido, pero también en otras agrupaciones de izquierda y tendrá que conformarse, por lo menos por tres años, con “ver los totos desde la barrera” o, para seguir usando jerga “dominoense”, esperar a la reta.
Ese cálculo de juego político influye particularmente en quienes logran cargos de esos que duran solo tres años, funcionarios o representantes municipales o del Congreso. Aunque también es común verlo en funcionarios del estado o la Federación que prefieren “nadar de muertito” para poder sacar todas sus mulas y ver si no pierden tan feo, o con un cierre a lo mejor ganan por puntos. Tales precauciones entregan a alcaldes, regidores y hasta diputados timoratos o tan taimados que “no dan paso sin huarache”. Poco ayudan porque arriesgan muy poco y de forma equivocada. Para muestra bastaría el hecho de que quienes se han atrevido en los municipios y el Congreso a tomar algunos riesgos (salvo la excepción de quienes son dueños de su partido, como Tania Valentina Rodríguez, quien jugaba con ventaja), lograron su reelección justamente por trabajar con y por la gente, José Luis Urióstegui, Andrea Gordillo, Alberto Sánchez, y poco antes, Rafa Reyes (en la alcaldía de Jiutepec) y Juan Ángel Flores (en la de Jojutla), todos ellos mantienen sus carreras políticas, in crescendo.
Hoy inicia sus labores el Congreso, en un mes el Ejecutivo estatal y a partir del 1 de enero los nuevos ayuntamientos. Esperaríamos ver políticos de primera en todos ellos, pero como tal es posible, uno se conforma con que sean la mayoría (el cincuenta por ciento más uno), que no es poca cosa porque además requeriríamos que estuvieran colocados en posiciones estratégicas, o que los chafitas que se cuelen se ubiquen donde no pueden hacer tanto daño. Porque está visto que tener inútiles en las áreas de salud, educación, economía, o en las alcaldías de Cuernavaca, Jiutepec y Cuautla, es un riesgo enorme. En efecto, los Cantú, Eliacines, Lobitos, Manolos y Arredondos de Morelos no tendrían por qué estar al frente de nada, mucho menos de despachos tan complejos.
Seguir jugando para los políticos chafas debería significar quedar como responsables de la ventanilla de asuntos sin importancia, no de espacios relevantes en los que se juegan la vida y el futuro de la ciudadanía y sus ciudades. Por la gente, que se fueran muy lejos, y hasta cooperarían con el pasaje; pero en el entendido de que “algo les tendrán que dar”, pues que sea bastante poco. Jugar dominó con lerdos, por mucho que presuman de habilidades, implica derrotas seguras, y si el asunto fuera nomás electoral, pues allá ellos, pero ya tratándose del futuro de dos millones de morelenses las tarugadas calan hondo.
Así que, más allá de las lealtades, esperaríamos que la conformación del Congreso (ya con sus comisiones y sus órganos funcionales), el Ejecutivo en cada uno de sus despachos, y los ayuntamientos, de todos los municipios incluyan, si no a los mejores (porque a lo mejor esos tienen otras chambas), por lo menos sí a personajes altamente competentes, comprometidos con el estado y capaces de las misiones que se les encarguen. El tiempo empieza a correr desde hoy.
@martinellito
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