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El Texcal, otra evidencia de la indolencia de Cuauhtémoc Blanco

 

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española dice que proteger es “resguardar a una persona, animal o cosa de un perjuicio o peligro, poniéndole algo encima, rodeándolo, etcétera”; así que un Área Natural Protegida tendría que entenderse como aquella sobre la que se hacen esfuerzos por conservar el ecosistema para preservar la naturaleza lo que implica un régimen jurídico suficiente para su control y cuidado, y autoridades responsables de que esas normas para cuidar la zona se apliquen.

Así que, entre las peores cosas que puede decir un cuidador está el haber perdido el control de aquello que se le encargó en resguardo, mucho más cuando lo avisa cuatro meses después de ocurrido algún desastre. Un protector así tendría que ser despedido fulminantemente y hacerle pagar de alguna formar los daños de los que, con sus omisiones, fue copartícipe.

Carmelo Robles Álvarez fue nombrado en octubre de 2023, director de Áreas Naturales Protegidas de la bastante inoperante Secretaría de Desarrollo Sustentable, a cargo de otro deficiente funcionario, José Luis Galindo, quien fue designado por el tampoco muy brillante Cuauhtémoc Blanco Bravo. Siete meses después de su nombramiento, según él mismo reconoció ante medios de comunicación, alrededor de 300 personas invadieron predios del área protegida de El Texcal, ubicada en el atribulado municipio de Jiutepec.

La invasión ha cumplido más o menos cuatro meses, aseguró el susodicho ante medios de comunicación y ya encarrerado confesó que también se han invadido por lo menos 40 hectáreas de la Sierra Montenegro, y algunos terrenos en la zona del río Cuautla. Las tres áreas naturales protegidas son parte de su responsabilidad.

Una agravante mayor, por cierto, es que antes de ser el primer responsable de las Áreas Naturales Protegidas (Dios nos agarre confesados) del estado, Carmelo Robles fue por siete años director del Parque Estatal El Texcal. Uno supondría que el funcionario tendría el conocimiento de la zona y el control suficiente sobre ella para evitar las invasiones, por lo menos en esa área, sujeta desde antes de su decreto de conservación, en enero de 2010.

Desde el decreto, promulgado por el entonces gobernador, Marco Adame Castillo, se reconoce que “el crecimiento irregular y desmedido de la mancha urbana en el Área de Conservación Ecológica la zona que comprende a “El Texcal”, está ocasionando disturbios y alteraciones en las condiciones naturales de la zona que se caracteriza por ser un área importante para la recarga de los acuíferos del Estado de Morelos y particularmente para el Municipio de Jiutepec; motivo por el cual se requiere controlar el crecimiento urbano y la presión demográfica que se ejerce sobre la zona que comprende el Texcal, así como normar y racionalizar las actividades productivas”.

La historia reciente da cuenta de varias invasiones al Área Natural Protegida aún después del decreto, la mayor parte de ellas, por cierto, durante la administración de Cuauhtémoc Blanco. En el 2019, comuneros de Santa Catarina denunciaron la venta ilegal de lotes en la zona de reserva; en 2020, se desalojó a unas 40 personas y se destruyeron 180 casas y chozas que invadían el área; en 2021 se acusó la invasión de por lo menos cuatro colonias a la zona de reserva, Tetecolala, en Jiutepec; Loma Bonita y Loma Esmeralda, de Tepoztlán y La Joya en Yautepec. En 2022, el Congreso de Morelos emitió un exhorto a las autoridades federales, estatales y a las alcaldías de Jiutepec y Tepoztlán (convenientemente se omitió a Yautepec), para frenar la invasión a los terrenos de El Texcal. El exhorto hacía “un llamado enérgico a las autoridades federales, estatales y municipales para realizar acciones coordinadas que nos permitan la conservación del área natural protegida, así como iniciar las acciones legales en contra de quien o quienes resulten responsables por la venta, adquisición o invasión de estas áreas naturales, ello a efecto, de no incurrir en responsabilidades administrativas o penales, ya que el Estado está obligado a garantizar un medio ambiente sano para todos los ciudadanos, como un derecho humano”.

En el 2023, se advertía de que la invasión de terrenos en El Texcal era ya tal que estaba a punto de llegar a la laguna, que surte agua a más de 200 mil personas en la región y cuya integridad quedaría comprometida por la mancha urbana. Hace una semana comuneros de Tepoztlán se presentaron a Palacio de Gobierno para solicitar auxilio contra la invasión de tierras en El Texcal, por parte de decenas de personas que incluso habrían agredido con machete a algunos comuneros.

De todo esto, “la invasión hormiga”, la expansión ilegal de colonias, las hordas que se posesionan de los terrenos, tendría que estar enterada la autoridad. Si no lo estaba es una terrible omisión y si lo sabía, hay una gravísima responsabilidad de complicidad (esperaríamos que tácita) con los grupos.

La administración de Cuauhtémoc Blanco, queda claro, no fue especialmente ducha en la protección de casi nada, ni de la vida y propiedad de los morelenses, con catástrofes recurrentes en Seguridad Pública y Salud; ni del patrimonio cultural y de biodiversidad del estado, como muestra la inoperancia de la Secretaría de Turismo y Cultura y la incapacidad confesa de la de Desarrollo Sustentable, “lo bueno es que ya se van”, dirán algunos, pero el problema sigue siendo las condiciones en las que dejan todo. Más retos para la próxima administración a la que le heredan problemas sociales masivos y en masa.

Ya van cuatro meses de la invasión masiva y una semana de la denuncia de comuneros sobre la posibilidad de violencia. El Ejecutivo ya confesó, con notable indolencia, que perdió el control (si es que alguna vez lo tuvo). Esperemos que nada más grave se presente hasta que haya nuevos funcionarios que sí atiendan los problemas.

@martinellito / martinellito@outlook.com